MADRID, 5 Ago. (EDIZIONES) -
La temperatura ambiente puede afectar a la seguridad de los alimentos y convertirlos en peligrosos para la salud. Las posibilidades de desarrollo de los gérmenes se encuentran entre los 10 y los 60ºC, por lo que en verano debemos tener mucho cuidado a la hora de conservar los alimentos.
En una entrevista con Infosalus, la responsable de Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), la doctora Guadalupe Blay, explica que la mayor parte de las bacterias trasmitidas por los alimentos necesitan humedad para multiplicarse rápidamente, y muchas veces el clima de verano así se lo favorece, ya que éste es caluroso y húmedo.
"Las bacterias están presentes en todo el medioambiente, en el suelo, en el aire, en el agua, y en los cuerpos de los animales y de la gente. Estos microorganismos crecen más rápidamente en los meses calurosos de verano. En cambio, frente al frío, éste impide el desarrollo de los gérmenes nocivos", añade.
De hecho, Blay insiste en que un mal manejo de las temperaturas en los alimentos puede conllevar problemas en nuestra salud. "Las enfermedades transmitidas por los alimentos se incrementan durante el verano. Durante esta estación, las actividades al aire libre aumentan. La mayoría de las veces no están disponibles las facilidades existentes en la cocina para mantener los alimentos sanos, tales como el cocinar en un ambiente con temperatura graduada, refrigeración y agua corriente para el lavado de los utensilios", afirma la experta.
Por ello, indica que los alimentos perecederos refrigerados, tales como los fiambres o los embutidos, las carnes cocidas, y las ensaladas de pollo, las patatas o los fideos, deben de colocarse en neveras portátiles y cubrirse con bastante hielo, bloques de gel congelados o envases con agua congelada.
La miembro de la SEMG recuerda cómo los microorganismos son seres vivos que se alimentan, se reproducen y se relacionan con su entorno. "Necesitan, por tanto, que el alimento que les sirve de vehículo y de hábitat les brinde unas condiciones favorables: disponibilidad de nutrientes, temperatura adecuada, entorno no agresivo (condiciones de acidez, salinidad, humedad) en tales condiciones, favorables a la vida, si les concedemos el tiempo necesario, se reproducirán, a velocidad inusitada, alcanzando dosis infectantes; producirán toxinas aquellos que son toxigénicos. En definitiva, convertirán un alimento inocuo en un producto peligroso", advierte.
Es más, la responsable de Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia indica que los estudios de las enfermedades transmitidas por alimentos señalan como responsables a los siguientes factores:
· Temperatura inadecuada en la conservación.
· Manipulaciones incorrectas.
· Cocción insuficiente.
· Falta de limpieza
Según alertan desde la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, debe tenerse en cuenta que bacterias como la Salmonella, la E.coli y la Campylobacter tienen una temperatura óptima de crecimiento de unos 37 ºC. Se calcula que si un alimento se mantiene en esta zona de dos a cuatro horas, el riesgo de intoxicación aumenta.
Por todo ello aconsejan las siguientes normas básicas:
1.-Consumir alimentos que hayan sido tratados o manipulados higiénicamente.
2.-Cocinar correctamente los alimentos.
3.-Consumir los alimentos inmediatamente después de ser cocinados.
4.-Evitar el contacto entre los alimentos crudos y los cocinados.
5.-Utilizar exclusivamente agua potable.
6.-No consumir alimentos perecederos que han estado expuestos a temperatura ambiente más de cuatro horas.
7.- No dejar los alimentos perecederos a temperatura ambiente. Regular la nevera por debajo de 5 grados y no sobrecargarla.
8.- Si no se va a consumir en breve mantener la comida cocinada en el horno, asegurándose de que está a una temperatura de al menos 65ºC.
9.-La comida que no se va a consumir en el momento debe enfriarse lo más rápidamente posible, bien en la nevera o sumergiendo el recipiente que la contiene en agua fría.