MADRID, 23 Jun. (EUROPA PRESS) -
Un estudio de la Universidad de Ottawa (Canadá) ha demostrado que los viajes espaciales alteran la expresión genética de los glóbulos blancos, debilitando nuestro sistema inmunitario. Estos déficits inmunitarios en el espacio, sin embargo, son transitorios y desaparecen al volver a la Tierra.
Cada vez hay más pruebas de que los astronautas son más propensos a contraer infecciones en el espacio. Por ejemplo, los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) suelen sufrir erupciones cutáneas, así como enfermedades respiratorias y no respiratorias.
También se sabe que los astronautas desprenden más partículas de virus vivos, como el virus de Epstein-Barr, el virus de la varicela-zóster, responsable del herpes zóster, el herpes-simplex-1, responsable de las llagas, y el citomegalovirus.
Estas observaciones sugieren que nuestro sistema inmunitario podría verse debilitado por los viajes espaciales. Pero, ¿qué podría causar tal déficit inmunitario?
"Aquí demostramos que la expresión de muchos genes relacionados con las funciones inmunitarias disminuye rápidamente cuando los astronautas llegan al espacio, mientras que ocurre lo contrario cuando regresan a la Tierra tras seis meses a bordo de la ISS", ha detallado Odette Laneuville, autora principal del trabajo, que se ha publicado en la revista científica 'Frontiers in Immunology'.
Los investigadores estudiaron la expresión génica en los leucocitos (glóbulos blancos) de una cohorte de 14 astronautas, entre ellos tres mujeres y 11 hombres, que residieron a bordo de la ISS entre 4,5 y 6,5 meses entre 2015 y 2019. Se aislaron leucocitos de 4 mililitros de sangre extraídos a cada astronauta en 10 momentos: una vez antes del vuelo, cuatro veces durante el vuelo y cinco veces de regreso a la Tierra.
Se encontraron 15.410 genes con expresión diferencial en los leucocitos. Entre estos genes, los investigadores identificaron dos grupos, con 247 y 29 genes respectivamente, que cambiaron su expresión en tándem a lo largo de la línea temporal estudiada.
Los genes del primer grupo se redujeron al llegar al espacio y volvieron a aumentar al regresar a la Tierra, mientras que los del segundo siguieron el patrón opuesto. Ambos grupos estaban formados principalmente por genes que codifican proteínas, pero con una diferencia: su función predominante estaba relacionada con la inmunidad para los genes del primer grupo, y con estructuras y funciones celulares para los del segundo.
Estos resultados sugieren que cuando alguien viaja al espacio, estos cambios en la expresión genética provocan una rápida disminución de la fortaleza de su sistema inmunitario.
"Una inmunidad más débil aumenta el riesgo de enfermedades infecciosas, limitando la capacidad de los astronautas para llevar a cabo sus exigentes misiones en el espacio. Si una infección o una afección relacionada con el sistema inmunitario evolucionara hasta un estado grave que requiriera atención médica, los astronautas tendrían en el espacio un acceso limitado a los cuidados, la medicación o la evacuación", ha afirmado otro de los autores, Guy Trudel.
VUELTA A LOS NIVELES HABITUALES EN LA TIERRA
Pero esta nube tiene un lado positivo: los datos muestran que la mayoría de los genes de ambos grupos volvieron a su nivel de expresión anterior al vuelo en el plazo de un año tras el regreso a la Tierra, y normalmente mucho antes, de media, al cabo de unas pocas semanas. Estos resultados sugieren que los astronautas que regresan corren un riesgo elevado de infección durante al menos un mes después de aterrizar en la Tierra.
En cambio, los autores aún no saben cuánto tiempo transcurre antes de que la resistencia inmunitaria recupere plenamente la fuerza que tenía antes del vuelo: es probable que la duración de este periodo dependa de la edad, el sexo, las diferencias genéticas y la exposición a patógenos durante la infancia.
Los autores plantearon la hipótesis de que el cambio en la expresión genética de los leucocitos en condiciones de microgravedad se desencadena por el "desplazamiento de fluidos", en el que el plasma sanguíneo se redistribuye de la parte inferior a la superior del cuerpo, incluido el sistema linfático.
Esto provoca una reducción del volumen plasmático de entre el 10 y el 15 por ciento en los primeros días en el espacio. Se sabe que el desplazamiento de fluidos va acompañado de adaptaciones fisiológicas a gran escala, que aparentemente incluyen una expresión génica alterada.
"La siguiente cuestión es cómo aplicar nuestros hallazgos para orientar el diseño de contramedidas que eviten la inmunosupresión en el espacio, sobre todo en vuelos de larga duración. La salud de los astronautas en el espacio, especialmente durante misiones largas, se beneficiaría de la detección tanto de la disfunción inmunitaria como de la inflamación subclínica. La detección precoz ofrece oportunidades de intervención, con el objetivo de evitar una progresión hacia síntomas graves", ha remachado Laneuville.