MADRID 6 Oct. (EUROPA PRESS) -
En España se detectan cada año alrededor de 8.500 nuevos casos de linfoma al año y, según el Grupo Español de Linfomas/Trasplante Autólogo de Médula Ósea (GELTAMO), estos deben ser diagnosticados y estadiados de forma adecuada en un plazo de 7 a 10 días, tiempo "suficiente para disponer de un estudio de extensión de la enfermedad.
Dicho cáncer ataca al sistema linfático, afectando a las células que forman parte del sistema inmunitario que protege al cuerpo de las infecciones. Actualmente se estima que hay 35 tipos de linfoma.
En el caso de Linfoma de Hodgkin, cerca del 80 por ciento de los pacientes diagnosticados consiguen recuperarse gracias a tratamientos de poliquimioterapia con o sin radioterapia. Sin embargo, en el resto de linfomas, al existir numerosos subtipos con distintas biologías tumorales, es más difícil "hablar de cifras", según la doctora Dolores Caballero, presidenta de GELTAMO.
No obstante, insiste en que "un diagnóstico precoz es fundamental", para lo que es necesario determinar el tipo de linfoma y el estadio de la enfermedad, ya que "de ello depende el tratamiento a seguir y el pronóstico del paciente".
El síntoma más característico que puede indicar la existencia de un linfoma, según recuerda esta experta, es el crecimiento anómalo de un ganglio linfático, aunque "muchas veces esto puede suceder de manera indolora sin síntoma alguno y pueden pasar desapercibidos durante meses".
En cualquier caso, existen unos síntomas típicos denominados 'síntomas B' que en muchos pacientes pueden presentarse inicialmente, como la fiebre inexplicada, cansancio extremo y sudación nocturna.
Una vez definido el estadio de la enfermedad, se elige el tratamiento a seguir, si bien asegura que normalmente se combinan sesiones de poliquimioterapia (en ocasiones también se emplea la radioterapia).
No obstante, la doctora Caballero apunta que "están empezando a funcionar los nuevos anticuerpos monoclonales", unas proteínas capaces de identificar los linfocitos afectados y eliminarlos selectivamente, frenando la progresión de la enfermedad.
De hecho, gracias a los últimos avances médicos y a los estudios clínicos, los linfomas más agresivos están alcanzando elevados porcentajes de curación, consiguiendo preservar la calidad de vida de muchos pacientes. No obstante, matiza, "no en todos los subtipos de linfoma el pronóstico es tan favorable".