MADRID, 17 Sep. (EDIZIONES) -
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno que se va haciendo más complejo con la edad del paciente, especialmente si éste no es diagnosticado y tratado adecuadamente de forma precoz.
Así lo advierte en una entrevista con Infosalus el responsable del servicio de Psiquiatría del Hospital Infanta Leonor de Madrid y coordinador del programa 'Título de Experto Universitario en TDAH a lo largo de la vida' de la Universidad de Alcalá, el doctor Javier Quintero, quien recalca que al principio sólo se muestra a través de inatención, hiperactividad e impulsividad, pero comienza a afectar al desarrollo del aprendizaje, y luego al comportamiento.
"La llegada a la adolescencia suele ser una etapa crítica. Resaltar el riesgo de fracaso escolar, que está multiplicado en estos pacientes", según remarca el también director de los Centros especializados en Psicología y Psiquiatría Psikids. En concreto, precisa que la prevalencia de TDAH en la edad adulta se calcula que está alrededor del 3% de la población.
"Son cifras menores a las que vemos en los niños y adolescentes, donde estaríamos hablando de cifras en torno al 6-7%. Lo más relevante es que actualmente en España se calcula que más del 90% de ellos estarían sin diagnosticar", agrega.
LOS SÍNTOMAS
Así, este experto en TDAH en el adulto apunta que los síntomas nucleares son los mismos que en las etapas anteriores de la vida, es decir, dificultades atencionales, hiperactividad e impulsividad.
"Lo que suele pasar es que la expresión de esos síntomas es diferente. Por ejemplo, la hiperactividad muchas veces es referida como una sensación de inquietud interna, más que la hipercinesia que vemos en los niños. Son muy relevantes las dificultades atencionales, que ahora afectan a su funcionamiento laboral, en forma de errores recurrentes o de despistes, así como la impulsividad, que en la edad adulta es más verbal que física", explica el psiquiatra.
Pero mas allá de estos síntomas, el doctor Quintero menciona que debemos fijarnos en la repercusión de los mismos en forma de otros problemas como ansiedad, depresión o consumos de alcohol o drogas, que suelen ser los principales problemas asociados a un TDAH no tratado adecuadamente. "Y habitualmente con una sensación crónica de 'no llegar' o de no poder ofrecer la mejor versión de uno mismo, con el consecuente menoscabo de la autoestima", puntualiza.
Según indica, el TDAH se podría visualizar como una mochila muy pesada con la que la persona trata de crecer de manera lo más armónica posible, pero que siempre esta ahí. "Como toda carga, antes o después, se hará difícil de sobrellevar y tendrá como consecuencia impactos personales y sociales negativos que marcarán el presente, pero sobretodo las expectativas del futuro", advierte.
A su juicio, debemos entender el TDAH como un factor de riesgo evolutivo. "Al principio puede que sólo sea algo de inatención e hiperactividad, pero es muy frecuente que evolucione desarrollando otros problemas. Algunos trastornos como la ansiedad, pero también el fracaso escolar, o un menor rendimiento académico, problemas sociales y de pareja, consumos de alcohol y drogas, más accidentes de tráfico, e incluso esta población tiene su riesgo de mortalidad por accidente aumentada", afirma Quintero.
UN CORRECTO DIAGNÓSTICO
Con todo ello, el especialista señala que lo primero que se debe hacer es un correcto diagnóstico, así como una adecuada atribución de los síntomas, para desde ahí poder ayudar a la persona con TDAH. "Insisto en esto porque muchas veces el paciente consulta por su trastorno añadido o comorbilidad y recibe el tratamiento para ese diagnóstico, y no para la raíz del problema, su TDAH", aprecia el psiquiatra.
En muchas ocasiones, lamenta también que el paciente necesita comprenderse mejor y con el mero diagnóstico ya toma conciencia de su problema, comienza a ordenar sus síntomas y a dar sentido a lo que le ocurre.
"Sólo con eso ya da un primer paso muy importante. A partir de ahí, el tratamiento debe ser individualizado. Tenemos recursos farmacológicos y psicoterapéuticos muy útiles, pero siempre bajo las siguientes premisas: Acompañar el paciente en su transformación, hacerlo a su ritmo, según su necesidad y no arreglar aquello que funciona. Digo esto último, porque muchas veces el paciente con TDAH ha generado algunos recursos que le han permitido adaptarse a su realidad, y les son válidos y adaptativos", considera.
De hecho, remarca que la mayor parte de los adultos que hoy se tratan con TDAH no fueron diagnosticados en la infancia. "Si ahora la tasa de detección y diagnostico de TDAH en adultos es baja, hace unos años era mucho menor. Hace un tiempo, lo más habitual eran padres o madres de niños que diagnosticábamos de TDAH, y al verse reflejados, pedían también ayuda para ellos. Ahora cada vez vemos más adultos, que consultan por 'motu proprio', buscando ayuda. Y un grupo pequeño lo conforman aquellos que fueron diagnosticados y tratados adecuadamente de niños y ahora son adultos", agrega.
Finalmente, el coordinador del programa 'Título de Experto Universitario en TDAH a lo largo de la vida' de la Universidad de Alcalá hace mención de un estudio científico que publicó hace un año sobre la calidad de vida en adultos con TDAH se encontró que el retraso en el diagnóstico empeoraba la calidad de vida.