MADRID, 6 Mar. (EUROPA PRESS) -
En el reino animal, las aves se unen para ahuyentar a los depredadores, y las abejas trabajan colectivamente de beneficiar a toda la colmena. La estudiante de doctorado de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, Olivia Chu, y su consejera Corina Tarnita, bióloga teórica, investigan cómo la cooperación entre las personas se ve afectada por la estructura de la población.
Chu presentará su trabajo esta semana en la reunión de marzo de la Sociedad Americana de Física, que se celebra en Boston, Estados Unidos, y también participará en una conferencia de prensa que describe el trabajo. Los humanos tienden a agruparse en grupos (políticos, religiosos, familiares, profesionales, etcétera) en lugar de mezclarse de manera homogénea. Las membresías grupales afectan a nuestras decisiones de cooperar, o no, con otros. Entonces, ¿cómo surge la cooperación en tales circunstancias?
"Las membresías de grupo afectan a la estructura de las interacciones sociales, determinando en gran medida quién se reúne con quién. También establecen el contexto y la frecuencia con la que se producen esas interacciones", dice Chu. Chu y Tarnita se basaron en el marco de modelado de la "teoría de conjuntos evolutivos" que Tarnita y sus colegas introdujeron en 2009, que asume que las personas pertenecen a grupos e interactúan solo con otros que están en los mismos grupos.
Las interacciones en su estudio tienen lugar dentro del contexto del "juego de donación" (una versión modificada del "dilema del prisionero") en el que un colaborador ofrece un beneficio a otro jugador a un costo personal, mientras que un "desertor" no ofrece nada egoístamente.
Chu y Tarnita consideran que este marco es más realista para el estudio de la dinámica humana que los enfoques basados en redes anteriores, ya que permite que las personas tengan simultáneamente múltiples afiliaciones grupales. "A partir de estas interacciones locales a nivel de grupo, ¿podemos ver el surgimiento de la cooperación a gran escala en toda la población?", pregunta Chu.
BARRERAS FRECUENTES PARA ENTRAR EN UN GRUPO
La respuesta dada por Tarnita y sus colegas en 2009 fue "sí". Sin embargo, ese modelo tenía una premisa poco realista: la entrada al grupo era gratuita para cualquiera que quisiera unirse. En la vida real, esto no es así claramente, ya que a menudo hay barreras para la entrada de grupos.
En el modelo actual, Chu y Tarnita incorporan un tipo de barrera a la entrada de grupo que está determinada por el tamaño del grupo: cuanto mayor sea el grupo, razonaron, menos probable es que acepte a nuevos miembros. Para refinar su modelo, el equipo investigó si esta barrera cambia el resultado con respecto a la cooperación.
Chu y Tarnita descubrieron que la cooperación sigue surgiendo, pero que está más favorecida cuando permiten la existencia de "solitarios" en la población, personas que, debido a las barreras, no son miembros de ningún grupo temporalmente. Los solitarios son esenciales, explica Chu, "porque mantienen los tamaños de grupo más bajos de lo que hubieran sido sin barreras para la entrada de grupos".
Los grupos más pequeños permiten que la cooperación prospere, al mismo tiempo que hacen que el sistema sea más resistente, al limitar la influencia destructiva de un desertor que explota a un grupo de cooperadores. Chu advierte contra dibujar demasiado de un modelo en medio de un mar de modelos de teoría de juegos evolutivos. Sin embargo, su trabajo reciente muestra, de manera tranquilizadora, que puede haber esperanza para mantener la cooperación en nuestro mundo.