MADRID, 23 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un equipo de investigadores de Estados Unidos ha publicado un trabajo en la revista 'Trends in Neurosciences' en el que avisan de que la infección por Covid-19 puede sentar las bases para el desarrollo del Párkinson.
"Mientras continuamos lidiando con la pandemia de COVID-19 hoy, también debemos considerar sus implicaciones para el futuro. Cada vez hay más evidencia de que los efectos secundarios de la infección por Covid-19, como la inflamación y el daño al sistema vascular, podrían sentar las bases para el desarrollo de la enfermedad de Párkinson", han explicado.
La enfermedad de Párkinson es un trastorno multisistémico que comienza años o incluso décadas antes de que aparezcan los síntomas característicos relacionados con el movimiento. La creciente evidencia sugiere que el Párkinson surge de una combinación compleja de factores que varían de persona a persona, incluida la edad, la predisposición genética, el historial de infecciones y la exposición a ciertos factores ambientales como la contaminación o los pesticidas.
Las infecciones virales pueden desempeñar un papel en el desencadenamiento de las primeras etapas de la enfermedad de Párkinson al desencadenar una cascada que da como resultado la muerte de las células cerebrales que producen dopamina, un mensajero químico vital cuya ausencia conduce a problemas de movimiento como congelación y temblores.
"El SARS-CoV-2 se considera un virus respiratorio, sin embargo, su virulencia y potencial patogénico, particularmente para las complicaciones neurológicas, continúa sorprendiéndonos. Algunos pacientes pueden desarrollar manifestaciones neurológicas graves a pesar de los síntomas respiratorios leves", han detallado los expertos.
Con base en la evidencia de los estudios de casos y lo que se sabe sobre los mecanismos que sustentan el Párkinson, han sugerido varias posibles formas en las que la infección por Covid-19 podría contribuir al inicio del Párkinson.
En concreto, han detallado que el Covid-19 está relacionado con coágulos de sangre y otros problemas con el sistema vascular, incluso en el cerebro. Estas agresiones vasculares podrían dañar el área del cerebro que produce dopamina, lo que posteriormente podría resultar en una pérdida de dopamina similar a la del Párkinson.
Asimismo, han informado de que existe un vínculo demostrado entre la inflamación crónica y el Párkinson. "Es posible que la inflamación severa resultante de COVID-19 pueda desencadenar la inflamación cerebral y la muerte celular asociada con el Párkinson", han explicado.
Finalmente, han comentado que el SARS-CoV-2 puede ser un virus neurotrópico, lo que significa que ataca el sistema nervioso. "Debido a esto, COVID-19 y Párkinson comparten algunos de los primeros síntomas, como la pérdida del sentido del olfato y problemas intestinales. Además, la infección por SARS-CoV-2 podría conducir a un aumento de la alfa-sinucleína, una proteína asociada con el Párkinson (esto se ha visto en otras infecciones virales)", han argumentado.