MADRID, 16 Mar. (EDIZIONES) -
La fibrilación auricular es la arritmia más frecuente, ya que afecta a más de 600.000 españoles y es la responsable alrededor del 35% de todos los ictus. Globalmente, se estima que el riesgo de sufrir fibrilación auricular de una persona que haya alcanzado la edad de 40 años, en el transcurso del resto de su vida, está en torno al 25 por ciento. Los reconocimientos médicos habituales así como la incidencia sobre el control de los factores de riesgo cardiovascular son básicos para prevenir el desarrollo del ictus y de fibrilación auricular.
Según explica a Infosalus el doctor Luis Manzano, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), la fibrilación auricular, un tipo de arritmia cardíaca, puede permanecer asintomática y detectarse cuando da lugar a un ictus. "Aproximadamente un 75 por ciento de los ictus son isquémicos y un 25 por ciento hemorrágicos. El ictus cardioembólico provocado en su mayoría por la fibrilación auricular representa al menos el 20 por ciento del total de ictus y el 30 por ciento de los de origen isquémico", comenta el doctor.
Cuando un ictus se presenta lo hace de forma aguda, brusca, de repente, y su sintomatología varía en función de la zona del cerebro afectada. Se trata de una lesión cerebral producida por un problema de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro. Pueden ser hemorrágicos, por rotura del vaso sanguíneo, e isquémicos cuando lo que sucede es la obstrucción del mismo.
"Gracias a los reconocimientos médicos habituales que llevan a cabo los médicos de familia a la población general, se consiguen detectar numerosos casos asintomáticos y se previene la aparición de ictus mediante un tratamiento anticoagulante", señala el doctor Manzano, especialista de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca y Riesgo Vascular (UICARV) del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Ramón y Cajal de la Comunidad de Madrid.
Las arritmias cardiacas son todos aquellos ritmos del corazón anormales, ya sean por un aumento de la frecuencia cardiaca (taquiarrítmias) o por una disminución (bradiarrítmias). Algunas de ellas son benignas, mientras que otras pueden favorecer la aparición de problemas médicos relevantes como un ictus.
"Dentro de las arritmias existen algunos tipos que tienen tendencia a producir coágulos que se adhieren en las cavidades cardiacas. Posteriormente el coágulo puede desprenderse y, a través de los vasos sanguíneos, llegar al cerebro, obstruir un vaso y producir un ictus. Este tipo de ictus isquémico se denomina cardioembólico y la arritmia que habitualmente lo provoca es la fibrilación auricular", comenta el especialista.
¿CÓMO IDENTIFICAR LA FIBRILACIÓN AURICULAR?
El síntoma fundamentalmente de la fibrilación auricular son las palpitaciones. En muchas ocasiones no originan ninguna manifestación y lo sospecha el profesional sanitario al auscultar o tomarle el pulso al paciente. Otras veces su manifestación inicial es un ictus o la aparición de una insuficiencia cardiaca. Se estima que aproximadamente el 10 por ciento de la población que padece una fibrilación auricular está sin diagnosticar.
"El diagnóstico se realiza por el electrocardiograma, pero a veces la fibrilación auricular es intermitente y en el momento que se hace el electrocardiograma no se observa. En estos casos, si la sospecha es consistente, se debe hacer un registro electrocardiográfico de al menos 24 horas, lo que se denomina un 'Holter'", afirma el doctor Manzano, también director del Centro de Apoyo a la Docencia en Ciencias de la Salud de la Universidad de Alcalá.
FACTORES DE RIESGO
La prevención resulta clave para evitar su desarrollo y mitigar sus consecuencias. Las personas con mayor riesgo de sufrir un ictus, ya sea isquémico o hemorrágico, son aquellos que padecen lo que se denomina factores de riesgo cardiovascular, cuyos efecto inciden en lo vasos sanguíneos y en el corazón. Estos son fundamentalmente la diabetes mellitus, la hipertensión arterial, el aumento del colesterol y el tabaco.
Existen otros factores de tipo hereditario que también influyen, como tener familiares de primer grado que hayan sufrido un problema cardiovascular a edades relativamente jóvenes.
Durante mucho tiempo estos factores producen lesiones vasculares o cardiacas que pasan inadvertidas hasta que bruscamente se produce el ictus. Por ello, lo fundamental es la prevención mediante un adecuado control de los factores de riesgo, que deberá ser especialmente estricto en aquellos casos con antecedentes en familiares jóvenes.
En el caso de la fibrilación auricular, la arritmia que habitualmente se asocia a un ictus, las causas o factores que favorecen su aparición son fundamentalmente el envejecimiento, la hipertensión arterial y enfermedades propiamente cardiacas como problemas valvulares o de coronarias, y la presencia de insuficiencia cardiaca. Los factores antes comentados de riesgo para ictus inciden también en el desarrollo de la fibrilación auricular.