MADRID, 10 Oct. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Tel Aviv, en colaboración con académicos de España, han descubierto evidencia del almacenamiento para consumo posterior de médula ósea animal en la cueva Qesem, cerca de Tel Aviv, el yacimiento de muchos descubrimientos importantes del último período del Paleolítico Inferior hace unos 400.000 años.
La investigación, que publica la revista 'Science Advances', proporciona evidencia directa de que las primeras personas del Paleolítico conservaron huesos de animales hasta nueve semanas antes de festejar con ellos dentro de la Cueva Qesem.
El estudio fue dirigido por la doctora Ruth Blasco del Departamento de Arqueología y Civilizaciones del Cercano Oriente Antiguo de la Universidad de Tel Aviv y el Centro Nacional de Investigación Sobre la Evolución Humana (CENIEH) y sus colegas los profesores Ran Barkai y Avi Gopher, en colaboración con los profesores Jordi Rosell y Maite Arilla de la Universitat Rovira i Virgili (URV) y el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES); el profesor Antoni Margalida de la Universidad de Lleida, Universidad de Berna y el Instituto de Investigación de Caza y Vida Silvestre (IREC); y el profesor Daniel Villalba, de la Universidad de Lleida.
"La médula ósea constituye una fuente importante de nutrición y, como tal, apareció durante mucho tiempo en la dieta prehistórica --explica el profesor Barkai--. Hasta ahora, la evidencia ha apuntado al consumo inmediato de médula ósea tras la extracción de tejidos blandos. En nuestro artículo, presentamos evidencia de almacenamiento y consumo posterior de médula ósea en Qesem Cave".
"Esta es la evidencia más temprana de este comportamiento y ofrece información sobre la socioeconomía de los humanos que vivían en Qesem --agrega Blasco--. También marca un umbral para los nuevos modos de adaptación humana paleolítica".
"Los humanos prehistóricos trajeron a la cueva partes del cuerpo seleccionadas de los cadáveres de animales cazados --explica el profesor Rosell--. La presa más común era el gamo, y las extremidades y los cráneos fueron traídos a la cueva, mientras que el resto del cadáver fue despojado de carne y grasa en el lugar en que se produjo la caza. Descubrimos que los huesos de las patas de los ciervos, específicamente los metapodiales, presentaban marcas de corte únicas en los ejes, que no son características de las marcas que quedan de pelar la piel fresca para fracturar el hueso y extraer la médula".
Los investigadores sostienen que los metapodiales de venado se mantuvieron en la cueva cubiertos de piel para facilitar la preservación de la médula para el consumo en tiempos de necesidad.
Los investigadores evaluaron la preservación de la médula ósea utilizando una serie experimental de ciervos, controlando el tiempo de exposición y los parámetros ambientales, combinados con análisis químicos.
La combinación de resultados arqueológicos y experimentales les permitió aislar las marcas específicas relacionadas con la eliminación de la piel seca y determinar una baja tasa de degradación de la grasa de la médula de hasta nueve semanas de exposición.
"Descubrimos que preservar el hueso junto con la piel durante un período que podría durar muchas semanas permitía a los primeros humanos romper el hueso cuando era necesario y comer la médula ósea cuando aún se mantien nutritiva", agrega el doctor Blasco.
"Los huesos se usaron como 'latas' que preservaron la médula ósea durante un largo período hasta que llegó el momento de quitar la piel seca, romper el hueso y comer la médula", enfatiza el profesor Barkai.
Hasta hace poco, se creía que las personas del Paleolítico eran cazadores recolectores que consumían todo lo que atrapaban ese día y soportaban largos períodos de hambre cuando las fuentes de alimentos eran escasas.
"Mostramos por primera vez en nuestro estudio que hace entre 420.000 y 200.000 años, los humanos prehistóricos en Qesem Cave eran lo suficientemente sofisticados, inteligentes y talentosos como para saber que era posible preservar huesos particulares de animales bajo condiciones específicas y, cuando es necesario, retirar la piel, romper el hueso y comer la médula ósea", explica el profesor Gopher.
Según la investigación, esta es la evidencia más temprana en el mundo de la conservación de alimentos y el consumo tardío de alimentos. Este descubrimiento se une a otra evidencia de comportamientos innovadores encontrados en Qesem Cave, incluido el reciclaje, el uso regular del fuego, y cocinar y asar carne.
"Suponemos que todo esto se debió a que los elefantes, anteriormente una fuente importante de alimento para los humanos, ya no estaban disponibles, por lo que los humanos prehistóricos en la región tuvieron que desarrollar e inventar nuevas formas de vida --concluye el profesor Barkai--. Este tipo de comportamiento permitió a los humanos evolucionar y entrar en un tipo de existencia socioeconómica mucho más sofisticada".