MADRID 3 Ago. (EUROPA PRESS) -
Las personas que se han curado de la infección por hepatitis C siguen enfrentándose a un riesgo de muerte sustancialmente mayor en comparación con la población general, de entre 3 y 14 veces mayor en función del estadio de la enfermedad hepática, según revela el mayor estudio de este tipo publicado en la revista 'The BMJ'.
A partir de los datos de más de 20.000 pacientes curados de hepatitis C, los resultados muestran que las causas de muerte relacionadas con los fármacos y el hígado fueron las principales responsables del exceso de muertes, y subrayan la importancia de un apoyo continuado para aprovechar plenamente los beneficios de la curación de la hepatitis C.
La hepatitis C es un virus que puede infectar el hígado y que, si no se trata, puede causar daños hepáticos graves y potencialmente mortales a lo largo de muchos años.
Históricamente, la hepatitis C se trataba con una terapia basada en el interferón, que a menudo resultaba ineficaz. Pero en 2011, se desarrollaron nuevos medicamentos llamados antivirales de acción directa (AAD). Ahora, más del 95% de los pacientes tratados con AAD logran una "curación virológica" y tienen un riesgo de muerte significativamente menor que los pacientes no tratados.
Sin embargo, la cuestión de qué pronóstico pueden esperar los pacientes curados en comparación con la población general sigue siendo objeto de debate.
Para profundizar en esta cuestión, un equipo de investigadores británicos y canadienses se propuso medir las tasas de mortalidad de las personas curadas de hepatitis C y evaluar su comparación con la población general.
Analizaron los datos de tres estudios poblacionales realizados en la Columbia Británica (Canadá), Escocia e Inglaterra (Reino Unido) en los que participaron 21.790 personas que se curaron de la hepatitis C entre 2014 y 2019.
Los individuos se agruparon en función de la gravedad de la enfermedad hepática en el momento de la curación: precirrosis (estudios de Columbia Británica y Escocia únicamente), cirrosis compensada y enfermedad hepática en fase terminal.
A continuación, los datos se vincularon a los registros médicos nacionales y se examinaron varias causas de muerte, como cáncer de hígado, insuficiencia hepática, muerte relacionada con fármacos, causas externas (principalmente accidentes, homicidios y suicidios) y enfermedades del sistema circulatorio, durante un periodo medio de seguimiento de 2-4 años.
La mayoría de los participantes no tenían cirrosis en el momento de la curación. La edad media de los pacientes con precirrosis en Escocia era de 44 años y de 56 en Columbia Británica, y el número de varones superaba al de mujeres en todos los estudios y grupos de gravedad de la enfermedad (65-75%).
Un total de 1.572 (7%) de los participantes fallecieron durante el seguimiento. Las principales causas de muerte fueron las relacionadas con los fármacos (24%), la insuficiencia hepática (18%) y el cáncer de hígado (16%).
Tras tener en cuenta la edad, las tasas de mortalidad fueron considerablemente superiores a las de la población general en todos los grupos de gravedad de la enfermedad y en todos los entornos.
Por ejemplo, en Escocia, la tasa para todos los pacientes fue 4,5 veces superior a la de la población general (442 muertes observadas frente a 98 esperadas), mientras que en Columbia Británica, las tasas fueron 3,9 veces superiores (821 muertes observadas frente a 209 esperadas).
Las tasas también aumentaron de forma apreciable con la gravedad de la enfermedad hepática. Por ejemplo, en Columbia Británica las tasas fueron 3 veces superiores en personas sin cirrosis y 14 veces superiores en pacientes con enfermedad hepática en fase terminal.
En los pacientes sin cirrosis, la principal causa de muerte excesiva estaba relacionada con los fármacos, mientras que en los pacientes con cirrosis, las dos principales eran el cáncer de hígado y la insuficiencia hepática.
En todos los estadios de la enfermedad y contextos, la edad avanzada, el consumo reciente de sustancias, el consumo de alcohol y las enfermedades preexistentes (comorbilidades) se asociaron a tasas de mortalidad más elevadas.
Se trata de hallazgos observacionales y los investigadores reconocen que pueden no ser aplicables a todos los entornos, especialmente en aquellos en los que el consumo de drogas inyectables no es el modo dominante de transmisión de la hepatitis C.
Sin embargo, se trata del estudio más amplio y representativo realizado hasta la fecha y los investigadores afirman que sus resultados "muestran de forma inequívoca que los pacientes curados siguen enfrentándose a tasas de mortalidad considerables, impulsadas por causas hepáticas y relacionadas con las drogas".
Por ello, subrayan la importancia de establecer vías sólidas de seguimiento tras la curación, así como servicios e intervenciones para prevenir los daños relacionados con las drogas y el alcohol, a fin de aprovechar plenamente los beneficios de la curación de la hepatitis C.