MADRID, 9 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un estudio del grupo de investigadores del Registro Informatizado de la Enfermedad Tromboembólica (RIETE), que cuenta con datos de más de 80.000 pacientes, ha concluido que una trombosis o una embolia pulmonar pueden ser síntoma de un tumor que aún no se ha detectado.
No obstante, los datos de RIETE muestran cómo, debido en parte a la base de datos, la mortalidad de la embolia pulmonar ha disminuido. Aunque trombosis y embolia pulmonar suelen aparecer en personas mayores, es una enfermedad que puede afectar a cualquier persona de cualquier edad. A diferencia del ictus y del infarto, la obstrucción de los vasos sanguíneos no es consecuencia de la creación de placas durante tiempo, años normalmente, sino que aparece de repente.
Trombosis venosa y embolia pulmonar son las dos formas en las que se manifiesta la enfermedad tromboembólica venosa, que conmemora su día mundial el próximo martes. La enfermedad tromboembólica venosa provoca más muertes que la suma de las víctimas del sida, el cáncer de pecho, el de próstata y los accidentes de tráfico en Europa y Estados Unidos.
En los países occidentales, es la tercera causa de muerte vascular, por detrás del infarto de miocardio y del ictus. Además, es la segunda causa de muerte evitable en pacientes oncológicos y la primera causa de muerte prevenible en hospitales.
QUIÉN LA SUFRE, CAUSAS Y TRATAMIENTO
Corren el riesgo de padecerla mujeres sometidas a tratamientos hormonales por motivos diferentes, como la píldora anticonceptiva, un tratamiento de fertilidad o la menopausia, además de que embarazo, parto y puerperio aumentan el riesgo. Además, los adolescentes que pasan muchas horas sentados delante de una pantalla también pueden sufrirla.
Los factores de riesgo de la enfermedad tromboembólica venosa son diferentes a los del infarto y el ictus. Casi la mitad de los casos son de origen desconocido, pero algunos se deben a múltiples causas.
Destacan la inmovilización, por sedentarismo o por impedimiento físico; cirugía y cáncer. Uno de cada 15 o 20 personas con cáncer tiene enfermedad tromboembólica venosa, ya sea por el mismo mecanismo del tumor, por culpa de los catéteres o por la falta de movimiento. La genética también está involucrada, así como los viajes largos, por, una vez más, la falta de movimiento.
El tratamiento de la enfermedad tromboembólica venosa, que dura entre tres y seis meses en función del caso, conlleva inyecciones diarias de heparina primero y comprimidos después. Deben realizarse visitas periódicas al médico para ajustar la dosis, ya que hay que encontrar el punto en el que la sangre no se vuelva a coagular ni tampoco sea demasiado líquida para provocar hemorragias.
En España, el acceso a los anticoagulantes orales de acción directa o nuevos anticoagulantes es desigual, en función de cada comunidad autónoma.
Se recetan menos que el tratamiento convencional, que se lleva a cabo con Sintrom, aunque estudios de RIETE y de otros investigadores han demostrado que son más cómodos para el paciente y tan o más eficaces para impedir nuevos episodios trombóticos y hemorragias que la medicación clásica.
INFORMACIÓN ASEQUIBLE
Por otro lado, para coordinar el trabajo extramédico de RIETE se creó la Fundación para el Estudio de la Enfermedad Tromboembólica (FUENTE) que en 2014 puso en marcha una web para que pacientes con una enfermedad tromboembólica venosa y sus familiares pudieran tener información asequible, rigurosa y actualizada sobre la enfermedad. Cuenta con el sello de web médica acreditada del Colegio de Médicos de Catalunya.
Desde entonces la web ha ido creciendo, en contenidos y en visitas. Cuenta con una versión en inglés y con material al alcance de cualquier persona interesada en la patología en texto, vídeo, animaciones o gráficos.
En julio del año pasado se incorporaron cuatro gráficos interactivos conectados a tiempo real con RIETE, para que el usuario pueda consultar el riesgo de repetir una enfermedad tromboembólica venosa o sus principales factores de riesgo, entre otras variables.