MADRID, 19 Jul. (EUROPA PRESS) -
Un grupo de investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nagoya (Japón) ha identificado las vías neuronales cerebrales que influyen en los comportamientos termorreguladores de las ratas, es decir, los procesos conductuales por los que todos los animales regulan su temperatura corporal en respuesta a los cambios del entorno.
Estos hallazgos, publicados en la revista científica 'Journal of Neuroscience', permiten comprender mejor la red neuronal del cerebro y también sugieren nuevas estrategias médicas para la prevención de los golpes de calor.
Todos los animales, incluidos los humanos, utilizan comportamientos termorreguladores para mantener la temperatura corporal dentro de ciertos límites, incluso cuando la temperatura ambiente es muy diferente. Las estrategias incluyen la búsqueda de espacios más cálidos o más frescos y el ajuste de la postura corporal. Ejemplos más concretos son una tortuga tomando el sol o una persona que utiliza el aire acondicionado y viste camiseta y pantalón corto en verano.
En un estudio anterior, este grupo de investigación ya demostró que el comportamiento termorregulador requiere una región del cerebro llamada núcleo parabraquial lateral (LPB). En su nuevo estudio, han identificado dos grupos diferentes de neuronas en el LPB que transmiten información termosensorial desde los termorreceptores cutáneos a distintas zonas del cerebro anterior.
Los dos grupos de neuronas forman vías termosensoriales distintas. El primer grupo transmite una sensación de frío y calor a una región denominada núcleo preóptico medio (MnPO). Mientras, el otro grupo transmite sólo una sensación de frío al núcleo central de la amígdala (CeA).
La amígdala se encuentra en las profundidades del lóbulo temporal del cerebro y es esencial para distintos aspectos del procesamiento emocional y el comportamiento, como la ansiedad, el miedo y la respuesta a la amenaza. Pero los investigadores no sabían que también participaba en el comportamiento termorregulador.
Los investigadores sospechan que las vías neuronales que identificaron forman emociones desagradables para impulsar comportamientos termorreguladores. Sus hallazgos pueden contribuir a comprender mejor las causas de los golpes de calor y la hipotermia. En algunas personas, es posible que las vías neuronales no formen emociones desagradables en respuesta a las sensaciones de calor y frío. En consecuencia, es posible que no actúen aunque cambien las temperaturas circundantes.
Para comprobar esta posibilidad, los investigadores bloquearon una de las vías termosensoriales de la LPB en ratas. Cuando se bloqueó la vía a la MnPO, las ratas no evitaron el calor, lo que llevó a algunas a experimentar aumentos de la temperatura corporal por encima del rango normal. Por el contrario, el bloqueo de la vía al CeA abolió el comportamiento de las ratas de evitar el frío.
Un proceso similar puede ocurrir en humanos, especialmente entre los adultos mayores. "A medida que las personas envejecen, la generación de molestias por frío y calor a través del LPB puede debilitarse debido a la menor sensibilidad a la temperatura de los termosensores de la piel. Esto puede provocar que no realicen su conducta termorreguladora", ha explicado Kazuhiro Nakamura, uno de los responsables de la investigación.
Por lo tanto, las personas mayores deben evitar basar su comportamiento termorregulador en factores subjetivos como las emociones. En su lugar, deberían responder a cambios objetivos en la temperatura y la humedad del aire. Por ejemplo, una persona debería trasladarse a un lugar más fresco basándose en las lecturas del termómetro y el higrómetro en verano, incluso cuando no experimente molestias.