MADRID, 20 Sep. (EUROPA PRESS) -
El estudio de las respuestas de los murciélagos al SARS-CoV-2 puede proporcionar información clave sobre cómo y cuándo utilizar mejor las terapias existentes para el COVID-19, y para desarrollar nuevos tratamientos, según una nueva investigación, publicada en la revista 'Science Immunology'.
La revisión, dirigida por el profesor Marcel Nold y la profesora asociada Claudia Nold, del Departamento de Pediatría de la Universidad de Monash y el Instituto Hudson de Investigación Médica, escrita en colaboración con colegas de Australia y China, es una importante revisión de cómo el virus que ha causado la actual pandemia causa estragos en el sistema inmunológico humano.
Desde que se identificó por primera vez en diciembre de 2019, el SARS-CoV-2 ha mutado, y las cepas variantes Alfa, Beta y Delta son más infecciosas que la cepa original. En concreto, la cepa Delta vuelve a ser entre un 60% y un 79% más transmisible que la mutante Alfa, y presumiblemente más mortal, según el profesor Nold. Afirma que sigue siendo urgente "la necesidad de terapias eficaces, al menos en parte debido a la aparición de mutaciones".
Los autores advierten de que "prevenir la infección por el SARS-CoV-2, o permitir que los pacientes la erradiquen, representa el objetivo final en la lucha contra el COVID-19: pero no se sabe cuándo será posible cualquiera de las dos cosas de forma fiable".
"Por lo tanto, los esfuerzos por identificar terapias seguras y eficaces para evitar que el COVID progrese a las fases moderada y grave de la enfermedad, son fundamentales en la lucha contra la enfermedad", señala el profesor Nold.
Los murciélagos contraen el virus pero desarrollan una enfermedad mínima. Los autores afirman que "impedir la progresión a la enfermedad grave o tratarla eficazmente -en otras palabras, emular a los murciélagos- aliviaría notablemente el sufrimiento y salvaría vidas".
Según el profesor asociado Nold, el estudio de la forma en que los murciélagos resisten a los coronavirus es muy prometedor no sólo para las infecciones por SARS-CoV-2, sino que también "nos preparará mejor para la próxima epidemia o pandemia".
La revisión afirma que el ancestro común del actual virus COVID apareció probablemente en los murciélagos hace entre 40 y 70 años, "aunque la especie exacta de murciélago o el huésped intermedio implicado en el brote de 2019 sigue siendo difícil de determinar".
Aunque los murciélagos pueden infectarse con el SARS-CoV-2, no muestran efectos clínicos ni presentan los mismos problemas en los pulmones que tanto afectan a los humanos.
Los autores sugieren que algunas de las formas en las que los murciélagos parecen resistir al COVID podrían utilizarse en la terapéutica, como por ejemplo afinando la respuesta inmunitaria humana al virus de formas que los murciélagos parecen utilizar, incluyendo el refuerzo de las respuestas de interferón tipo I y III o -una vez que se ha desarrollado la enfermedad grave- el bloqueo de los inflamasomas para imitar lo que ocurre en los murciélagos.
El profesor asociado Nold afirma que esto "podría minimizar la inflamación excesiva, el agotamiento inmunitario y las tormentas de citoquinas que se experimentan en los humanos".
Sobre la base de estos conocimientos, los autores interdisciplinarios comentan las mejores estrategias en cuanto a la elección y el momento de los diversos tratamientos disponibles en la actualidad, así como las vías actualmente subdesarrolladas que pueden ser prometedoras para aliviar el sufrimiento causado por la COVID-19 en todo el mundo.