Ser demasiado bueno puede pasarte factura

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Publicado: miércoles, 5 junio 2024 8:29

   MADRID, 5 Jun. (EDIZIONES) -

    Por naturaleza tendemos al bien, nuestro potencial es siempre ir hacia el bien. No queremos otra cosa, pero por el camino en esa búsqueda del bien podemos encontrar el mal, hacer cosas que no sean las convenientes, o tener experiencias que nos fastidian, por ejemplo.

   Así lo defiende en una entrevista con Infosalus Xavier Guix, psicólogo general sanitario, y postgrado en Psicopatología clínica, con labor terapéutica en el Kairós Institut, autor de 'El problema de ser demasiado bueno' (Arpa), quien resalta que hacer el bien en ocasiones puede convertirse en algo patológico: "Cuando la función de hacer el bien parte de una intención que es lograr el amor, el reclamo, la aceptación de los demás, y con tal de lograr esa aceptación caemos en conductas de obediencia, de complacencia, o sumisión, por ejemplo".

   Cuando caemos en "esas trampas" dice que nos perdemos a nosotros mismos y nos entregamos al otro para adaptarnos a él y lograr ser amados y aceptados, mientras que nos olvidamos de nosotros.

    "Lo que todo el mundo quiere es ser amado, venga de donde venga. Y aquí viene la gran equivocación de los que son excesivamente buenos porque se pierden a consta de los demás, y construyen su vida a partir de los deseos y necesidades de los demás y no de las propias; es una desconexión de sí mismas para favorecer a los demás. Esa disponibilidad a darse a los demás es una misericordia mal entendida, es un exceso y una extralimitación", agrega.

NO SE MUESTRA LO QUE UNO SUFRE POR DENTRO

   Así, resalta este experto que al final, al buenazas, lo tratan de bobo, de ingenuo, lo manipulan, no lo tienen en cuenta, lo acaban utilizando, porque como se adapta a todo y todo le va bien, con él no se cuenta. "Pero ir de buenazo tiene un precio caro; renunciar a ti, y esto significa que no sabes quién eres y te pierdes a ti mismo, y te conviertes en una persona que complace a los demás, quedando bien ante los demás, y haciendo lo que los demás esperan, y todo esto es una renuncia de uno mismo", subraya Guix.

   Pone en riesgo la salud mental de una persona ya que, según argumenta, desde el punto de vista psicológico las personas que son demasiado buenas sufren lo que se llama una 'disociación': "El que va de buenas se disocia entre lo externo y lo interno. No muestra casi nunca lo interno, lo vive para sí, y no lo exterioriza. Siempre exterioriza que no tiene problemas, que todo le va bien; de manera que esa persona tiene una doble vida, externa e interna, y esto pasa factura en salud mental y tiene dos componentes importantes".

UNA DOBLE VIDA Y LA IRA REPRIMIDA

   En primer lugar, advierte aquí de que si se disocia demasiado, la persona acaba teniendo una doble vida, y tiene esa parte interna que necesita vivir ocultamente, poniendo de ejemplo personas que tienen muchos amantes, dobles relaciones, o que están por ejemplo suscritos a páginas de juego o de porno sin que nadie lo sepa; en definitiva, dice que son personas que hacen cosas que nadie sabe que hacen porque tienen que vivir ocultamente, y se dejan un espacio para sí, pero lo esconden.

   Después apunta a lo que llama en el libro como 'la ira reprimida', aquella que tiene lugar en quienes aguantan y aguantan hasta que al final "acaban petando, se sienten mal, se sienten culpable, y vuelven al redil".

   Por eso, Xavier Guix resalta que hoy sabemos que gran parte de las enfermedades psicosomáticas tienen que ver con la represión del dolor emocional, de la tristeza, y sobre todo de la ira. "Las contracturas, los dolores de espalda, y una larga infinidad de enfermedades menores tienen mucho que ver con la represión de la ira, y con aquello que no sacamos y que se queda dentro, como energía densa que acaba afectando al propio cuerpo", destaca.

¿HAY QUE VIVIR HACIENDO SIEMPRE LO QUE SE DEBE?

   Por eso, aconseja ante este tipo de situaciones discernir sobre qué es lo que se debe hacer, que no tiene por qué implicar el desobedecer. El deber, tal y como prosigue, debe existir pero debe ser discernido y elegido por la persona, no algo impuesto y a lo que obedecemos por sumisión. "Uno tiene que tener sentido del deber, pero el primero, es el deber consigo mismo, y por lo que la vida nos trae", afirma.

   Además, aquí le preguntamos porque hay personas que no soportan hacer el mal, y siempre quieren hacer el bien, a lo que este psicólogo general sanitario responde que todo siempre es una decisión personal, y mientras se viva como actitud en la vida está muy bien.

   "Escuchamos mucho este discurso, hay mucha gente que no quiere hacer el mal, es una actitud vital", y sobre la que alerta una dificultad a la hora de poner los límites. "En el adulto son la propia definición de cada uno, por eso el buenazo tiene problemas porque no se define a sí mismo, y al no hacerlo no delimita el campo al que puedes acceder a esa persona", manifiesta este experto.

HACER SIEMPRE EL BIEN A UNO MISMO PRIMERO

   Por tanto, aboga por que cada uno haga siempre el bien, pero defiende la importancia de hacer primero el bien para uno mismo, en el sentido de que tengo que formar parte de ese bien. "Hacer el bien empieza por hacer el bien a sí mismo, y al hacerlo lo queremos ya para el otro y para el mundo", subraya.

   Recuerda en última instancia que hay "una bondad de la buena," que es hacer el bien, y sobre todo, hay un camino de regreso a casa, que es encontrarse a uno mismo, la propia brújula interior, hacia donde se dirigen nuestros deseos, que es lo que queremos hacer en esta vida y dedicarnos a ello. "También nos puede venir bien el quitarle peso a lo de fuera, porque tampoco somos tan importantes para los demás", concluye Xavier Guix.