MADRID, 16 Ene. (EUROPA PRESS) -
Los tumores generalmente crecen exclusivamente en el organismo del que se derivan sus células de origen, lo cual se aplica a los cánceres humanos. Aparte de algunos casos raros, como la transmisión accidental por un corte durante la cirugía, no hay informes de células cancerosas contagiosas. Una multitud de medidas de seguridad molecular del sistema inmune es responsable de rechazar y destruir cualquier tejido extraño.
Existe una excepción a esta regla casi universal entre los demonios de Tasmania, el marsupial carnívoro vivo más grande del mundo. Durante dos décadas, un tumor facial mortal se ha extendido a un ritmo rápido entre los animales y ha matado, según las estimaciones actuales, a alrededor del 90 por ciento de la población silvestre. Curiosamente, las células cancerosas se transmiten de un demonio de Tasmania a otro por mordeduras, de forma que todas las muestras de tumores recogidas son genéticamente casi idénticas y se derivan presumiblemente de una única célula de origen.
La forma en que este cáncer se convirtió en transmisible y por qué medio se escapa del sistema inmunológico de sus anfitriones, por lo demás saludables, ha desconcertado a los científicos desde el descubrimiento de la misteriosa enfermedad. Investigadores de CeMM y la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena, en Austria, han resuelto ahora una parte importante de este rompecabezas.
En su último estudio publicado en 'Cancer Cell', los grupos de investigación de Andreas Bergthaler, investigador principal en CeMM, y Richard Moriggl, director del Instituto Ludwig Boltzmann para la Investigación del Cáncer y profesor de Genómica Funcional del Cáncer en la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena y en la Universidad de Medicina de Viena, revelaron mecanismos moleculares que son cruciales para la transmisibilidad del tumor.
Los científicos descubrieron que las moléculas receptoras en la superficie de las células cancerosas, los llamados receptores ERBB, muestran un aumento masivo de la actividad. Esos receptores desencadenan una reacción en cadena bioquímica dentro de las células que eventualmente activa las proteínas STAT3, factores de transcripción que alteran el programa genético de la célula. El resultado es una reconstrucción extensa de la célula: el número de moléculas que sirven como identificación para el sistema inmunológico se reduce, mientras que al mismo tiempo se acelera la proliferación y se producen factores para la metástasis de las células tumorales.
ACTIVACIÓN EXCESIVA DE RECEPTORES Y PROTEÍNAS
"Nuestros experimentos muestran por primera vez que la activación excesiva de los receptores ERBB y las proteínas STAT3 desempeñan un papel clave en la transmisibilidad del tumor facial del demonio de Tasmania", apunta el co-primer autor Lindsay Kosack, miembro del equipo del grupo de Bergthaler en CeMM. "Más arriba, demostramos en experimentos adicionales que la inhibición de los receptores ERBB con un medicamento puede matar selectivamente las células cancerosas. Esto podría jugar un papel importante para el tratamiento de la enfermedad, antes de que el demonio de Tasmania se extinga", añade.
El estudio, realizado en colaboración con las universidades de Cambridge, Southampton, ambas en Reino Unido; Toronto, en Canadá, y Tasmania, Australia, no es solo una contribución para preservar esta especie marsupial. "El 99,1 por ciento de STAT3 del diablo de Tasmania es idéntico a la proteína humana. Y muchos de los genes que se activan por STAT3 en los animales también son activos en los cánceres humanos", dice Andreas Bergthaler.
Y continúa: "Los principios biológicos de invasión de nuevos tejidos también son cruciales para los tumores no transmisibles, especialmente las metástasis del cáncer. Los aspectos científicos del cáncer, las enfermedades contagiosas y los procesos inflamatorios se pueden estudiar con este fenómeno raro".
Sin embargo, es poco probable, aunque no imposible, que un cáncer humano se transmita, enfatiza Bergthaler. "Aparte de los mecanismos moleculares que tendrían que evolucionar, los seres humanos son genéticamente mucho más diversos y resistentes que la población aislada de los demonios de Tasmania. El comportamiento agresivo de morder de los animales también parece desempeñar un papel importante en la transmisión de tumores. Sin embargo, comprender mejor el comportamiento molecular de esta rara enfermedad puede proporcionar información valiosa sobre los mecanismos biológicos fundamentales del desarrollo del cáncer".