MADRID, 24 Ago. (EDIZIONES) -
Un niño altamente sensible nace con un sistema nervioso característico que hace que se sienta y se emocione más que el resto. En la mayoría de los casos los menores lo manifiestan en su comportamiento. No es una enfermedad, es un rasgo de personalidad, pero si este aspecto se desatiende sí que puede dar lugar a una serie de trastornos.
“Perciben los estímulos de forma más intensa que el resto de niños, y también procesan más información en las situaciones nuevas. Por ejemplo, lo manifiestan en contextos sociales, con sus primeras interacciones con iguales. En clase, cuando hacen uso de factores cognitivos, como la atención o la expresión de su creatividad”, explica a Infosalus la presidenta de la Asociación Española de Profesionales de la Alta Sensibilidad (PAS España) Manuela Pérez Chacón.
Esta psicóloga clínica alerta además de los detalles que pueden demostrar que se trata de un niño altamente sensible: molestias hacia algunos tejidos, no soporta los ruidos, o el hecho de que ciertos olores le resultan insoportables, por ejemplo. “Aunque no todo son molestias, y los niños altamente sensibles parecen ser muy despiertos, de gran creatividad y emocionalmente contagiosos”, indica.
En concreto, desde PAS enumeran los 4 factores que no deben faltar en una persona altamente sensible: la profundidad de procesamiento o dar vueltas a los mismos pensamientos y a llevar a cabo un análisis profundo de estos; gran intensidad emocional en cada una de sus emociones; sensibilidad hacia las sutilezas; la sobrestimulación o saturación.
Aparte de estas características necesarias para determinar si una persona posee el rasgo de la alta sensibilidad, la asociación dice que existen otras características generales:
-Suelen manifestar a través de la piel el estrés físico y emocional.
- Son personas que pueden sentirse afectadas por los ruidos y especialmente con aquellos inesperados.
-Las luces brillantes pueden ser un estímulo excesivo para la persona altamente sensible y necesite apartarse o regular su exposición a éstas.
-En el plano emocional vive de manera intensa las decepciones.
-La creatividad y gusto por las artes suelen estar presentes en personas de Alta Sensibilidad.
-Los niños altamente sensibles pueden presentarse a priori como tímidos o introvertidos.
-Prefieren entender la vida desde un punto colaborativo a competitivo.
-Tiene un concepto general sobre la humanidad y les cuesta entender la existencia de guerras y conflictos bélicos.
NO ES UNA ENFERMEDAD
Así, Manuela Pérez insiste en que la alta sensibilidad no se trata de un trastorno que se deba corregir, sino de un rasgo de personalidad que se debe atender en función de las necesidades que puedan ir surgiendo.
“Desde edades tempranas puede descubrirse la alta sensibilidad. Parece ser un rasgo innato. Se puede manifestar con llamadas de atención o berrinches. También pueden mostrar altas capacidades intelectuales en algunas áreas del desarrollo del menor. Por ejemplo, un bebé al sentirse incómodo ante la aspereza de una sábana puede llorar desmesuradamente”, advierte la presidenta de PAS.
Además, dice que estos niños pueden demandar más tiempo de contacto físico con su madre al sentir esa necesidad. “En caso de menores en la etapa infantil, pueden parecer estar en su mundo, cuando su realidad es que se sienten felices bajo el juego imaginativo. En general podríamos hablar de características no habituales y que llaman la atención de sus padres o educadores. Sin embargo, no siempre es sencillo su diagnóstico, y desde la asociación solemos tomar como edad orientativa los 3 años a la hora de realizar algún tipo de valoración definitiva”, afirma.
Por otro lado, desde PAS España luchan por proteger a las familias y niños de diagnósticos erróneos ya que, según alerta, a veces son etiquetas que pueden condicionar negativamente al menor.
“Si un niño es altamente sensible quizás antes fue diagnosticado equivocadamente con un trastorno relacionado con la ansiedad, TDAH, autismo o incluso retraso mental. Pero no queremos decir que esto sea lo habitual. Las investigaciones sobre la calidad de la crianza en estos menores, llevadas a cabo por Michael Pluess, establecen que si la alta sensibilidad no es tratada adecuadamente pueden hacer aumentar las probabilidades de padecer depresión y ansiedad del individuo en su etapa adulta”, alerta la psicóloga clínica.
A su vez, indica que se cree que hay muchas relacionadas con enfermedades o problemas derivados del estrés. “Aún no disponemos de investigaciones contrastadas que lo afirmen con rotundidad, pero desde nuestra experiencia en consulta vemos que muchos casos presentan otros problemas asociados, como fobias, o el síndrome de estrés y ansiedad permanente o ‘burn-out’, que podrían ser derivadas de una mala gestión del rasgo.
“Hay indicios que nos indican que podría existir cierta correlación con problemas de la piel y enfermedades llamadas autoinmunes. Otros riesgos de no atender correctamente esta situación podrían ser la tendencia al aislamiento social, la incapacidad para gestionar sus emociones y los pensamientos persistentes. Sin embargo, la correcta orientación de sus vidas y el fomento de sus cualidades y habilidades pueden hacer de ellos personas de gran éxito y talento”, celebra la presidenta de la asociación.
Según subraya, es labor de los psicólogos y de neurólogos, psiquiatras o pediatras debidamente cualificados detectar este rasgo en los menores y no confundirlo con un trastorno. En el caso de que un profesional confirme que la persona presenta el rasgo altamente sensible, su trabajo se debe centrar en resolver los problemas derivados de éste.