MADRID 4 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un estudio dirigido por expertos en inmunobiología del Cincinnati Children's, en Estados Unidos, ofrece nuevos detalles importantes sobre cómo dos elementos del sistema inmunitario de nuestro cuerpo chocan entre sí para provocar una cadena de reacciones que pueden liberar avalanchas mortales de citoquinas, las temidas 'tormentas de citoquinas', que matan células y dañan órganos, según publican en la revista 'Cell Reports'.
Hasta la pandemia de COVID-19, pocas personas fuera de los laboratorios de investigación y las unidades de cuidados intensivos habían oído hablar de una tormenta de citoquinas, pero una vez que esta peligrosa forma de inflamación descontrolada desencadenada por una infección empezó a cobrarse miles de vidas, una legión de científicos se lanzó a la caza de formas de calmar estas tormentas.
"Estos hallazgos tienen implicaciones tanto para la autoinmunidad como para el cáncer --afirma el autor correspondiente Chandrashekhar Pasare, director de la División de Inmunobiología y codirector del Centro de Inflamación y Tolerancia del Hospital Infantil de Cincinnati--. Hemos descubierto una vía de señalización celular independiente que permite que un tipo de célula inmunitaria llamada célula T efectoras de memoria (Tem) se convierta en un impulsor crítico de las tormentas de citoquinas innatas".
Con una vía definida, los próximos pasos incluyen confirmar si los medicamentos que se dirigen a puntos clave a lo largo de la vía pueden interrumpir el ciclo de la inflamación antes de que se vuelva incontrolable, dice Pasare, lo que requerirá más estudios.
La reacción en cadena parece iniciarse cuando las células Tem interactúan con las células dendríticas, que son el principal detector del sistema inmunitario de invasiones víricas y bacterianas. Estas células en forma de estrella llevan una gran colección de receptores para detectar diversos tipos de invasores.
En cuanto encuentran un visitante dañino, las células dendríticas se enganchan y hacen sonar una alarma que ordena al resto de la maquinaria del sistema inmunitario que empiece a producir células T diseñadas a medida para eliminar ese tipo de invasor.
Cuando el sistema inmunitario gana la batalla, la mayoría de las células T personalizadas se retiran, pero unos pocos guardianes permanecen en la sangre y otros tejidos corporales para estar preparados para "efectuar" una respuesta rápida en caso de que vuelva a producirse el mismo tipo de infección. De ahí el nombre de células T efectoras de memoria.
Sin embargo, el equipo de investigadores descubrió que los encuentros continuos con células Tem, como los que se producen cuando las personas padecen autoinmunidad o viven en un estado de inflamación crónica, provocan la rotura de las cadenas de ADN de las células dendríticas. Esto, a su vez, desencadena una vía de reparación del ADN que genera rápidamente grandes cantidades de citocinas inflamatorias, como IL-1b, IL-6 e IL-12.
Esta avalancha, o tormenta, de citoquinas causa el daño tisular que se produce en las enfermedades autoinflamatorias, como la diabetes tipo 1, la esclerosis múltiple, la artritis reumatoide y las enfermedades inflamatorias intestinales como la enfermedad de Crohn. Para algunas personas con estas enfermedades, la inflamación continua también aumenta el riesgo de desarrollar cáncer.
Pasare y sus colegas han trabajado durante los últimos 10 años para examinar la actividad genética y las comunicaciones entre células que se producen detrás de este proceso.
El equipo halló una pista sorprendente al examinar el perfil transcripcional de las células dendríticas tras su interacción con las células Tem. En concreto, detectaron un aumento de la expresión de Tmem173, que codifica para los genes estimuladores del interferón (STING).
En investigaciones anteriores se ha descrito la importancia de la vía STING para detectar infecciones víricas, pero cuando las células Tem dañan a las células dendríticas, la vía STING no sigue la misma ruta que suele seguir cuando responde directamente a infecciones víricas.
En esta situación, STING se une al gen TRAF6 y al factor de transcripción NFkB para formar un "eje" de actividad que impulsa la producción desenfrenada de citocinas inflamatorias innatas.
Los investigadores pensaron que si podían impedir que STING y TRAF6 trabajaran juntos, podrían cortar la reacción en cadena de la inflamación en una fase temprana. Eso es exactamente lo que descubrieron en ratones modificados genéticamente para carecer de la vía STING. Cuando se les trató con un fármaco conocido por inducir una intensa respuesta inflamatoria mediada por células T, estos ratones no produjeron una avalancha de citocinas innatas.
En el estudio con ratones se eliminó STING en todo el cuerpo. Intentar hacer lo mismo en humanos no sería aconsejable porque la STING es utilizada por una serie de tipos celulares ajenos al sistema inmunitario de formas necesarias, afirma Pasare.
"Nuestro objetivo será desarrollar un método o métodos muy específicos para bloquear STING en células inmunitarias específicas, sin alterar sus otras funciones importantes --afirma Pasare--. Si lo logramos, podríamos disponer de una nueva y poderosa herramienta para controlar la hiperinflamación".