MADRID, 25 Ago. (EUROPA PRESS) -
Una de las frases que más hemos podido oír durante esta pandemia es que su máximo protagonista, el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, no entiende de clases sociales, y puede contagiar a cualquiera. Eso es cierto, pero como todo en esta vida, hay matices, y todo depende del prisma con el que se mire.
El médico de familia Javier Padilla y el epidemiólogo Pedro Gullón han escrito Epidemiocracia (Capitán Swing), un manual con el que pretenden refutar esta afirmación y defender que las epidemias no son fenómenos que se producen de una forma única y natural, y fuera de un contexto social, político, o económico, sino que son fruto de cómo nos interrelacionamos entre todos nosotros.
En una entrevista con Infosalus, el también experto en Medicina preventiva y salud pública, Pedro Gullón, asegura que los virus sí que entienden de clases sociales, partiendo de la base de que en nuestra sociedad existen diferentes estructuras de poder, económicas, de raza o de género, que hacen que vivamos de una u otra manera esta pandemia.
Según defiende, en función de cuál sea nuestra renta, género o etnia, por ejemplo, estaremos en una clase social u otra, y esto en su opinión, implica que nos comportaremos de una manera diferente y nos afectará toda situación de pandemia de una u otra forma. Si estamos en una clase social más baja tendremos una casa peor, y soportaremos en peores condiciones el confinamiento, no tendremos un chalé espacioso con jardín y piscina, que nos ayudará a llevarlo mejor, señala.
Otro matiz sobre el que Gullón llama la atención es que el COVID-19 es más grave en quienes tienen enfermedades crónicas. Esta estratificación social ocurre, y las personas de clase social más baja tienen hasta dos o tres veces más probabilidad de padecer diabetes y obesidad que las clases más altas. Esto les pone en una situación de más exposición al virus, y de más vulnerabilidad a sus consecuencias. Como hemos destacado, es más letal entre quienes tienen enfermedades crónicas, explica.
DEPENDEMOS DE LOS DEMÁS
Insiste también en que la intención del libro que ha escrito junto a Javier Padilla, ambos miembros del Colectivo Silesia (un laboratorio de ideas sobre políticas de salud), es intentar hacer ver que todos en una situación de epidemia somos interdependientes de los demás: Que yo esté bien depende de que el de al lado esté sano. Cuando se intentó transmitir esta interdependencia se intentó igualar el riesgo, pero esta interdependencia se hace de una situación de bastante privilegio, donde no es lo mismo pasar la cuarentena con otras dos familias en un piso de 40 metros cuadrados o en un chalé.
Esta nueva situación daría lugar al nombre del libro Epidemiocracia, un juego de palabras, según confiesa el epidemiólogo Pedro Gullón, entre la epidemia, lo que estamos viviendo en últimos meses, y la democracia, y donde ambas palabras comparten la misma raíz latina, el demos que es el pueblo: Nadie está a salvo si no estamos todos a salvo, y con ello queremos resaltar que las epidemias son fenómenos fruto de cómo nos interrelacionamos todos nosotros.
Así con todo, el médico especialista en Medicina preventiva y salud pública remarca que tendrán más posibilidad de contagio aquellas personas con más contactos sociales y quienes estén más hacinadas, y en sitios cerrados.
Asimismo, apunta hacia las personas que cuidan, hacia todo el personal sanitario, social, hacia las personas que trabajan en residencias y han estado más expuestas. El profesional sanitario estuvo reclamando más medidas de precaución en el momento más agudo y grave de la pandemia, y donde se sintieron abandonados por parte de la administración. Todo ha estado en una situación bastante límite, señala Gullón.
LA EPIDEMIA DE COVID-19 NO ES ALGO AISLADO
A su juicio, cree también que se debería pensar en esta pandemia de COVID-19 no como algo aislado, sino como una crisis matrioska, como la muñeca rusa, ya que según argumenta, esta crisis sanitaria está inmersa en una crisis social y económica de la que no se ha salido desde 2008, y a su vez está metida en una crisis mayor que es la emergencia climática. Todas ellas confluyen de alguna manera para provocar la situación actual. Los hechos como el coronavirus ocurren en una situación concreta y sus respuestas tienen que ir en la línea de pensar en todas las crisis que confluyen a la vez, defiende Gullón.
Por otro lado, el también miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) cree que para que la sanidad pública española sobreviva ante un posible y futuro rebrote de COVID-19, se debe intentar dejar de pensar en que sólo para superarlo se necesitan más camas en los hospitales.
Clásicamente quienes se dedican a la gestión sanitaria dividen los sistemas públicos en dos: Los sistemas estilo seguridad social como el alemán, donde existen varios seguros que pueden ser públicos e intentan capturar a los ciudadanos para que vayan con ellos; y por otro lado, el sistema nacional de salud, que tiene como ejemplo a España y Reino Unido, donde su financiación viene vía impuestos y los derechos de asistencia se adquieren por ciudadanía, detalla.
Según señala, estos dos tipos de sistemas ofrecen sus respuestas ante una crisis como la que estamos viviendo en función de cuáles sean sus fortalezas. En el caso del sistema español, apunta a la atención primaria, es donde más hay que reforzar la ayuda ahora para enfrentarnos al COVID-19.
Es más, el especialista en Medicina Preventiva y salud Pública advierte de que no podemos pretender en España que nuestro sistema público de salud se parezca al alemán, puesto que funciona de otra manera, a partir de seguros que intentan competir por pacientes, por lo que siempre tienen camas libres para intentar captar a esos pacientes.
Esa no es nuestra fortaleza. La nuestra es la atención primaria, más basada en el barrio y en la salud pública, y ahí debemos intentar alejarnos del hospitalcentrismo, que es la primera respuesta que tuvimos en España. Pero no podemos negar que en el momento más agudo de pandemia sí es necesario expandir los hospitales para afrontarlo todo. Por tanto, debe ser un sistema sanitario resiliente, donde igual no necesitamos todas las camas de UCI, pero sí la capacidad de disponer de ellas en caso necesario y de forma planificada, y que no sea como ha sido en algunos sitios como hasta ahora, algo caótico y desorganizado, reitera Gullón.
Por último, recuerda que en su libro, en la parte final, analizan lo sucedido en otras pandemias vividas y establecen los que, en su opinión, son algunos elementos básicos para construir la futura sociedad postpandémica. Defiende así un gran acuerdo de salud pública que, entre otros puntos, ponga de relevancia el necesario impacto de la salud en todas las políticas, tanto sociales, como económicas, y a la vez remarca la necesidad de que las políticas sanitarias tengan en cuenta el impacto sobre la actual crisis social y ecológica.