MADRID, 2 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un estudio liderado por el catedrático del departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud (DCEXS) de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y líder del grupo de Carcinogénesis Epitelial del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), Francisco X. Real, ha reflexionado sobre el papel que desempeña el mosaicismo genético en el desarrollo de un cáncer, señalado que la salud clonal de los tejidos podría favorecer la adaptación al entorno.
Y es que, a pesar de que el genoma de un individuo se considera "muy estable", existen evidencias teóricas y experimentales de que el mosaicismo genético es la norma en lugar de la excepción. De hecho, es "muy difícil" que las células se reproduzcan con una fiabilidad del cien por cien a la hora de transmitir el material genético a las células hijas, por no hablar de los cambios genéticos atribuidos a factores ambientales.
En este sentido, se ha calculado que cada célula humana genera tres nuevas mutaciones en sus células hijas en cada división celular, una probabilidad que aumenta si se tienen en cuenta otras fuentes de mutaciones somáticas. Además, se ha estimado que cada una de las casi 40 trillones de células del cuerpo humano acumulan entre 100 y 1.000 mutaciones nuevas durante los primeros 15 años de vida.
Teniendo en cuenta que desde la fecundación hasta el nacimiento las células que forman el cuerpo del recién nacido se han dividido una media de 40 veces, a juicio de los investigadores, todos nacen con una cantidad considerable de cambios en el ADN.
HETEROGENEIDAD GENÉTICA
Además, a lo largo de la vida los tejidos siguen proliferando y dividiéndose, generando más alteraciones con la carga extra de un aumento progresivo de las mutaciones puesto que las células están expuestas constantemente a factores ambientales. Esta heterogeneidad genética conduce a complejas interacciones entre las células, incluyendo procesos de colaboración, competición, muerte y suicidio celular, por lo que el mosaicismo no es siempre nocivo para el organismo.
En el caso del sistema inmune, por ejemplo, la hipermutación permite a las células generar una variedad de células que pueden luchar mejor contra agentes externos, constituyendo el mosaicismo una condición necesaria para una función vital en los vertebrados superiores. La diversidad genética puede relacionarse con lo que los autores proponen como "la salud clonal" de los tejidos que podría favorecer la adaptación al entorno. El problema radica en que esta adaptación puede también contribuir a la progresión y agresividad de ciertos tumores.
Hasta ahora, pocos estudios han intentado vincular el mosaicismo embrionario con el desarrollo del cáncer en adultos. Trabajos realizados por el grupo de Paco Real en colaboración con otros investigadores del Parque de Investigación Biomédica de Barcelona han contribuido a demostrar de forma concluyente que algunas alteraciones genéticas de los tumores de adulto ocurrieron durante el período embrionario.
El estudio de la heterogeneidad de los genomas tumorales supone uno de los "mayores retos" a la hora de comprender el desarrollo y la progresión tumorales y su resistencia al tratamiento. Por ello, los autores del estudio, publicado en la revista 'Nature Reviews Cancer', recogido por la plataforma Sinc, han propuesto que un mejor conocimiento de la heterogeneidad genómica de las células normales también es clave para entender la homeostasis de los tejidos y el desarrollo de los tumores.