MADRID 6 May. (EUROPA PRESS) -
Al menos el 15 por ciento en las personas con más de 65 años padece alguna de las diversas formas de depresión aunque, según el doctor Daniel Valle Gracia, jefe de Gestión Asistencial de Sanitas Residencial, las causas pueden dividirse en dos tipos: internas y externas.
"Como causas internas entendemos las que conducen al deterioro orgánico del cerebro, es decir, las que van asociadas al envejecimiento, así como las causadas por otras enfermedades sistémicas, como la hipertensión o la diabetes. Por otra parte, hablaríamos de causas externas en todos aquellos casos que generan un estrés en la vida cotidiana del anciano, como los factores sociales, económicos o psicológicos", señala.
Diferentes estudios apuntan a un abanico de factores que podrían predisponer a la aparición de depresión, pero todos coinciden en que el duelo, provocado por la pérdida de familiares y amigos; el insomnio, ocasionado por distintos factores que pueden interponerse en el descanso; la discapacidad, causada por el deterioro asociado al envejecimiento; los antecedentes de depresión previa, pues pueden provocar una nueva recaída; y ser mujer, ayudan a tener una predisposición a padecer una depresión.
La soledad también puede ser un factor determinante. Los expertos han observado un menor porcentaje de depresiones en aquellas personas que viven integradas en un entorno familiar, respecto a los que viven solos. Además, una vez diagnosticada la depresión, la recuperación es mucho más fácil cuando hay apoyo familiar o gente alrededor del anciano que le aporta afecto, cuidado y comprensión.
MUCHAS VECES PASA INADVERTIDO
Aunque la depresión es el trastorno emocional más frecuente muchas veces pasa inadvertido y no se diagnostica adecuadamente debido a "la existencia de otras enfermedades degenerativas prevalentes en este periodo de la vida, que hacen que la sintomatología de la depresión pueda llevar a un error de diagnóstico, como ocurre con la pseudodemencia".
Además, "todavía nos encontramos con familiares de pacientes que creen que estar deprimido es el estado de ánimo habitual de una persona mayor", señala. Por este motivo recomienda a los familiares que estén atentos ante señales de alerta como el bajo estado de ánimo; los trastornos del ánimo como tristeza, melancolía y baja autoestima; poca energía; pérdida de la capacidad para sentir placer y satisfacción; pérdida de interés; trastornos del sueño y del apetito; sentimiento de culpa; alteración psicomotriz; afectación de la concentración; y pérdida de claridad de pensamiento.
Adicionalmente a estos síntomas, que son comunes a otras franjas de edad, deberán tener en cuenta especialmente la aparición súbita de un deterioro cognitivo y la presencia de síntomas somáticos como: fatiga, dolores articulares, dolores musculares y contracturas, cefaleas, trastornos de la función sexual o molestias gastrointestinales.
En cuanto al tratamiento, al tratarse de personas mayores, que "son mucho más sensibles a los efectos de los fármacos", la pauta de medicación debe empezar con una dosis más baja de lo habitual e irse ajustando a cada caso, teniendo en cuenta las posibles interacciones que puede haber con la medicación habitual y valorando siempre el riesgo-beneficio a la hora de escoger el fármaco antidepresivo.