MADRID, 25 Jul. (EUROPA PRESS) -
Los sistemas inmunitarios desarrollan genes específicos para combatir bacterias comunes como las que se encuentran en los alimentos, según demuestra una nueva investigación publicada en la revista 'Science'.
Teorías anteriores sugerían que los péptidos antimicrobianos --una especie de antibióticos naturales-- tienen una función general en la eliminación de una serie de bacterias. Sin embargo, el nuevo estudio examina cómo el sistema inmunitario de la mosca de la fruta se ve afectado por las bacterias presentes en su alimentación y su entorno.
Los investigadores, del Instituto Federal Suizo de Tecnología y de la Universidad de Exeter, descubrieron dos péptidos que controlan cada uno una especie bacteriana común a las moscas. "Sabemos que la alimentación y el entorno de un animal determinan las bacterias que encuentra", explica el doctor Mark Hanson, del Centro de Ecología y Conservación del Campus Penryn de Exeter (Reino Unido).
Esto, a su vez, da forma a su microbioma (el conjunto de microbios que viven dentro y fuera de su cuerpo), y nuestro estudio muestra cómo los sistemas inmunitarios evolucionan en respuesta a ello para controlar bacterias comunes que, de otro modo, podrían causar daños".
En términos inmunológicos, se confirma el dicho de que "somos lo que comemos": el sistema inmunitario de las moscas contiene péptidos con funciones muy específicas para controlar las bacterias comunes". Una de estas bacterias, la 'Acetobacter', presente en las frutas que comen las moscas (y en las que comen los humanos), puede dañar a las moscas si escapa del intestino y llega al torrente sanguíneo.
Pero el estudio, financiado por la Fundación Nacional Suiza para la Ciencia y la Fundación Novartis, demuestra que varias especies de moscas tienen un péptido específico (Diptericina B) para controlar el 'Acetobacter'. "Este péptido es la 'bala de plata' que mata esta bacteria específica --explica Hanson--. Sin él, las moscas son extremadamente vulnerables porque el Acetobacter es muy común en la fruta podrida".
El estudio también aporta pruebas de "evolución convergente", es decir, cuando especies distintas desarrollan respuestas similares a los retos de su entorno. En este caso, las especies de moscas del estudio divergieron de un ancestro común hace unos 100 millones de años, pero ambas desarrollaron un péptido Diptericina B para controlar el 'Acetobacter'.
Mientras tanto, las especies de moscas estrechamente emparentadas que no se alimentan de fruta han perdido sus péptidos de Diptericina B con el tiempo, porque el 'Acetobacter' ya no es común en su entorno.
Según Hanson, este proceso evolutivo podría ayudar a explicar la susceptibilidad humana a ciertas infecciones. "La forma en que nuestro cuerpo combate las infecciones es realmente compleja. Pero este tipo de investigación nos ayuda a ver nuestro sistema inmunitario desde una nueva perspectiva --asegura--. Espero que nos haga preguntarnos por qué nuestro sistema inmunitario está hecho como está hecho. Eso puede ayudarnos a combatir las infecciones, incluidas las resistentes a los antibióticos".
"Estudios como éste producen observaciones fundamentales sobre la vida, y a su vez éstas pueden tener aplicaciones cruciales en el mundo que nos rodea", concluye.