MADRID 29 Ago. (EUROPA PRESS) -
Los síntomas psicológicos influyen más que las variables espirométricas en la calidad de vida de los pacientes con fibrosis quística, según ha evidenciado un estudio realizado por la Asociación de Neumología y Cirugía Torácica del Sur (Neumosur). Así se ha mostrado en la investigación realizada en conjunto con especialistas del Hospital Costa del Sol de Marbella y del Hospital Carlos Haya de Málaga.
De esta forma, los investigadores han hallado una alta prevalencia de síntomas depresivos y ansiosos en estos pacientes, siendo ésta "mucho mayor" que en la población general. Y es que, ya los últimos estudios afirmaban que entre un 29 y un 46 por ciento de estos enfermos sufren depresión, frente a entre un 5 y un 17 por ciento de personas sanas que la padecen.
Algunos de los datos que arroja este estudio son los índices de depresión y ansiedad en los pacientes, siendo éstos del 21,5 por ciento y del 31 por ciento, respectivamente. No obstante, los expertos no han encontrado diferencias significativas entre ambos sexos.
Por otra parte, en relación con los niños y adolescentes en edad escolar con fibrosis quística, los pocos estudios realizados muestran un índice de depresión que oscila entre el 11 y el 14,5por ciento, reduciéndose a una franja comprendida entre el 2 y el 6 por ciento en menores libres de la enfermedad.
ES RECOMENDABLE UN CRIBADO ANUAL PARA DEPRESIÓN EN ESTOS ENFERMOS
Además, el estudio ha demostrado que los síntomas psicológicos "condicionan una peor calidad de vida independientemente de la afectación pulmonar", aseguran. Por ello, los enfermos con patología pulmonar moderada o grave y puntuaciones altas en depresión "mostraron resultados significativamente peores" que aquellos con enfermedad pulmonar grave pero sin síntomas depresivos, señalan.
Ante esto, los expertos de Neumosur recomiendan la realización de un cribado rutinario y estandarizado anual para depresión y ansiedad. De hecho, lo aconsejan "tanto en los pacientes de fibrosis quística como para sus cuidadores".
Y es que, los afectados por esta enfermedad, y que además tienen depresión, "son menos adherentes a las pautas de tratamiento correctas, utilizan más recursos sanitarios y presentan una mayor probabilidad de desarrollar conductas de riesgo", concluyen.