MADRID, 14 Ene. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de Johns Hopkins Medicine (Estados Unidos) han probado, en experimentos con ratones viejos y genéticamente diseñados, que la gran mayoría del dolor de espalda baja podría tener su origen en un crecimiento excesivo de los nervios sensibles al dolor en el tejido cartilaginoso de la columna vertebral.
Se estima que el 80 por ciento de las personas en todo el mundo experimentará dolor lumbar durante su vida, a veces debido a la tensión o a una lesión. Pero la gran mayoría del dolor lumbar surge en ausencia de lesiones, especialmente en la edad avanzada.
Este experimento fue diseñado para investigar si un crecimiento excesivo y doloroso de los nervios sensoriales en las placas cartilaginosas de la columna vertebral podría ser la raíz de estos casos inexplicables. Los hallazgos, publicados en la revista 'Nature Communications', podrían ayudar en el futuro a desarrollar nuevos tratamientos que se enfoquen en el crecimiento anormal de los nervios en la columna.
La columna puede ser explicada como una serie de articulaciones, cada una compuesta de una vértebra ósea, un disco espinal y una capa de tejido blando llamado placas terminales de cartílago que amortiguan los huesos vertebrales para protegerlos del peso del cuerpo. "La placa final de cartílago es el cojín de un asiento que lo hace más cómodo. Pero, al igual que el tejido similar en las articulaciones de la rodilla y la cadera, sucumbe al desgaste con el tiempo", explica uno de los líderes del estudio, Xu Cao.
En su trabajo, los investigadores analizaron muestras de las placas óseas de las vértebras de ratones de más de 20 meses de edad, el equivalente humano de unos 70-80 años. Los investigadores encontraron que el tejido blando y cartilaginoso de las espinas de los ratones se endureció y se asemejó a un hueso difuso con una estructura similar al queso suizo.
En estudios previos, este mismo equipo evidenció que una columna vertebral envejecida o inestable induce a las placas terminales del cartílago a cambiar a estructuras óseas porosas que proveen espacios para que los nervios penetren la densa estructura del hueso. Un tipo de célula especializada, llamada osteoclasta, crea la estructura ósea porosa donde debería estar el cartílago. "El cartílago no tiene típicamente nervios y vasos sanguíneos. Sin embargo, cuando el cartílago se convierte en una estructura ósea porosa con crecimiento de fibras nerviosas, podría ser la fuente del dolor de espalda", apunta Cao.
Para probar esta idea más a fondo, primero analizaron muestras de tejido de las espinas de ratones viejos bajo el microscopio, etiquetando los osteoclastos y las fibras nerviosas con etiquetas fluorescentes. Encontraron que los osteoclastos y las fibras nerviosas estaban presentes en las mismas áreas de las vértebras, sugiriendo que los osteoclastos podrían estar señalando el crecimiento del nervio de alguna manera.
Después, manipularon genéticamente a los ratones para que no tuvieran el gen que codifica la formación de osteoclastas, y realizaron una cirugía en los ratones para desestabilizar las articulaciones entre sus vértebras, imitando una inestabilidad similar en personas con dolor de espalda baja. Los investigadores encontraron que los ratones que carecían de células osteoclásticas tenían menos nervios sensibles al dolor en las placas terminales de sus vértebras que los ratones que tenían el gen.