Por qué no debes asustarte ante un espasmo del sollozo

Archivo - Bebé llorando
Archivo - Bebé llorando - DAMIRCUDIC/ ISTOCK - Archivo
Publicado: jueves, 8 febrero 2024 8:34

   MADRID, 8 Feb. (EDIZIONES) -

   Los espasmos del sollozo son episodios que pueden llegar a generar muchísima alarma entre las familias, cuando se trata de fenómenos totalmente benignos, y pasajeros, de los que el menor se recupera rápidamente.

    María José Lirola Cruz es pediatra de Grupo IHP y coordinadora del Área de Docencia de Grupo IHP, así como responsable del servicio de Pediatría del Hospital Quirónsalud Materno Infantil de Sevilla y nos explica en una entrevista con Infosalus que se trata del fenómeno paroxístico no epiléptico más frecuente, y que afecta en torno a un 5% de la población.

   Los hay de dos tipos, según distingue. Lo habitual es que el menor, tras un golpe, o una rabieta se pone a llorar fuertemente y, al poco, deje de respirar y se ponga rígido e incluso un poco morado (espasmo del sollozo cianótico). Si esto dura más de 15 segundos puede conllevar la pérdida de conciencia o incluso convulsiones.

   El espasmo del sollozo pálido es menos frecuente, son episodios más bruscos, tal y como destaca la doctora Lirola, y tienen lugar ante un susto o sobresalto repentino, por ejemplo, por el que el menor de pronto deja de respirar, baja su frecuencia cardiaca, se pone pálido y pudiendo llegar a perder la conciencia.

   "A pesar de que pueden resultar aparatosos, son benignos. Suelen durar menos de un minuto y en la mayor parte de las ocasiones el niño se queda pillado, y no tiene por qué perder la conciencia", aclara la doctora.

CUÁL ES SU CAUSA, ¿POR QUÉ ALGUNOS NIÑOS LOS PADECEN?

   No se sabe a ciencia cierta por qué unos niños los padecen y otros no. Son más habituales entre los menores cuyos padres también los padecieron, sostiene la Asociación Española de Pediatría.

   "Hubo una época en la que se pensaba que eran voluntarios y los niños lo hacían por llamadas de atención, pero se ha visto que no están intencionados. Sí pueden ser más frecuentes en niños con temperamento y baja tolerancia a la frustración y en familias especiales, con mucho estrés, con cierta tendencia a la depresión, o en hijos de padres sobreprotectores", agrega.

   Entre otros parámetros, esta pediatra de IHP remarca que se habla igualmente de menores que pueden tener algún déficit de sustancias, como el selenio, "un antioxidante en nuestro organismo", o bien por la falta de hierro en otros.

   María José Lirola Cruz apunta a su vez que son más frecuentes entre los bebés a partir de los 6 meses, y suelen desaparecer en torno a los 6 años. Insiste en que su pronóstico es benigno, y estos pequeños a pesar de presentar estos episodios mantienen un desarrollo neurológico normal.

CUÁNDO CONSULTAR CON UN ESPECIALISTA POR ESTE TEMA

   Con todo ello, la coordinadora del Área de Docencia de Grupo IHP subraya que se debe consultar con un especialista si el episodio dura más de 30 segundos, y si se da en menores de 5 meses.

   También aconseja siempre consultarlo con el pediatra ante un primer episodio, quien realizará a los padres un interrogatorio. "Si es un episodio típico seguramente no hará falta nada más, sino explicar a los padres las pautas de actuación", aclara.

   Ante un episodio de estas características, la pediatra dice que hay que intentar mantener la calma, intentar tranquilizar al niño, no zarandearles, y hablarles sin regañarles. "Cuando pierden la conciencia la recuperan en seguida. Afortunadamente no es lo más frecuente", apostilla, a la vez que sostiene que no es necesario realizarles ninguna maniobra de reanimación ni el boca a boca.

EVITAR LAS SITUACIONES ESTRESORAS

   A su vez, aconseja evitar aquellas situaciones que puedan generar estos episodios en el niño, trabajar por que el niño tolere mejor ciertas frustraciones. "Como es cuestión de maduración tolerará esas frustraciones y será capaz de que dejen de ocurrir estos episodios", subraya la doctora Lirola.

   Aquí, a la hora de diferenciarlos de un episodio de epilepsia, esta doctora precisa que con los espasmos del sollozo no hay aura, y "no hay postcrítico", es decir, que el niño se recupera enseguida, algo que no ocurre así con los episodios epilépticos.

    En último lugar, esta pediatra de IHP reconoce que, realmente, la prevención es fundamentalmente conductual, y hay que evitar situaciones que le lleven a estos episodios.