MADRID 3 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio ha demostrado por primera vez que una noche de insomnio puede revertir rápidamente la depresión durante varios días debido a la liberación de dopamina, que aumenta la plasticidad en las conexiones neuronales y reconfigura el cerebro, según publican los investigadores en la revista 'Neuron'.
La mayoría de las personas que han pasado la noche en vela conocen bien esa sensación de cansancio y conexión a la vez: aunque el cuerpo esté físicamente agotado, el cerebro se siente feliz, aturdido y casi mareado.
Ahora, neurobiólogos de la Universidad Northwestern (Estados Unidos) son los primeros en descubrir qué produce este efecto de borrachera. En su estudio, indujeron una leve privación aguda del sueño en ratones y examinaron su comportamiento y actividad cerebral.
No sólo aumentó la liberación de dopamina durante el periodo de pérdida aguda de sueño, sino que también se incrementó la plasticidad sináptica, lo que literalmente reconfiguró el cerebro para mantener el estado de ánimo burbujeante durante los días siguientes.
Estos nuevos hallazgos podrían ayudar a los investigadores a comprender mejor cómo se produce la transición natural de los estados de ánimo. También podrían ayudar a comprender mejor cómo actúan los antidepresivos de acción rápida (como la ketamina) y a identificar dianas desconocidas hasta ahora para nuevos fármacos antidepresivos.
"La pérdida crónica de sueño está bien estudiada y sus efectos perjudiciales están ampliamente documentados --afirma la profesora asociada de neurobiología y catedrática Yevgenia Kozorovitskiy--, pero la pérdida de sueño breve, como la de un estudiante que pasa la noche en vela antes de un examen, se conoce menos".
"Hemos descubierto que la pérdida de sueño induce un potente efecto antidepresivo y reconfigura el cerebro --prosigue--. Esto es un recordatorio importante de cómo nuestras actividades casuales, como una noche sin dormir, pueden alterar fundamentalmente el cerebro en tan sólo unas horas".
Los científicos saben desde hace tiempo que las perturbaciones agudas del sueño están asociadas a estados mentales y comportamientos alterados. Las alteraciones del sueño y de los ritmos circadianos en los pacientes, por ejemplo, pueden desencadenar manías u ocasionalmente revertir episodios depresivos.
"Curiosamente, los cambios en el estado de ánimo tras una pérdida aguda de sueño parecen tan reales, incluso en sujetos sanos, como los experimentamos yo mismo y muchos otros --Mingzheng Wu, becario postdoctoral de Northwestern y primer autor del artículo--, pero los mecanismos exactos en el cerebro que conducen a estos efectos siguen siendo poco conocidos".
Para explorar estos mecanismos, Kozorovitskiy y su equipo desarrollaron un nuevo experimento para inducir la pérdida aguda de sueño en ratones que sí tenían predisposiciones genéticas relacionadas con los trastornos del estado de ánimo humanos.
El montaje del experimento tenía que ser lo bastante suave como para no causar estrés sustancial a los animales, pero lo bastante incómodo como para impedir que se durmieran. Tras una noche de insomnio, el comportamiento de los animales se volvió más agresivo, hiperactivo e hipersexual que el de los controles que habían dormido una noche normal.
Utilizando herramientas ópticas y codificadas genéticamente, los investigadores midieron la actividad de las neuronas dopaminérgicas, responsables de la respuesta de recompensa del cerebro. Y descubrieron que la actividad era mayor en los animales durante el breve periodo de pérdida de sueño.
"Teníamos curiosidad por saber qué regiones específicas del cerebro eran responsables de los cambios de comportamiento --explica Kozorovitskiy--. Queríamos saber si se trataba de una gran señal de difusión que afectaba a todo el cerebro o si era algo más especializado".
Kozorovitskiy y su equipo examinaron cuatro regiones del cerebro responsables de la liberación de dopamina: el córtex prefrontal, el núcleo accumbens, el hipotálamo y el cuerpo estriado dorsal. Tras monitorizar la liberación de dopamina en estas zonas después de una pérdida aguda de sueño, los investigadores descubrieron que tres de las cuatro zonas (el córtex prefrontal, el núcleo accumbens y el hipotálamo) estaban implicadas.
Pero el equipo quería acotar aún más los resultados, así que silenciaron sistemáticamente las reacciones dopaminérgicas. El efecto antidepresivo sólo desapareció cuando los investigadores silenciaron la respuesta dopaminérgica en el córtex prefrontal medial. Por el contrario, el núcleo accumbens y el hipotálamo parecían estar más implicados en los comportamientos de hiperactividad, pero estaban menos relacionados con el efecto antidepresivo.
"El efecto antidepresivo persistió excepto cuando silenciamos el córtex prefrontal --afirma Kozorovitskiy--. Eso significa que el córtex prefrontal es una zona clínicamente relevante a la hora de buscar dianas terapéuticas. Pero también refuerza la idea que se ha ido construyendo en el campo recientemente: Las neuronas dopaminérgicas desempeñan funciones muy importantes pero muy diferentes en el cerebro. No son una población monolítica que se limita a predecir recompensas", aclara.
Mientras que la mayoría de los comportamientos (como la hiperactividad y el aumento de la sexualidad) desaparecieron a las pocas horas de la pérdida aguda de sueño, el efecto antidepresivo persistió durante unos días. Esto sugería que la plasticidad sináptica en el córtex prefrontal podría estar potenciada.
Cuando Kozorovitskiy y su equipo examinaron neuronas individuales, descubrieron exactamente eso. Las neuronas del córtex prefrontal formaban pequeñas protuberancias llamadas espinas dendríticas, características muy plásticas que cambian en respuesta a la actividad cerebral. Cuando los investigadores utilizaron una herramienta codificada genéticamente para desmontar las sinapsis, invirtieron el efecto antidepresivo.
Aunque los investigadores no entienden del todo por qué la pérdida de sueño provoca este efecto en el cerebro, Kozorovitskiy sospecha que la evolución está en juego.
"Está claro que la privación aguda de sueño activa de algún modo al organismo --razona Kozorovitskiy--. Se pueden imaginar ciertas situaciones en las que hay un depredador o algún tipo de peligro en las que se necesita una combinación de una función relativamente alta con una capacidad para retrasar el sueño".
"Creo que esto podría ser algo que estamos viendo aquí --presigue--. Si estás perdiendo el sueño de forma rutinaria, entonces se establecen diferentes efectos crónicos que serán uniformemente perjudiciales, pero de forma transitoria, puedes imaginar situaciones en las que es beneficioso estar intensamente alerta durante un periodo de tiempo".
Kozorovitskiy también advierte a la gente de que no empiece a pasar la noche en vela para animar un estado de ánimo decaído. "El efecto antidepresivo es transitorio, y sabemos lo importante que es dormir bien --recuerda--. Yo diría que es mejor ir al gimnasio o dar un buen paseo. Este nuevo conocimiento es más importante a la hora de emparejar a una persona con el antidepresivo adecuado".