MADRID, 16 Mar. (EUROPA PRESS) -
La enfermedad inflamatoria intestinal es provocada por una compleja interrelación entre factores genéticos y medioambientales y microbios intestinales. Sin embargo, investigaciones llevadas a cabo por el profesor Dirk Haller de la Universidad Técnica de Múnich, en Múnich (Alemania), estas enfermedades no solo están provocadas por factores genéticos, sino que la microbiota intestinal también desempeña un papel importante.
Por el momento, se han identificado 163 regiones genéticas que están relacionadas con el inicio de la enfermedad inflamatoria intestinal y que incrementan el riesgo de padecer este tipo de enfermedad, que incluye la enfermedad de Crohn y de la colitis ulcerosa.
El desconocimiento existente sobre estas enfermedades supone un gran obstáculo para realizar avances importantes en su diagnóstico y tratamiento. No obstante, descubrimientos como el presentado por Haller en la Cumbre Mundial de Microbiota Intestinal para la Salud que del 14 al 15 del 2015 tuvo lugar en Barcelona, hacen esperar que esta situación pueda superarse en un futuro próximo.
A lo largo de las últimas décadas, la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) se ha convertido en una carga importante para muchos países del mundo. En Europa de cada 100 000 personas, unas 500 sufren de colitis ulcerosa (CU) y 320 de la enfermedad de Crohn (EC). En América del Norte, la CU afecta a 250 y la EC a 320 personas de cada 100 000.
Los pacientes con colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn se caracterizan por presentar cambios en el ecosistema microbiano de su intestino, si bien no está claro si esto es una causa o una consecuencia de la enfermedad. Con el fin de analizar los mecanismos subyacentes en el origen de la enfermedad de Crohn, Haller utilizó ratones libres de gérmenes a los que se modificó genéticamente una parte de sus defensas inmunitarias, aumentando así su propensión a las enfermedades inflamatorias.
No obstante, pese a su predisposición genética, mientras permanecieron libres de gérmenes los ratones no desarrollaron la EII. La situación cambió tras introducirles diversas cepas de microbios intestinales en el intestino.
Una de las cuestiones cruciales es si se puede identificar a especies microbianas o cepas individuales como a los 'malhechores' que desencadenan la enfermedad o si estamos frente a una acción colaborativa en la que participan diversos tipos de bacterias, dependiendo de la composición específica de la microbiota intestinal.
"Descubrimos que la transformación de un ecosistema microbiano disbacteriano -es decir, una microbiota con una composición desequilibrada- provocaba la enfermedad de Crohn, mientras que la transformación de asociaciones microbianas independientes o cepas bacterianas aisladas, pese a estar frecuentemente asociadas con la EC, no tenían este efecto. Todos nuestros resultados apuntan hacia un efecto asociativo de la microbiota compleja y el aumento de mecanismos agresivos, o la disminución de mecanismos protectores, más que hacia la selección de filotipos agresivos como agentes individuales causantes de la enfermedad de Crohn", ha señalado Haller.
Identificar con exactitud los perfiles microbianos dañinos es sumamente importante para las futuras aplicaciones clínicas. "Entender la verdadera naturaleza de una microbiota disbacteriana y determinante para la enfermedad parece ser de suma importancia para determinar el riesgo de recaída en los pacientes con EII tras haber recibido tratamiento", señala.
TRASPLANTE DE MICROBIOTA FECAL
El trasplante de microbiota fecal ha demostrado dar buenos resultados en el tratamiento de la diarrea asociada a los antibióticos (DAA), pero no en el tratamiento de la EII hasta el momento.
"En pacientes con DAA, la diversidad de la microbiota se ve tan sumamente reducida que es probable que la transferencia de casi cualquier microbiota con una diversidad normal mejore la salud intestinal del paciente. Pero las cuestiones relacionadas con la EII parecen ser más complejas", señala.
Para poder aplicar este tratamiento en pacientes con la enfermedad de Crohn será fundamental encontrar donantes apropiados cuya microbiota tenga exactamente la composición necesaria. "Las investigaciones para llenar las lagunas en el conocimiento están en curso y cabe esperar que en un futuro próximo mejoren la situación de los pacientes con EII", ha concluido.