La verdad sobre la formación del cerebro y por qué no sobreestimular a niños

Niña cerebro.
Niña cerebro. - GETTY
Publicado: viernes, 5 febrero 2021 8:31

   MADRID, 5 Feb. (EDIZIONES) -

   El cerebro se forma a partir de un tejido del embrión llamado 'ectodermo'. Tan solo después de 16 días desde la concepción, este tejido da origen a la placa neural que, alrededor del día 21, se curva internamente para formar el tubo neural.

   "¡Es asombroso pensar que, con sólo tres semanas de gestación, lo que será el cerebro es un tubo! A partir de aquí, un extremo de este tubo neural verá proliferar multitud de precursores de neuronas (neuroblastos) y esto hará que aumente muchísimo su volumen hasta el punto de generar una protuberancia, que seguidamente adoptará la forma del cerebro que tan bien conocemos", subraya en una entrevista con Infosalus Tiziana Cotrufo, doctora en Neurobiología.

   Con motivo de la publicación de 'En la Mente del Niño' (Shackleton books), la neurocientífica y docente de la Universidad de Barcelona subraya que, a diferencia de otros primates, el desarrollo de nuestro cerebro es sustancialmente más lento: "Esto hace que nazcamos indefensos y dependientes, pero nuestras capacidades de razonar, de aprender, de decidir y de abstraernos son de las más prodigiosas. Cuanto más lento es el desarrollo, mayor es el volumen relativo de las estructuras, y sobretodo se les da más tiempo para que se desarrollen completamente".

   En el caso del cerebro, valora que "este tiempo es crucial" para que, una vez establecidos la organización y el 'cableado rudimentario' (por los genes), el ambiente y las experiencias vitales contribuyan a la formación y al refinamiento de las conexiones cerebrales responsables de nuestras habilidades sociales, cognitivas y emocionales.

   Cotrufo reconoce aquí que los procesos que dan lugar a la formación del cerebro son "obviamente más evidentes y delicados" en la tapa embrionaria e infantil. Eso sí, según recalca, "no hay duda alguna" de que en la etapa adolescente el cerebro sigue desarrollando (a través de conexiones específicas) una parte llamada 'corteza prefrontal', y con ella la gran habilidad de planificar, de resolver problemas, de tomar decisiones, y el control cognitivo de la impulsividad. "A pesar de que se sabe que otras habilidades cognitivas pueden desarrollarse más allá de los 25-30 años, no hay evidencias de cambios sustanciales en el cerebro adulto", aclara la también investigadora.

   Ahora bien, según añade, se sabe que dos regiones cerebrales pueden continuar añadiendo nuevas neuronas para toda la vida, los bulbos olfativos y una parte del hipocampo, pero no hay ninguna evidencia de nuevas neuronas en cerebros adultos. "Se piensa que la producción de neuronas sea rara o tan pequeña que resulta indetectable e incluso que, si ésta ocurriera, las nuevas neuronas no podrían integrarse en las redes cerebrales establecidas", advierte, al tiempo que recuerda que estudios en ratones han podido demostrar que las estrategias para estimular la neurogénesis, como el ejercicio regular, pueden mejorar la función cognitiva.

   Sobre la formación del cerebro del niño cree que algunos de los factores clave que más pueden perjudicar su desarrollo natural son la falta de cariño y de atención de los padres, así como crecer en un ambiente en el cual no pueda desenvolverse de forma natural, aparte de la privación de las horas oportunas de sueño.

En cuanto a los periodos críticos o sensibles del cerebro del niño, la neurocientífica subraya que estos son "ventanas temporales" durante las cuales el 'cableado' de las conexiones se guía críticamente por la experiencia sensorial (visiones, sonidos, gustos, tacto) más que en cualquier otro momento. "Hoy en día conocemos muy bien las consecuencias de la privación visual temprana en los niños: No tendría sentido mantener conexiones que no funcionan porque no reciben estímulos y por esto degenerarían para no poderse formar nunca más", agrega.

    Es más, Tiziana Cotrufo indica que, por este motivo, las cataratas congénitas o los defectos de ambliopía (disminución de la agudeza visual) se operan muy poco después del nacimiento para evitar consecuencias indelebles en la visión del niño: "Los médicos que operaban cataratas congénitas en niños de más de 8 años encontraban defectos en la visión para toda la vida. Si de lo contrario un adulto está obligado a vivir en un ambiente donde no hay luz 8 años, no tendrá problemas de visión cuando tenga ocasión de volver a ver. Este sencillo experimento nos dice que el periodo crítico para la agudeza visual es de 7-8 años después del nacimiento. Hay diferentes períodos críticos para la visión, el lenguaje, la audición y muchas otras modalidades sensoriales, todas diferentes en extensión".

   Entonces, ¿qué parte ocupa la genética en cuanto a la formación del cerebro de un niño?¿Se adquieren unas capacidades antes que otras por su influencia? La neurocientífica afirma que realmente los genes participan en todo el proceso intrínseco de desarrollo, en los viajes que hacen las neuronas primero, y después sus prolongaciones, para alcanzar el destino correcto. "Cabe recordar también que la experiencia moldea todas estas conexiones para reforzar aquellas que estén realmente funcionando y eliminar las inutilizadas. Se ha intentado muchas veces entender el rol de la genética estudiando los gemelos y se ha podido comprobar que su influencia juega un papel importante durante todas las fases del desarrollo cerebral, tanto en la morfología, como en la función del sistema nervioso", añade.

   Eso sí, indica que la genética y la naturaleza no van por caminos independientes: "Es equivocada la idea de pensar que los genes son entidades grabadas en piedra, inamovibles. Existen evidencias científicas que indican que las experiencias en la etapa más temprana del desarrollo pueden determinar cómo se activan o desactivan los genes e incluso si se van de expresar o no. Todos los estímulos que reciben y las experiencias que llevan a cabo los niños, afectando o menos los genes, tienen un papel relevante en el desarrollo de la arquitectura cerebral y en la adquisición de las diferentes capacidades".

   En última instancia, la doctora en Neurobiología subraya que el cerebro es una "máquina lenta", siendo esta lentitud la base esencial para la adquisición de nuestras habilidades cognitivas. "Esto significa también que por mucho que consideremos el cerebro de los niños una esponja que lo absorbe todo, no es conveniente sobreestimularlos. Al contrario, ¡un poco de sano aburrimiento obliga las neuronas a activarse para pensar, crear y tener ideas! Y por último, pero no menos importante, los niños tienen que dormir un número suficiente de horas. Durante el sueño, el cerebro consolida los recuerdos, hace limpieza de productos de desecho, y activa otras regiones", concluye Tiziana Cotrufo.