Identifica tus motivaciones y sácales partido

MOTIVACIÓN, PODER, FUERZA, MUJER
DIMA_SIDELNIKOV
Actualizado: jueves, 28 abril 2016 3:58

   MADRID, 28 Abr. (EDIZIONES) -

   Todos compartimos unos motivos universales, pero con distinta intensidad. Nuestros cerebros han evolucionado para adaptarse al medio, procurando que los seres humanos nos acerquemos a aquellas metas vitales para la supervivencia y nos alejemos de las situaciones que ponen en peligro la vida.

   Según explica a Infosalus Beatriz Valderrama, psicóloga especialista en coaching organizacional y autora de 'Motivación inteligente' (Editorial Prentice Hall), la motivación es nuestro motor emocional que genera la energía que nos impulsa a la acción para satisfacer nuestras necesidades, aspiraciones y expectativas.

   “Una persona está motivada a hacer algo cuando percibe que así obtendrá una recompensa que desea o necesita. Cuando finalmente alcanza la meta, experimenta un sentimiento de placer y satisfacción. Si no lo logra, el sentimiento es de desagrado o frustración”, comenta la autora.

   Estas consecuencias emocionales, positivas o negativas, junto con las creencias asociadas, influirán en el comportamiento posterior, alentando o desalentándolo. Si la persona cree que nunca va a conseguir su meta a pesar de sus esfuerzos, dejará de intentarlo.

   Sobre motivación y salud, Valderrama apunta que la motivación es un sistema fundamental para la supervivencia y el crecimiento, pues es lo que nos hace esforzarnos para satisfacer nuestras necesidades más básicas, como alimentarnos, y otras necesidades sociales y psicológicas, como establecer vínculos afectivos, cuidar nuestra salud, aprender, involucrarnos en actividades que ponen en juego nuestras capacidades, etc.

   “Cuando una persona enferma de depresión, su motivación queda disminuída, así como su capacidad de sentir placer. A esto se le llama ‘anhedonia’. Por ello le resulta muy difícil encontrar la energía para esforzarse en las actividades más básicas, incluso las que antes le proporcionaban placer. Las personas necesitamos motivos para actuar, tener deseos y metas que nos ilusionen y den sentido a nuestra vida. En otro caso, nos abandonamos a la apatía, la desgana y la inactividad”, afirma la autora.

MOTIVOS Y ‘CONTRAMOTIVOS’

   No todas las personas somos iguales en cuanto a lo que nos motiva para esforzarnos a alcanzar nuestras metas. Cosas que son importantes para una persona, no lo son para otra.

Valderrama propone un modelo denominado ‘Rueda de Motivos’ que se basa en la variedad de la especie humana y que propone cinco motivos que nos mueven a aproximarnos a determinadas metas, junto a sus opuestos, otros cinco motivos o “contramotivos” que nos impulsan a alejarnos de nuestros miedos. A continuación Valderrama los describe:

* El motivo de afiliación nos impulsa a buscar la compañía y el aprecio de otros, y ser aceptado en los grupos. Las personas muy afiliativas necesitan la aprobación de los demás y tienden a ser conciliadoras y evitar conflictos. Por otro lado, el motivo de autonomía nos impulsa a ser independientes, liberarnos de restricciones y resistir las presiones externas. Las personas muy autónomas tienen aversión a sentirse “parte del rebaño”.

   * El motivo de poder se manifiesta en conductas orientadas a competir y ganar a otros, ascender en la jerarquía, alcanzar popularidad y prestigio, recibir admiración y reconocimiento. En el lado opuesto, las personas con elevado motivo de cooperación tienen deseos de justicia e igualitarismo en la sociedad. Persiguen la equidad y el apoyo mutuo. Suele ser más fácil reconocerlos por aquello a lo que tienen aversión: la inequidad, la desigualdad, la competitividad, la rivalidad, la injusticia, los abusos y los juegos de poder.

   * Las personas con fuerte motivo de logro se plantean objetivos ambiciosos y persisten hasta alcanzarlos, se esfuerzan por conseguir resultados extraordinarios, sienten un impulso por alcanzar el éxito en tareas desafiantes, superando los estándares de excelencia. Por el contrario, las personas hedonistas se mueven por ahorrar esfuerzos, les gusta el ocio, relajarse y disfrutar. Les produce aversión el esfuerzo sin recompensa, el sobreesfuerzo y el estrés.

   * El motivo de exploración mueve a las personas a aprender continuamente, mostrarse creativas y desarrollarse personalmente. Muestran una gran necesidad de variedad y estímulo intelectual. Tienen aversión a la rutina. A falta de variedad o estímulo se aburren. En el otro extremo, las personas con alto motivo de seguridad tienden a buscar la certidumbre, el orden y las situaciones estructuradas. Tienen aversión a los cambios y los riesgos.

   * Finalmente, el motivo de contribución impulsa a comportarse de forma altruista, interesándose genuinamente en el bienestar de los demás y anteponiendo la satisfacción de sus necesidades a las propias. El opuesto motivo de conservación mueve a las personas a conseguir dinero y acumular bienes materiales, buscar su propio interés y comodidad.

MOTIVACIÓN Y SALUD: CONSEGUIR LAS CONSECUENCIAS MÁS POSITIVAS

   En general, Valderrama señala que es más saludable moverse para conseguir una meta que tratar de guiarse por los miedos y evitar a toda costa lo que se teme o resulta desagradable. Por ello, en principio son más saludables los de Logro, Exploración y Contribución que los de Hedonismo, Seguridad y Conservación.

   “Pero también hay que tener cuidado con los excesos. Demasiado Logro nos puede llevar a estrés, demasiada Exploración puede hacernos incluir en riesgos excesivos y demasiada Contribución nos puede convertir en víctimas de otros en entornos tóxicos”, comenta la autora. En cuanto a las otras dimensiones, Afiliación-Autonomía y Cooperación-Poder, lo más sano puede ser un equilibrio entre ambos polos.

   En su libro, Valderrama incluye un cuestionario para identificar el propio perfil de motivos. Una vez que conocemos nuestro perfil de motivos, el siguiente paso sería diseñar nuestro ‘Yo ideal’, una ‘visión’ de hacia dónde queremos viajar. Esto nos dará la dirección y la energía para el esfuerzo de cambio.

   “Se trata de vernos cómo seríamos una vez alcanzada la meta que deseamos”, expone Valderrama, que aconseja que nos planteemos las siguientes cuestiones: ¿Queremos ser personas más exploradoras, abiertas a la experiencia? ¿Queremos desarrollar más afán de logro, persistir ante las dificultades para alcanzar metas elevadas? O por el contrario, ¿queremos disminuir nuestra autoexigencia estresante y cuidarnos más?

   Luego, como siempre que deseamos cambiar, hemos de poner en marcha un plan con acciones concretas y alcanzables que, si aplicamos persistentemente, nos acercarán a la meta. Los siguientes puntos son un ejemplo de estas acciones a seguir:

   1. Hacer algo nuevo todos los días, probar comidas exóticas, explorar nuevos caminos o asumir pequeños riesgos.

   2. Plantearse un objetivo y persistir hasta alcanzarlo, reaccionar positivamente ante los fracasos, explorar otras vías para alcanzar la meta, etc.

   3. Reducir nuestra dosis de estrés (carga de trabajo, perfeccionismo, compromisos), descansar, sumergirnos en actividades agradables, cultivar relaciones positivas.

4. Finalmente, comprobar el camino recorrido hacia nuestra ‘visión’ y disfrutar de los cambios que vamos alcanzando en nuestro nuevo Yo.