MADRID, 25 Feb. (EUROPA PRESS) -
Una nueva investigación ha encontrado una relación inversa entre el estado socioeconómico y ciertas enfermedades renales, según publican sus autores en el 'Clinical Journal of the American Society of Nephrology' (CJASN).
La privación social es un factor de riesgo conocido para la enfermedad renal crónica en general, pero su posible vínculo con las enfermedades glomerulares (enfermedades de tipo autoinmune que dañan el sistema de filtración de los riñones) es menos claro.
Para investigarlo, los investigadores Mark Canney y Sean Barbou, de la Universidad de la Columbia Británica y la agencia BC Renal), y sus colegas examinaron información clínica y relacionada con el censo de 2000 a 2012 que se refería a todos los casos nuevos de enfermedades glomerulares como la nefropatía membranosa (392 casos), nefropatía por IgA (818 casos), glomeruloesclerosis segmentaria focal (FSGS, 375 casos), glomerulonefritis relacionada con ANCA (ANCA-GN, 387 casos) y nefritis lúpica (389 casos) en la Columbia Británica (Canadá).
"Las enfermedades glomerulares son afecciones complejas que requieren acceso a atención especializada y terapias costosas, todo lo cual puede ser más complicado para los pacientes con una posición socioeconómica más baja. Además, tienden a afectar a las personas a una edad más temprana y, por lo tanto, pueden afectar negativamente los ingresos de un individuo capacidad", explica el doctor Canney.
Señala que aunque el mecanismo subyacente de la enfermedad es conocido por varias enfermedades glomerulares, lo que impulsa el inicio de la enfermedad es poco conocido. "Por lo tanto, una mejor comprensión de la contribución potencial de la posición socioeconómica a diferentes enfermedades glomerulares podría generar ideas para futuras investigaciones sobre los factores que pueden causar directamente la enfermedad glomerular", destaca.
El análisis del equipo reveló que la incidencia de nefritis lúpica y ANCA-GN aumentó de manera constante con ingresos progresivamente más bajos (basados en el ingreso familiar a nivel de área). Por ejemplo, en comparación con aquellos con el nivel de ingresos más alto, aquellos con el nivel de ingresos más bajo tuvieron una incidencia un 70% mayor de nefritis lúpica y una incidencia 50% mayor de ANCA-GN.
Para el ANCA-GN, la condición ocurrió en 71 por cada 10 millones de personas por año en el grupo de mayores ingresos y 106 por cada 10 millones de personas por año en el grupo de menores ingresos. Para la nefritis lúpica, las tasas fueron de 106 por 10 millones de personas por año en el grupo de ingresos más altos y 181 por 10 millones en el grupo de ingresos más bajos.
Para FSGS se observó una incidencia desproporcionadamente más alta de enfermedad solo en el grupo de ingresos más bajos. Por el contrario, no se demostró asociación significativa ni para la nefropatía por IgA ni para la nefropatía membranosa.
"Nuestros resultados ayudarán a futuros estudios diseñados para identificar la causa subyacente de la enfermedad glomerular y que pueden estar relacionados con la posición socioeconómica --señala Canney--. Nuestros hallazgos también enfatizan la importancia de identificar poblaciones vulnerables de personas que tienen un mayor riesgo de desarrollar estas formas graves de enfermedad renal".
Un editorial acompañante señala que "los médicos e investigadores deben tener un enfoque renovado en la posición socioeconómica al evaluar pacientes con sospecha de enfermedad glomerular, determinar poblaciones de reclutamiento para ensayos clínicos o diseñar estudios de observación destinados a identificar factores de riesgo para el inicio de la enfermedad glomerular".