MADRID, 15 Ene. (EUROPA PRESS) -
Un estudio dirigido por investigadores del Instituto de Ciencias Clínicas de Singapur (SICS) de A*STAR y publicado en 'Nature Mental Health' ha encontrado evidencia que sugiere que los niños expuestos a niveles elevados de adversidad en la vida temprana exhiben un patrón acelerado de desarrollo cerebral durante los años preescolares.
Cuando se expone a niveles elevados de adversidad, como los problemas de salud física y mental de la madre durante el embarazo, el cerebro del niño experimenta un desarrollo acelerado para adaptarse a las circunstancias adversas. Este ritmo acelerado de desarrollo del cerebro podría conducir a un mayor riesgo de resultados adversos para la salud cognitiva y mental.
La exposición a la adversidad es un factor de riesgo reconocido de malos resultados de salud a lo largo de la vida. Esto incluye un mayor riesgo de deterioro cognitivo, así como el desarrollo de trastornos de salud mental, como los trastornos depresivos mayores.
Esta exposición en el periodo prenatal desencadena cambios en el ritmo de desarrollo del cerebro durante la infancia, más prominentes durante el período preescolar, una ventana de tiempo crucial mediante la cual el aprendizaje y la adaptación dependientes de la experiencia sientan las bases para la función cerebral futura.
Estudios anteriores sugieren que el "desarrollo cerebral acelerado" es un mecanismo de adaptación a los desafíos de la vida temprana y puede mediar la asociación entre la exposición temprana a la adversidad y una mala salud mental y resultados cognitivos.
Para cuantificar eficazmente el impacto de esta afección, el equipo de investigación adoptó un marco de puntuación creado por la profesora Patricia Silveira en la Universidad McGill, para producir una puntuación compuesta de exposición a la adversidad (ELA) que considerara factores que se extienden a lo largo de una población.
Estos factores se centraron en las exposiciones experimentadas antes del nacimiento, abarcando la salud física y mental de la madre durante el embarazo, así como la estructura familiar y las circunstancias financieras. Cuando se suman o se combinan diferentes factores de riesgo, se obtiene una mejor predicción del resultado del niño. Utilizando esta puntuación compuesta, el equipo de estudio estratificó la cohorte GUSTO en diferentes niveles de exposición acumulativa a ELA. Luego se examinó el ritmo de desarrollo del cerebro en niños expuestos a diferentes niveles de ELA.
Para modelar el ritmo del desarrollo del cerebro durante la infancia, el equipo del estudio utilizó resonancias magnéticas multimodales de la cohorte de nacimiento GUSTO. Estos escáneres cerebrales por resonancia magnética se obtuvieron de 549 niños en tres momentos, de 4,5, 6 y 7,5 años de edad, lo que permitió al equipo de estudio examinar el vínculo entre ELA y el desarrollo del cerebro de manera longitudinal.
Como la mayoría de los trastornos de salud mental tienen sus raíces en la infancia, el estudio de las trayectorias de desarrollo de manera longitudinal es muy relevante. En este estudio, se utilizó una medida que combina la conectividad estructural y la conectividad funcional del cerebro para proporcionar información sobre la asociación entre la estructura y la función del cerebro.
Esta medida, conocida como acoplamiento estructura-función (SC-FC), refleja el potencial de neuroplasticidad de un niño, la capacidad del cerebro para adaptarse y reorganizarse para aprender, recuperarse de lesiones y adaptarse a nuevas experiencias. En la primera infancia, se espera que el cerebro sea menos especializado y más adaptable, coincidiendo con una trayectoria decreciente de SC-FC durante la niñez.
Así, el estudio encontró que la exposición a altos niveles de adversidad está relacionada con una disminución más rápida en SC-FC entre las edades de 4,5 y 6 años, lo que indica un desarrollo cerebral acelerado. Este patrón acelerado de desarrollo cerebral es probablemente un mecanismo adaptativo cuando se expone a señales ambientales que requieren "madurez".
Aunque esto pretende ser un "mecanismo de protección" contra la adversidad, tiene implicaciones negativas a largo plazo, ya que da como resultado una ventana más corta de neuroplasticidad y aprendizaje adaptativo. En particular, los resultados de este estudio señalan el periodo entre las edades de 4,5 y 6 años como una ventana potencial para que la intervención temprana mejore los resultados de los niños que estuvieron expuestos a ELA.
"Nuestro estudio proporcionó evidencia de que la exposición a los desafíos de la vida temprana afecta el ritmo de desarrollo del cerebro durante la niñez. Esto, a su vez, tiene efectos significativos en los resultados futuros de salud cognitiva y mental. Si podemos desarrollar herramientas de detección para detectar el desarrollo cerebral acelerado, podremos implementar intervenciones antes y prevenir las consecuencias en cascada del desarrollo cerebral acelerado para la salud mental", señala el doctor Tan Ai Peng.
De cara al futuro, los investigadores han identificado áreas importantes para futuras investigaciones: determinar si los efectos de ELA en el desarrollo cerebral acelerado durante la niñez preparan el escenario para el envejecimiento cerebral prematuro en etapas posteriores de la vida, y la efectividad de las estrategias de intervención que podrían mitigar los efectos de ELA.