MADRID, 12 Mar. (EDIZIONES) -
Aunque la frecuencia de las parasitosis intestinales en España es baja, de afectar lo hace más a niños, a personas inmunocomprometidas, y a los viajeros que proceden de zonas donde las condiciones sanitarias o higiénicas son más deficientes y se pueden infectar de estos parásitos.
La forma de adquirir los parásitos intestinales, que hay bastantes, habitualmente suele ser por la ingestión de agua o de comida contaminada, de carne, verduras, que tengan el parásito, o bien sus huevos o quistes, tal y como explica en una entrevista con Infosalus la doctora María Velasco, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), y presidenta del Grupo de estudio de Patología Importada (GEPI) de la misma sociedad científica.
"Hay algunos parásitos que también se adquieren por caminar descalzos por tierra contaminada ('strongyloides'). Estos son un tipo de parásito que penetra en la piel y acaba residiendo en el intestino. Incluso otro penetra por la piel, pero al bañarse en aguas contaminadas ('esquistosoma'). Hay algunos que son más frecuentes por contacto con animales. Pero globalmente son por ingesta de agua y de comida contaminadas", detalla.
SOBRE TODO AFECTACIÓN INTESTINAL
Aunque la afectación fundamental es en el intestino y los síntomas son del aparato digestivo (diarrea, malestar abdominal, prurito anal en algún tipo de parásito), pero también en general cuando entran en el cuerpo hacen un recorrido hasta llegar al intestino o a su órgano diana. "Este recorrido a veces pasa por el pulmón y al hacerlo podemos tener tosm y la tos nocturna es uno de los síntomas de parasitosis", apostilla.
Los que penetran por la piel --como el parásito 'strongyloides' o 'toxocara'-- pueden dar lugar a lesiones o a erupciones cutáneas sobre todo al penetrar en la piel: "Es un tipo de lesión o de erupción cutánea como si se viera el gusanito en la zona por la que ha penetrado ('larva migrans'), en los pies si es caminando, o por las nalgas y el abdomen. Es una lesión que dura unos días y que pica mucho y esto también puede ser una manifestación".
Después los parásitos que llevan mucho tiempo en el intestino ocasionan una malabsorción, hay algunos que tapizan todo el epitelio intestinal, no dejan que se absorban bien los nutrientes, señala la doctora Velasco, de manera que incluso algunos le privan a la persona infectada de esos nutrientes y los síntomas en ese caso son anemia por falta de hierro, malnutrición y déficit de algunas otras vitaminas.
"Entre los síntomas se encontraría la diarrea, el malestar abdominal, el prurito anal, o la anemia. En los niños, por ejemplo, el rechinar de los dientes es un síntoma de anemia y de parasitosis por las noches", subraya esta especialista de la SEIMC.
Ahora bien, insiste en que no es frecuente la parasitosis en los niños, la prevalencia es baja, pero de aparecer sí es más frecuente que aparezca en ellos, que no en un adulto, puesto que cuentan con un mayor riesgo de tener parásitos intestinales porque juegan en los parques donde hay tierra que puede estar contaminada, o se bañan en el agua de las piscinas que no siempre está limpia, y puede contener los huevos de los parásitos o los quistes.
Entre los parásitos más frecuentes ahora mismo, aunque hay varios, la presidenta del Grupo de estudio de Patología Importada de la SEIMC apunta al 'cryptosporidium' y a la 'giardia'; otro frecuente en niños es ascaris; luego, asociado a los viajes, o a pacientes que procedan del extranjero donde es más fácil adquirir 'strongyloides', 'toxocara', o 'uncinarias'; en el agua contaminada los parásitos que penetran la piel son los esquistosomas, y afectan sobre todo al hígado y al riñón, pero también pueden dar afectación intestinal.
¿NUESTRO CUERPO PUEDE COMBATIRLOS POR SÍ SOLO?
Sobre si nuestro cuerpo es capaz de eliminarlos, la experta de la SEIMC señala que todo depende de la cantidad del parásito y si de la inmunidad de la persona es la adecuada. "Pero hay otros que no y hace falta un tratamiento. Otra cosa es que hay algunos parásitos que nos infectamos, entran en nuestro cuerpo y no dan síntomas. Si tenemos bien la inmunidad el parásito está controlado, no se multiplica y no nos da síntomas", agrega la doctora Velasco.
¿Cómo sospechar de ellos? Primero, apunta esta experta, que debe haber unos síntomas de partida que hagan dudar de la existencia o no de parásitos. Posteriormente, esto se puede comprobar a través de un análisis de sangre, donde verificar si hay una elevación de los eosinófilos, que sucede a veces, al igual que en el caso de las alergias.
"Cuando hay elevación de los eosinófilos en los análisis de sangre se puede sospechar de ello. Pero no todo el mundo los tiene elevados en estos casos. Después, se realiza un análisis de las heces (análisis coproparasitario), que lo hace un parasitólogo; al tiempo que se puede realizar una observación directa al microscopio de las heces, y también mediante técnicas moleculares en algunos tipos de parásitos", detalla la doctora, a la vez que precisa que algunos parásitos podemos saber si se ha estado en contacto con ellos o no en la serología, al contrastar la respuesta de los anticuerpos.
El tratamiento en estos casos depende del parásito, tal y como ultima la portavoz de la SEIMC, e indica que son tratamientos orales la mayor parte de ellos, es decir, con medicación, si bien indica que es difícil encontrar algunos de ellos porque los medicamentos son extranjeros en algunas ocasiones.