El pediatra de AP es clave para minimizar el efecto traumático que produce la separación de los padres, según experta

Actualizado: lunes, 31 mayo 2010 16:20

MADRID 31 May. (EUROPA PRESS) -

La colaboración del pediatra de Atención Primaria es clave para minimizar el efecto traumático que produce la separación de los padres en los niños, según ha afirmado la doctora Carmen Martínez González, pediatra de Atención Primaria y representante de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP).

"La infinidad de dudas inconscientes (¿ya no me quieren?, ¿qué habré hecho mal?) y las realidades como la ausencia de uno de los progenitores en casa o el cambio de domicilio, inevitablemente hacen sufrir", ha señalado. Además, a esto hay que sumar el efecto de "la creación de nuevas parejas a partir de las nuevas relaciones de los progenitores ya que éstas en ocasiones tienen hijos de sus relaciones anteriores que, a veces, complican aún más el proceso".

Así, la pedíatra ha explicado que la forma en la que puede colaborar el pediatra de Atención Primaria es múltiple. Por un lado, a través del acompañamiento en el proceso "ya que los padres se pueden sentir solos y no saber a quién acudir" y por otro, "se pueden anticipar a las posibles reacciones del niño ofreciendo explicaciones adaptadas a su edad y tipo de familia".

Además, el médico está capacitado para la "detección de situaciones en las que haya que derivar a otros profesionales, por ejemplo a los servicios de salud mental, si la situación lo requiere y la orientación de los padres para involucrar lo menos posible a los hijos en sus desavenencias".

La doctora ha aconsejado que cuando la decisión de la separación es firme y llega el momento de trasmitírsela a los hijos, es importante explicarles que siguen queriéndoles igual para evitar la sensación de abandono y culpabilidad. En algunos casos, los más pequeños "pueden retroceder en sus logros como volver a usar pañales; a cualquier edad es normal que un niño tenga síntomas psicosomáticos que expresan el malestar secundario a la separación de sus padres, incluso en separaciones 'amistosa", ha explicado.

En la mayoría de los casos, las explicaciones de los padres y la vuelta a la rutina diaria normalizan los síntomas, que a veces presentan los afectados.

También a cualquier edad pueden tener lugar otros síntomas inespecíficos que afectan al sueño, la alimentación, el rendimiento escolar o la conducta. Y, en ocasiones, aparecen problemas emocionales que se exteriorizan mediante sentencias que afectan a los progenitores. En este caso, ha recomendado "entender, escuchar y explicar el motivo por el que se siente así y librarle de las dudas de la pérdida del cariño de sus padres".

A la hora de establecer la nueva dinámica que surge tras la separación, es esencial, velar por los intereses de los niños, en la medida de lo posible. En cuanto a las características de las relaciones que se establecen después de la separación, las recomendaciones principales dependen de cada caso.

Cuando la separación no es amistosa, se puede acudir a un servicio de mediación familiar o a los tribunales de justicia. Aunque en la medida de lo posible hay que procurar judicializar lo mínimo la vida del niño.

"En demasiadas ocasiones, los hijos se utilizan como un elemento de chantaje emocional que puede terminar en largas y estresantes peritaciones y en la asistencia a juicios. Todo esto son elementos perturbadores poco adecuados para el desarrollo afectivo y emocional del niño", ha asegurado la pediatra.