MADRID, 14 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un probiótico ampliamente utilizado estimula la formación ósea en ratones hembras jóvenes, según un estudio publicado este martes en la revista 'Immunity'. En respuesta al tratamiento con 'Lactobacillus rhamnosus GG' (LGG), otros microbios intestinales produjeron un metabolito llamado butirato, que a su vez activó las células inmunitarias que mejoran los huesos, incluidas las células T reguladoras.
"La importancia del estudio es que los probióticos son, al menos en ratones, un medio eficaz para aumentar la densidad ósea", afirma el autor principal del estudio, Roberto Pacifici, de la Universidad de Emory, en Atlanta, Georgia, Estados Unidos. "Se están realizando ensayos clínicos para validar la eficacia de los probióticos en humanos", agrega.
Las fracturas debidas a la osteoporosis pueden tener consecuencias devastadoras. Por ejemplo, las complicaciones de las fracturas de cadera conducen a tasas de mortalidad del 24 al 30 por ciento durante el primer año posterior a la lesión y a casi el 50 por ciento de las tasas de discapacidad permanente.
Desafortunadamente, la mayoría de los casos de osteoporosis no se tratan o se tratan de manera ineficaz debido al costo y los efectos secundarios de los medicamentos actualmente disponibles. Existe una necesidad urgente de identificar y desarrollar intervenciones económicas, seguras y efectivas tanto para la prevención como para el tratamiento de la osteoporosis.
Estudios a pequeña escala en pacientes con osteoporosis han informado de resultados positivos de la suplementación dietética con probióticos. En los animales, los probióticos pueden prevenir la pérdida ósea relacionada con la enfermedad, pero su influencia en el esqueleto sano sigue estando menos clara.
"Debido a que su mecanismo de acción en el hueso se desconoce, se les considera como algún tipo de tratamiento alternativo, esotérico y no probado --afirma Pacifici--. Nuestro objetivo era identificar un mecanismo biológico de acción de los probióticos, un mecanismo que tenga sentido para los científicos tradicionales, con la esperanza de que esto haga de los probióticos un tratamiento convencional".
EFECTOS A TRAVÉS DE LA ACTIVIDAD METABÓLICA DE MICROBIOS INTESTINALES
En el nuevo estudio, Pacifici y sus colegas descubrieron que la suplementación oral con LGG durante cuatro semanas aumentaba la formación de hueso en ratones hembras al estimular el crecimiento de bacterias intestinales productoras de butirato, incluida 'Clostridia'. En particular, la suplementación con LGG no elevó la masa ósea en ratones criados en un ambiente libre de gérmenes, lo que sugiere que este probiótico ejerce sus efectos indirectamente a través de la actividad metabólica de otros microbios que normalmente habitan en los intestinos.
La suplementación con LGG o butirato indujo la expansión de las células T reguladoras en el intestino y en la médula ósea, el tejido esponjoso dentro de algunos huesos. Esto hizo que las células T en la médula ósea secretaran una proteína llamada Wnt10b, que se sabe que es crítica para el desarrollo del hueso. Por el contrario, los tratamientos que inhibieron la expansión de las células T reguladoras impidieron la formación de hueso inducida por LGG y butirato.
"Nos sorprendió la potencia del microbioma intestinal para regular los huesos y la complejidad del mecanismo de acción de los probióticos --dice Pacifici--. En general, existe un gran interés en el concepto de que las bacterias intestinales regulan la función de los órganos distantes, pero no se sabe cómo sucede. Describimos un mecanismo detallado mediante el cual cambios en la composición del microbioma intestinal inducido por los probióticos afectan a un sistema lejano como el esqueleto".
LA CANTIDAD DE PROBIÓTICO, MÁS IMPORTANTE QUE EL TIPO DE PROBIÓTICO
'Lactobacillus' es el género más común de bacterias con actividades probióticas. Según los autores, es probable que los hallazgos generalicen más allá de LGG a otras bacterias que también producen ácido láctico. Sin embargo, queda por determinar si otros tipos de probióticos funcionan de la misma manera.
"Las controversias sobre los probióticos son: ¿funcionan de verdad y cuál es la mejor?", plantea Pacifici. "Demostramos que funcionan de verdad en el hueso. No se sabe cuál es el mejor. Sin embargo, el concepto emergente es que la cantidad de bacterias en una dosis de probiótico puede ser tan importante o incluso más que el tipo de probiótico usado. Es posible que la respuesta a los probióticos esté influenciada por la tensión del ratón, el género y la edad".
En el futuro, los investigadores explorarán el papel de la microbiota en enfermedades óseas distintas de la osteoporosis. También planean determinar si la suplementación con butirato podría prevenir y tratar la osteoporosis, y si los probióticos serían capaces de mejorar la salud del esqueleto en diversos estados de enfermedad. En el futuro, el uso de probióticos o butirato para aumentar el número de células T reguladoras puede encontrar aplicaciones más amplias, como en la medicina de trasplante o como tratamiento para afecciones inflamatorias y autoinmunes.
"Nuestros hallazgos deberán validarse en estudios con seres humanos --dice Pacific--. Si tiene éxito, esta investigación podría justificar el uso de butirato o probióticos como un tratamiento novedoso, seguro y económico para optimizar el desarrollo del esqueleto en personas jóvenes y prevenir la osteoporosis en personas mayores".