Observan mayor riesgo de consumo de alcohol en los niños que beben refrescos con cafeína a diario

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Actualizado: miércoles, 8 noviembre 2023 10:13

MADRID, 8 Nov. (EUROPA PRESS) -

La tendencia entre los niños más pequeños a beber con frecuencia refrescos con cafeína puede indicar un mayor riesgo de consumo de alcohol en el futuro, según sugiere una nueva investigación publicada en la revista en la revista especializada 'Substance Use & Misuse'.

En un estudio realizado con más de 2.000 niños estadounidenses de entre nueve y diez años, los que declararon beber refrescos con cafeína a diario tenían un año después el doble de probabilidades de afirmar que habían bebido alcohol.

Los resultados del estudio demuestran también que los bebedores diarios de refrescos con cafeína son más impulsivos y tienen peor memoria de trabajo.

En cada una de las conclusiones se tuvieron en cuenta otros factores, como los antecedentes familiares de consumo de drogas y el bajo nivel educativo de los padres.

Aunque las fuertes asociaciones entre el consumo de bebidas con cafeína y el futuro consumo de sustancias están bien documentadas en la adolescencia y la edad adulta, las conclusiones del equipo coreano son las primeras que demuestran resultados similares en niños pequeños.

En adolescentes, investigaciones anteriores han demostrado que quienes consumen regularmente bebidas energéticas tienen cinco veces más probabilidades de consumir alcohol o marihuana en el plazo de uno o dos años.

En este nuevo trabajo se utilizaron datos del Adolescent Brain Cognitive Development (ABCD) Study, el gran estudio longitudinal sobre el desarrollo cerebral y la salud infantil en Estados Unidos.

El equipo de expertos pretendía no sólo comprobar si existía una conexión entre el consumo de alcohol y el de refrescos con cafeína en los niños más pequeños, sino también comprender mejor la relación entre el consumo de esta bebida y factores de riesgo bien conocidos del trastorno por consumo de sustancias, como la disminución de la memoria de trabajo (por ejemplo, retener una secuencia corta de números en la cabeza durante unos minutos) y el aumento de la impulsividad.

Para comprobar estas funciones cognitivas, se encomendó a los niños una serie de tareas mientras se registraba su actividad cerebral. Por ejemplo, en una tarea, los participantes tenían que determinar si un objeto que se les presentaba era el mismo que el mostrado en los dos ensayos anteriores.

Los resultados mostraron que tanto la alta impulsividad como la baja memoria de trabajo estaban significativamente asociadas con el consumo diario de refrescos con cafeína.

Curiosamente, los niños que bebían regularmente refrescos con cafeína también mostraban una actividad cerebral distinta en comparación con sus compañeros que no bebían.

Por ejemplo, al realizar la tarea de control de impulsos, los bebedores diarios mostraban una menor actividad en una región del cerebro denominada córtex cingulado anterior (CCA). La reducción de la actividad en la ACC se observa con frecuencia en niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y en personas con trastornos por consumo de sustancias.

Mientras tanto, en la prueba de memoria de trabajo, los bebedores diarios mostraron una menor activación en una región cerebral denominada giro frontal inferior (IFG), que forma parte del lóbulo frontal. Estudios anteriores han demostrado que una menor activación en el córtex frontal está relacionada con una menor capacidad de memoria de trabajo.

En conjunto, estos hallazgos sugieren una fuerte asociación entre el consumo diario de refrescos y una memoria de trabajo baja y una impulsividad alta, que en sí mismos son reconocidos como factores de riesgo para los trastornos por consumo de sustancias.

La autora principal, Mina Kwon, del Departamento de Psicología de la Universidad Nacional de Seúl (Corea del Sur), explica que estos resultados "sugieren que el consumo diario de refrescos con cafeína en niños predice el consumo de sustancias en un futuro próximo".

"Una posible explicación es que las sustancias contenidas en los refrescos con cafeína (cafeína y azúcar) podrían inducir un efecto toxicológico en el cerebro, haciendo al individuo más sensible a los efectos reforzadores de drogas más duras como el alcohol", apunta.

"Esto se conoce como la 'hipótesis de la puerta de entrada', sin embargo, también es posible una teoría alternativa, conocida como la 'hipótesis de la responsabilidad común'", precisa.

La idea que subyace a esta teoría es que los niños que por naturaleza son menos capaces de regular sus impulsos son más propensos a buscar y probar sustancias como la cafeína a una edad temprana. Luego, a medida que crecen y les resulta más fácil acceder a sustancias ilícitas, pueden pasar a drogas más duras como el alcohol.

"Consumir con frecuencia refrescos con cafeína podría indicar un mayor riesgo de iniciarse en el consumo de sustancias en el futuro, debido a los factores de riesgo comunes entre ambos comportamientos", añade el profesor Woo-Young Ahn, director del Laboratorio de Ciencias Clínicas Computacionales de la Universidad Nacional de Seúl.

"Nuestros resultados tienen importantes implicaciones para las recomendaciones de salud pública, ya que nuestro estudio proporciona una visión novedosa de los correlatos neuroconductuales del consumo de refrescos con cafeína en niños, que rara vez se ha evaluado", añade.

Por eso, subraya que "es vital desarrollar recomendaciones basadas en la evidencia para el consumo de refrescos con cafeína en menores. No hay consenso sobre una dosis segura de cafeína en niños, y algunos niños podrían ser más vulnerables a los efectos adversos asociados con el consumo frecuente de cafeína que otros".

"Aunque apoyamos la solidez de nuestros resultados principales aplicando métodos estadísticos que podrían controlar otras variables de confusión, también reconocemos que múltiples variables distintas de la ingesta de refrescos con cafeína pueden mediar en la relación entre los factores de riesgo neuroconductuales y el futuro consumo de alcohol", indican los investigadores.

El equipo de expertos recomienda una "necesidad crítica" de investigación futura para ver si existe un patrón entre el consumo de refrescos con cafeína entre los niños de nueve a diez años y su consumo de otras sustancias más duras a medida que envejecen.