MADRID, 25 Abr. (EDIZIONES) -
Se confunden muchas veces la rosácea, con la cuperosis (un tipo de rosácea), y con la piel sensible; cuando en principio son entidades más o menos diferentes. Lo idóneo siempre en todos los casos es acudir a un dermatólogo para que nos aconseje sobre nuestro tipo de piel y cuáles pueden ser sus mejores cuidados.
En este caso charlamos con Europa Press Salud Infosalus con Clara Ureña, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), y especialista en el Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada, para que nos ayude a diferenciar entre estos tres conceptos.
QUÉ ES LA ROSÁCEA
Empezamos preguntándole por la rosácea, una enfermedad inflamatoria y crónica de la piel, es decir, que es prácticamente para toda la vida, y que afecta sobre todo a la cara, aunque también puede hacerlo a otras localizaciones como el escote o las orejas, aclara esta especialista.
"Suele ser frecuente en fototipos bajos de piel; en personas con la piel y los ojos claros. Se reconoce por un enrojecimiento facial, que puede ser intermitente o continua, que se acompaña de picor o de escozor, y en algunos casos se tendrán lesiones de tipo inflamatorio (granos)", indica.
A día de hoy la doctora Ureña resalta que se desconocen sus causas, pero de manera genérica dice que responde a una reacción infamatoria desproporcionada en personas predispuestas a ello. "Si fuéramos a la raíz del problema tenemos por un lado que pensar en las glándulas sebáceas, que están hipertrofiadas, es decir, que son de un tamaño mayor de lo real, y al mismo tiempo producen más grasa", apunta esta dermatóloga.
A su vez, cita que en la superficie de la piel tenemos una mayor inflamación y ahí aparecen esos granitos rojos y pústulas blancas. "Es una inflamación, además, que cuando se perpetua en el tiempo hace que la piel se debilite, su función barrera, de manera que está inflamada, tiene mucha grasa, y que como no funciona adecuadamente pierde agua", detalla.
Los vasos además están dilatados, no están rotos ni son atípicos, pero si están dilatados de manera habitual, tal y como continúa explicando, para agregar que "el último culpable de esta cadena de inflamación" es el 'demodex', un ácaro que lo tentemos en la piel, y en los pacientes con rosácea está en mayor cantidad, y genera más inflamación que en quienes no tienen rosácea.
TRATAMIENTO DE LA ROSÁCEA
Dentro de las posibles causas, esta miembro de la AEDV lamenta que no hay ningún tratamiento que aborde todas ellas: "Se debe poner en marcha un tratamiento holístico o centrado en el factor que más influye en cada paciente. De manera general, se puede tener mucho cuidado con el sol, usar sobre todo los fotoprotectores minerales, que son los que estos pacientes toleran mejor; así como hacer un lavado diario con productos suaves para estas pieles tan sensibles como los polihidroxiácidos (exfoliantes químicos), para evitar una peor tolerancia de los mismos".
Según concreta la experta del Hospital Virgen de las Nieves de Granada, el tratamiento médico se clasifica en oral, sistémico, o tópico; y en función del subtipo de rosácea. "Y para los casos más específicos pueden servir los láseres y la luz pulsada", añade.
QUÉ ES LA CUPEROSIS
Así, reconoce esta dermatóloga que es "complicado" diferenciar la rosácea de la cuperosis porque realmente esta última es un subtipo de rosácea: "Lo que tenemos son pacientes con rojez en la zona de las mejillas o de la nariz por esos vasos que están más dilatados".
Eso sí, precisa que entre las causas de la cuperosis, en concreto a estos pacientes les afectan los cambios de temperatura, el estrés, el alcohol, así como el ejercicio físico, causas de que aumenten el calibre de los vasos.
Sobre su tratamiento, esta especialista en Dermatología apunta que en estos casos "ligeramente" iría bien el láser o la luz pulsada; aunque reconoce que en el largo plazo "no hay tratamiento médico para la cuperosis que dé buenos resultados porque el efecto rebote suele ser frecuente".
QUÉ ES LA PIEL SENSIBLE
Con ello, la doctora Clara Ureña, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología, recuerda que la piel sensible es una alteración de la piel, no enfermedad como tal, y resalta que es tratable: "Se identifica una piel sensible como aquellas que reaccionan de manera exagerada a factores externos, como pueden ser los cosméticos, otros irritantes, o los cambios de temperatura; y se identifica con enrojecimiento y picazón, pero otras veces tenemos esos datos que nos da el paciente de sensación de tirantez y de molestia".
A la hora de distinguir la piel con rosácea de la piel sensible reseña que ésta es un estado alterado de la piel. "Todos los pacientes con rosácea y cuperosis sí tienen la piel sensible, porque tienen esos síntomas de tirantez, esas molestias, y picor; pero no todos los pacientes con piel sensible no tienen por qué tener rosácea. Por eso la manera de distinguirlo es descartando que existe esa rosácea", subraya la dermatóloga.
Se trata, según prosigue, de una piel debilitada, donde la función barrera no actúa adecuadamente, por lo que defiende que lo que hay que hacer en estos casos siempre es reforzarla. "Es una piel perezosa porque la hemos acostumbrado a lo mejor, a determinados tratamientos cosméticos o hidratantes, o bien porque tenemos esa predisposición a la piel sensible", remarca.
Entonces hay que activarla y transformar esa piel sensible en una piel sana y normal, tal y como defiende, apostando en estos casos por el empleo del retinol, "con el que podemos intentar mejora la piel, o incluso cambiarla totalmente, y transformarla en una piel normal y fuerte".
Aquí precisa la doctora Ureña que el retinol, a pesar de ser un irritante como mucha gente sabe, va renovando la epidermis, y aunque al principio puede ser molesto para el paciente, con el paso del tiempo puede ir renovando esa capa superficial de la piel y hacer que con el paso del tiempo se consiga una piel más brillante y fuerte, y con mayor resistencia a todos esos estímulos que ocasionaban molestias en el pasado.
En último lugar destaca la miembro de la AEDV la importancia de la fotoprotección, con productos respetuosos, con pieles sensibles o para la rosácea. "Son idóneos en estos casos los fotoprotectores minerales", zanja la experta, al mismo tiempo que recuerda la importancia de que un dermatólogo aconseje al paciente antes de usar cualquier producto.