MADRID, 5 Jun. (EUROPA PRESS) -
Europa ha sabido gestionar mejor las desigualdades sanitarias ocasionadas por la crisis financiera de 2008 que Estados Unidos, según de desprende del proyecto 'Lifepath', financiado por la Comisión Europea y que ha sido publicado recientemente en la revista 'PNAS'.
Las desigualdades en salud entre los diferentes grupos socioeconómicos son un fenómeno altamente persistente a pesar de haber sido el centro de las políticas de salud pública en muchos países. De hecho, desde principios de la década de 2000, Estados Unidos ha experimentado un aumento en las denominadas "muertes de la desesperación" entre los estadounidenses blancos de mediana edad con bajo nivel educativo, como resultado de las crecientes tasas de suicidio y envenenamientos por el uso indebido de analgésicos opiáceos.
En este sentido, los investigadores, encabezados por el profesor de salud pública del Centro Médico de la Universidad Erasmus de Rótterdam (Países Bajos), Johan Mackenbach, recolectaron datos sobre la mortalidad de 1980 a 2014 en 17 países (cubriendo 9.8 millones de muertes), y datos sobre la morbilidad auto-reportada -que es una condición de enfermedad, discapacidad o mala salud- de 2002 a 2014 en 27 países (cubriendo 350,000 encuestados).
Así, los científicos descubrieron que, a diferencia de los Estados Unidos, y a pesar de la aparición de una crisis económica, la salud de las personas con bajo nivel educativo en Europa ha mejorado en los últimos años, mientras que las desigualdades en materia de salud a veces se han reducido.
"Dado que es probable que las consecuencias negativas de las crisis económicas afecten más a los más desfavorecidos, es importante evaluar los efectos sobre la salud por grupo socioeconómico. Nuestro estudio muestra que, a pesar de la recesión, la mayoría de los países europeos han experimentado una mejora de la salud de las personas con bajo nivel educativo en los últimos años. En Europa del Este, esto representa incluso un retroceso en comparación con décadas anteriores", ha dicho Mackenbach.
En la mayoría de los países de Europa occidental, la mortalidad ha disminuido de manera constante tanto entre las personas con bajo nivel de educación como entre las que tienen un alto nivel de educación, sin que se observen signos visibles de una interrupción de la tendencia debido a la crisis financiera de 2008, a pesar de los aumentos muy reales del desempleo y la pobreza, a menudo acompañados de recortes en los servicios de seguridad social y de salud.
"Pensamos que las tendencias subyacentes eran demasiado poderosas para descarrilarlas, y que los efectos a corto plazo de la crisis en las condiciones de vida de la población eran demasiado débiles y bien amortiguados para que se tradujeran en riesgos sanitarios generalizados", ha apostillado el profesor del Imperial College de Londres y coordinador del proyecto 'Lifepath'. Paolo Vineis.
Además, los efectos de la crisis económica sobre los riesgos para la salud de las personas fueron probablemente mixtos dado que algunos riesgos aumentaron, como el estrés de ser despedido o tener deudas financieras, contribuyendo así a un aumento de la tasa de suicidio. No obstante, otros riesgos, como el de morir en un accidente automovilístico o de beber en exceso, disminuyeron.
En varios países de Europa del Este, en particular Hungría, Lituania y Estonia, se ha producido un cambio de tendencia. En concreto, tras un aumento espectacular debido a las transformaciones políticas y económicas tras el colapso de la Unión Soviética, la mortalidad ha empezado a disminuir entre las tres personas con bajo nivel educativo.
Estos cambios se han atribuido a una combinación de reducciones a largo plazo en el consumo de tabaco, mejoras en la atención de la salud, cambios en la dieta, medidas de seguridad vial, políticas de control del alcohol, así como las inversiones masivas en la infraestructura de estos países, apoyadas por la Comisión Europea.
"Este es probablemente nuestro hallazgo más notable, ya que tal inversión no ha sido reportada antes. Parece que las políticas de reducción de la mortalidad también han llegado finalmente a los de bajo nivel educativo. Esto significa que las desigualdades en función de la posición socioeconómica deben ser objeto de seguimiento a la hora de aplicar nuevas estrategias sanitarias", ha zanjado Mackenbach.