MADRID 18 May. (EUROPA PRESS) -
Los receptores de trasplantes de corazón que reciben órganos de donantes activos COVID-19 positivos pueden tener un mayor riesgo de muerte a los seis meses y al año en comparación con los que reciben órganos de pacientes COVID-19 recientemente recuperados y de pacientes COVID-19 negativos, según un estudio publicado en el 'Journal of the American College of Cardiology'.
"Estas primeras tendencias deberían ser lo bastante preocupantes como para que los centros de trasplante cardíaco evalúen a fondo y sigan sopesando los riesgos/beneficios de utilizar corazones de donantes activos de COVID-19", advierte Shivank Madan, autor principal del estudio y cardiólogo del Centro de Terapia Cardíaca Avanzada del Centro Médico Montefiore/Colegio de Medicina Albert Einstein de Nueva York (Estados Unidos).
La pandemia de COVID-19 supuso un reto para los trasplantes de corazón, ya que los centros de trasplante tuvieron que modificar continuamente sus protocolos de gestión de receptores y donantes a medida que evolucionaba la pandemia y el conocimiento del virus. Siguen faltando datos sobre los resultados a largo plazo de los trasplantes de donantes infectados por COVID-19, sobre todo a medida que surgen nuevas variantes del virus.
Los investigadores de este estudio pretendían determinar las tendencias de utilización y los resultados de los trasplantes de corazón realizados con donantes infectados por COVID-19.
Según destacan, estos datos son especialmente importantes porque el virus COVID-19 puede causar disfunción endotelial y lesiones miocárdicas en posibles donantes que pueden manifestarse sólo de forma subclínica antes del trasplante; actualmente no existe un consenso claro sobre la evaluación y el uso de donantes COVID-19 para trasplantes de corazón.
El estudio analizó a más de 27.000 donantes de la Red Unida para la Compartición de Órganos (UNOS) entre mayo de 2020 y junio de 2022; en total, los donantes se sometieron a más de 60.000 pruebas COVID-19 antes de la obtención de órganos.
Los donantes se consideraron donantes COVID-19 si dieron positivo en cualquier momento durante la hospitalización terminal. El estado activo de COVID-19 se otorgó a aquellos que dieron positivo en los dos días previos a la obtención del órgano y el estado de COVID-19 recientemente resuelto se otorgó a aquellos que dieron positivo inicialmente pero que dieron negativo antes de la obtención.
De los donantes de la UNOS, 1.445 fueron identificados como donantes COVID-19, de los cuales 1.017 fueron clasificados como donantes COVID-19 activos y 428 como donantes COVID-19 recientemente resueltos. En total, en 309 trasplantes de corazón se utilizaron donantes COVID-19 y 239 de ellos cumplían los criterios del estudio.
Los receptores de trasplantes cardíacos de donantes COVID-19 activos presentaron un mayor riesgo de mortalidad a los seis meses y al año (7% frente a 13,8% a los seis meses y 9,2% frente a 23,2% al año para los no COVID-19 frente a los COVID-19 activos, respectivamente).
Los receptores de trasplantes de donantes COVID-19 recientemente resueltos presentaron tasas de mortalidad a los seis meses y al año similares a las de los receptores de trasplantes de donantes no COVID (7% frente a 8,5% a los seis meses y 9,2% frente a 13,6% al año para los no COVID frente a los COVID recientemente resueltos, respectivamente).
Los investigadores también descubrieron que durante el periodo de estudio se recurrió cada vez más a donantes COVID-19, pero que los centros de trasplante eran selectivos y utilizaban sobre todo donantes más jóvenes y en torno al 80% eran varones.
Además, los posibles donantes se sometían a múltiples pruebas de detección de COVID-19 antes de la obtención del órgano, y los que daban positivo al menos una vez se sometían a pruebas posteriores con más frecuencia que los que daban negativo la primera vez.
Los autores admiten ciertas limitaciones del estudio y recuerdan también que aún se trata de datos preliminares, por lo que es necesario seguir evaluando a los donantes de COVID-19 con muestras de mayor tamaño, un seguimiento más prolongado y nuevas variantes de COVID-19.