MADRID, 24 Sep. (EDIZIONES) -
En principio todas las personas tenemos la capacidad de emocionarnos, pero unas personas se dice que son más sensibles que otras, se emocionan más que otras, cuando en realidad todos tenemos la misma estructura cerebral. ¿Por qué sucede esto? "Aprendemos acerca de las cosas que nos emocionan y nuestra cultura, nuestro entorno, nuestras experiencias moldean nuestra capacidad para emocionarnos. Por ello, ante determinados estímulos las personas respondemos de una u otra manera", asegura a Infosalus el doctor Iván Ballesteros.
Este biólogo y doctor en Farmacología y Terapéutica humana acaba de publicar 'Quiero aprender cómo funciona mi cerebro emocional' (Desclée de Brouwer) , una visión integral de la biología emocional, donde desgrana cuáles son las claves para saber cómo funciona lo que él llama como 'cerebro emocional'.
En su opinión, las emociones son importantes para la salud porque, por ejemplo, cuando una persona enferma, el sistema inmune se activa y al hacerlo secreta moléculas que actúan directamente sobre las neuronas del llamado 'cerebro emocional', produciendo a su vez cambios en nuestra conducta.
"Si nos constipamos estamos más tristes y con menos ganas de hacer cosas. Hay un cambio conductual, y esto no es por el malestar del constipado en sí, sino que es la respuesta orquestada por el organismo para luchar contra la enfermedad. Esto se conoce como 'comportamiento del enfermo ' o 'sickness behaviour'", aclara.
Después, Ballesteros indica que hay estudios que sugieren que un mayor bienestar emocional representa un buen pronóstico de buena salud. "Así, cuanto mejor bienestar emocional tenemos, mejor salud tendremos. Lo que ocurre es que no se conoce si el bienestar emocional afecta directamente a la salud, o al tener buena salud nos sentimos mejor emocionalmente. No se sabe a ciencia cierta", agrega.
QUÉ ES EL CEREBRO EMOCIONAL
Según indica, el cerebro emocional está constituido por aquellas estructuras cerebrales encargadas del proceso emocional. "En humanos serían principalmente las estructuras comprendidas en el sistema límbico y el córtex prefrontal. Este cerebro emocional surge en los mamíferos hace unos 170 millones y se ha conservado a lo largo de la evolución. Por ello, la capacidad para procesar la emoción aparece en la evolución antes de que lo haga el ser humano", subraya en una entrevista con Infosalus.com.
Sobre cómo funciona, Ballesteros señala que, básicamente se activa cuando nosotros o nuestro sistema nervioso detecta lo que se conoce como un 'estímulo emocionalmente competente', es decir, aquello que nos emociona.
"Cuando lo detecta el cerebro se activan las áreas encargadas del procesamiento emocional. Todas estas áreas del sistema límbico y prefrontal del cerebro que hablamos. La activación de éstas provoca a su vez la activación del sistema nervioso produciendo sensaciones en nuestro cuerpo, un aumento de la temperatura corporal, del latido del corazón, un aumento de la respiración, por ejemplo. Estas sensaciones se conocen como la 'emoción'", aclara el especialista en Biología.
Una vez que nuestro cerebro detecta estos cambios en nosotros dice que se pueden elaborar interpretaciones acerca de estas sensaciones. "Eso serían 'sentimientos', que no es más que pensar la sensación que nos produce la emoción", indica, a la vez que destaca que mientras que la emoción es irracional, no se piensa, el sentimiento sí lo es, y también se piensa. "Es una cualidad preferencialmente humana, el pensar la emoción", apostilla.
LA ADAPTACIÓN AL ENTORNO
A su juicio, son importantes las emociones y los sentimientos en los seres humanos también porque nos avisan de cambios rápidos en nuestro entorno, algo "fundamental" para adaptarnos mejor al entorno. "Si detectamos un peligro sentiremos miedo sin necesidad de pensar y de manera automática. También nos permiten responder rápidamente ante ese peligro, y confieren una ventaja adaptativa. Por eso se cree que están ahí las emociones", recalca el experto.
Para entender el cerebro emocional Ballesteros considera que hay que comprender la biología del cerebro, entender los procesos biológicos y, a nivel gestión emocional conllevaría el entrenarnos para aprender a gestionar mejor nuestras emociones.
"Ésta representa una de las claves de la inteligencia emocional, la capacidad para gestionar mejor las emociones. Esto se entrena, y existen talleres donde las personas se exponen a entornos seguros ante distintos estímulos. Son importantes porque permiten racionalizar la emoción, coger todas las sensaciones y ponerles nombre, causa. Además, favorecen el elaborar conductas más conscientes acerca de los cambios del entorno que nos avisan las emociones", explica el experto.