MADRID, 8 Jun. (EUROPA PRESS) -
Una investigación realizada por científicos del 'King's College London', en Reino Unido, sobre el papel que juega el intestino en el procesamiento y la distribución de grasas podría allanar el camino para el desarrollo de tratamientos personalizados para la obesidad y otras enfermedades crónicas en la próxima década, tal y como se publica este lunes en 'Nature Genetics'.
En el mayor estudio de este tipo, los científicos analizaron el metaboloma fecal (la comunidad de sustancias químicas producidas por los microbios intestinales en las heces) de 500 pares de gemelos para construir una imagen de cómo el intestino controla estos procesos y distribuye la grasa. El equipo del Rey también evaluó qué parte de esa actividad es genética y cuánto está determinada por factores ambientales.
El análisis de las muestras de heces identificó biomarcadores para la acumulación de grasa interna alrededor de la cintura. Se sabe bien que esta grasa visceral está fuertemente asociada con el desarrollo de afecciones que incluyen diabetes tipo 2, enfermedad cardiaca y obesidad. Al entender cómo los químicos microbianos conducen al desarrollo de grasa alrededor de la cintura en algunos, pero no en todos los gemelos, el equipo de King espera también avanzar en la comprensión de mecanismos muy similares que impulsan el desarrollo de la obesidad.
Un análisis de los metabolitos fecales (moléculas químicas en las heces producidas por microbios) encontró que menos de una quinta parte (17,9 por ciento) de los procesos intestinales podría atribuirse a factores hereditarios, pero se encontró que el 67,7 por ciento de la actividad intestinal estaba influenciada por factores ambientales, principalmente la dieta regular de una persona. Esto significa que se pueden hacer cambios importantes en la forma en que el intestino de un individuo procesa y distribuye la grasa alterando tanto su dieta como las interacciones microbianas en su intestino.
CONSTRUYEN UN BANCO DEL METABOLOMA DEL INTESTINO
En la parte siguiente del estudio, los científicos han construido un banco de metaboloma del intestino que puede ayudar a otros científicos a diseñar entornos visuales ideales y a medida que procesen y distribuyan la grasa de manera eficiente. El estudio también generó la primera base de datos integral de los microbios que están asociados con los metabolitos químicos en el intestino, lo cual puede ayudar a otros científicos a entender cómo las bacterias en el intestino afectan a la salud humana.
La investigadora principal, la doctora Cristina Menni, del 'King's College London, dice: "Este estudio realmente ha acelerado nuestra comprensión de la interacción entre lo que comemos, la forma en que se procesa en el intestino y el desarrollo de grasa en el cuerpo, pero también la inmunidad y la inflamación. Al analizar el metaboloma fecal, hemos podido obtener una instantánea de la salud del cuerpo y de los complejos procesos que tienen lugar en el intestino".
El director del 'King's College London's Twin Research Group', el profesor Tim Spector, agrega: "Este apasionante trabajo en nuestros gemelos muestra la importancia para nuestra salud y el peso de los miles de productos químicos que los microbios intestinales producen en respuesta a los alimentos. Saber que están controlados en gran medida por lo que comemos en lugar de por nuestros genes es una gran noticia, y abre muchas formas de utilizar los alimentos como medicina. En el futuro, estos productos químicos podrían incluso usarse en retretes inteligentes o como papel higiénico inteligente".
"Este nuevo conocimiento significa que podemos alterar el entorno intestinal y enfrentarnos al desafío de la obesidad desde un nuevo ángulo que está relacionado con factores modificables como la dieta y los microbios en el intestino. Esto es emocionante, porque a diferencia de nuestros genes y nuestro riesgo innato de desarrollar grasa alrededor del estómago, los microbios intestinales se pueden modificar con probióticos, con medicamentos o con dietas altas en fibra", concluye el primer autor del estudio, el doctor Jonas Zierer.