Qué pasa cuando los abuelos no respetan tu forma de criar: qué debemos hacer

Madre discutiendo con la abuela por la educación de la hija.
Madre discutiendo con la abuela por la educación de la hija. - ISTOCK
Publicado: jueves, 4 enero 2024 8:19

   MADRID, 4 Ene. (EDIZIONES) -

   Los niños no necesitan únicamente a sus padres y hermanos si los tuvieran, sino que también, y más conforme se van haciendo mayores, precisan en su mundo afectivo de la compañía de sus tíos, de sus abuelos, de sus amigos y de sus primos. Ahora bien, se puede ser tío por sangre, o abuelo, pero para serlo realmente hay que 'meter horas', si quiere cubrirse esa necesidad afectiva.

   No obstante, hay veces en las que esa relación se limita, tal y como pone de manifiesto el psicólogo Alberto Soler durante una entrevista con Infosalus, por deseo expreso de los padres por motivos distintos.

   Puede ocurrir, por ejemplo, que los padres no confíen en la capacidad de otros familiares para cuidar correctamente a las criaturas, "no todas las personas tienen la misma habilidad, recursos o energía", por lo que, en este caso, por ejemplo, lo prudente en opinión de Soler es limitar que esa persona cuide de ellos, pero no por ello debe dejar de estar presente en su vida, porque siguen siendo sus familiares con derecho a conocerlos y a tratarlos.

   Mención aparte, por supuesto, merecen los malos tratos o la violencia, donde obviamente debe primar la seguridad del menor, aclara, y no se debe permitir el contacto con el maltratador.

   "Tenemos que diferenciar situaciones de riesgo que puedan implicar peligro para los niños, de situaciones que vayan hacia gustos o preferencias de la vida. El primero evitarlo a toda costa, y si vemos que comete conductas negligentes no está capacitado para cuidar del menor", agrega.

FORMAS DE VER LA CRIANZA

   Así, no todas las relaciones familiares son fáciles y a veces, la distancia, los conflictos, o las diferencias en valores y las distintas formas de ver la vida hacen que surjan diferencias entre los familiares, en gran parte de las ocasiones precisamente con los abuelos, y los padres.

   Si hablamos de gustos, algunas situaciones considera este psicólogo podremos tolerarlas, porque por ejemplo esos abuelos nos ayudan en la conciliación: "Lo podemos tolerar y habrá otras situaciones que, en cambio, no podremos tolerar. Ahí tenemos que ser capaces de gestionarlo con elegancia, y dando por sentado que nada se hace para causar daño a la criatura, sino que hay muchos aspectos generacionales y formas de ver la crianza".

   Incluso aconseja que si les hemos dado una advertencia en reiteradas ocasiones, y de manera activa, quizá sea necesario dar un paso más y sentarse a hablar: "'Te agradecería que respetes nuestra forma de criar', por ejemplo; pero este hablar de forma directa y clara es último recurso porque acaba interfiriendo en la relación", menciona Alberto Soler.

   Aquí insiste en que los niños necesitan relacionarse con las diferentes fuentes de apego de las que puedan gozar y que haya personas diferentes a sus padres que les transmitan amor y cuidado, siendo los abuelos los que tienen un papel esencial, aunque insiste en que estos siempre deben respetar ciertos mínimos.

   "Limitar la relación con los abuelos porque no respetan nuestra forma de criar habitualmente no es la mejor opción. La relación de los abuelos con los nietos es beneficiosa para ambos. De hecho, hay estudios que demuestran que los abuelos que cuidan de sus nietos viven más en comparación con los que no lo hacen", remarca.

CALMA Y EDUCACIÓN: NO PIERDAS SALIVA SI NO LO MERECE

   ¿Qué hacemos entonces cuando la abuela les da dulces sabiendo que nosotros no queremos que lo haga? Lo primero que aconseja Alberto Soler, en definitiva, es el mantener la calma, ser educados, y tener paciencia porque, según argumenta, no todas las situaciones son igual de importantes, ni tampoco la forma de reaccionar es la misma.

   Recuerda que cuando los pequeños son muy pequeños las situaciones que más suelen descolar las relaciones con los abuelos suelen girar en torno a las formas de crianza, a si hay biberón o lactancia materna, si va o no a la escuela infantil, si duerme o no con los padres. "Una regla de oro que os puede servir para muchas situaciones es tener en cuenta que muy probablemente nada de lo que digáis va a cambiar la visión que tiene la otra persona sobre cualquiera de estos temas. A tu suegra, por mucho que le saques las recomendaciones de la OMS, seguirá que eso de la teta más allá de las primeras semanas es una moda absurda", señala.

   Por lo tanto, sabiendo que es muy complicado que cambie de opinión, a veces no es mala estrategia ahorrar saliva y energía. "Responder con evasivas y con mano izquierda es una buena opción, ya que le transmite a la otra persona que es un tema sobre el que no vas a entrar a debatir. Cada uno puede continuar con sus ideas. No hay necesidad de convencer a nadie. Si lo que detectas son juicios y reproches quizá mejor deja el tema. Si te enzarzas aportando argumento y justificando tus decisiones, cosa que no tienes por qué hacer, la otra persona puede entenderlo como una invitación al debate", sostiene este psicólogo.

   Con todo ello, considera que lo más importante de todo es educar a tu criatura, no a tu familiar, o al abuelo en particular, recordando que quien marca las reglas son los padres. "No tiene sentido malgastar energía tratando de convencer a nadie para que cambie su punto de vista o acepte el tuyo, porque en realidad lo que buscas no es educar al mundo, sino simplemente que el mundo respete la forma en la que tú y tu pareja habéis elegido educar a vuestras criaturas", sentencia Alberto Soler, quien precisamente junto a la doctora en Psicología y también su mujer, Concepción Roger, han publicado con Paidós 'La gran guía de la crianza' en la que tratan este asunto.