MADRID, 2 Sep. (EUROPA PRESS) -
Cuando las niñas llegan a la pubertad a una edad inusualmente temprana presentan un riesgo significativamente mayor de desarrollar cáncer de mama más adelante en la vida. Expertos del Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati y la Universidad de Cincinnati, en Estados Unidos, ha descubierto la razón.
Según los hallazgos del estudio, dirigido por Frank Biro, uno de los principales expertos del país en pubertad y medio ambiente y un equipo de colegas que publican en el 'Journal of Adolescent Health', las niñas que llegan muy pronto a la pubertad según lo medido por el desarrollo temprano de los senos y la edad del primer período menstrual, tienen una ventana más larga de susceptibilidad al cáncer de mama.
Esta ventana permanece abierta demasiado tiempo porque sus cuerpos tienen concentraciones más altas de hormona del crecimiento y experimentan una progresión más lenta durante la pubertad. Esto, a su vez, da como resultado una exposición más prolongada a factores ambientales que podrían influir en el tejido mamario en desarrollo.
"Durante muchos años nos ha preocupado que las niñas entren en la pubertad a edades cada vez más tempranas. Varios estudios han establecido un vínculo entre la pubertad temprana y el riesgo de cáncer de mama --señala Biro--. Nuestro estudio es uno de los pocos que reúne muchos años de datos para realizar un seguimiento exhaustivo de los cambios que experimentan las mujeres jóvenes".
Estudios previos han relacionado una edad más temprana de la menarquia (el primer período menstrual), una mayor velocidad de crecimiento puberal y una edad más temprana del estirón puberal como relacionados con el riesgo de cáncer de mama. Estos tres factores puberales también están relacionados entre sí.
También han encontrado que el desarrollo de los senos se ha producido a edades más tempranas, y algunas niñas muestran signos desde los 7 años. Por lo general, los períodos menstruales comienzan dos o tres años después. Para la mayoría de las niñas, sus períodos comienzan alrededor de los 12 o 13 años, apunta Biro.
La edad del desarrollo de los senos ha disminuido mucho más rápido que la edad de la menarquia. El nuevo estudio es parte de un proyecto de larga duración para averiguar por qué.
"Encontramos relaciones importantes y dinámicas entre la concentración del factor de crecimiento humano y de otras hormonas en etapas críticas del crecimiento que no fueron evidentes en estudios a corto plazo y estudios transversales --señala--. Esto nos da una comprensión más precisa de por qué la pubertad temprana plantea un riesgo de cáncer de mama y sugiere formas para que las familias ayuden a sus hijas a reducir ese riesgo".
De varios cambios bioquímicos que ocurren a medida que las niñas crecen, el nuevo estudio informa que los factores hormonales que se encuentran en las mujeres adultas y que se han asociado con un riesgo elevado de cáncer de mama también están asociados con la pubertad temprana.
Estos incluyen concentraciones más altas del factor de crecimiento IGF-1 y la proporción entre las hormonas estrona y androstenediona (E: A). IGF-1 es un potente estimulante del crecimiento que está asociado con la densidad mamaria y con el cáncer de mama en mujeres adultas. Una mayor proporción de estrona a androstenediona conduce a una mayor exposición general al estrógeno, otro factor de riesgo para el cáncer de mama.
Estos hallazgos sugieren que las niñas que experimentan una pubertad temprana pueden tomar medidas a lo largo de su vida para reducir su riesgo de cáncer de mama, que pasan por el ejercicio saludable y hábitos alimenticios para evitar la obesidad, un factor de riesgo conocido del cáncer de mama.
Específicamente, recomiendan aumentar el consumo de frutas, verduras, soja y otros alimentos que contienen estrógenos débiles de origen vegetal llamados fitoestrógenos. Trabajos previos del grupo Breast Cancer and the Environment han descubierto que el aumento de los niveles de fitoestrógenos en el cuerpo puede reemplazar otros estrógenos más fuertes y, por lo tanto, puede retrasar moderadamente el inicio de la pubertad.
Otro enfoque incluye llevar un estilo de vida "más ecológico" que minimice la exposición a sustancias químicas disruptores endocrinos sorprendentemente comunes, como los ftalatos que se encuentran en muchos productos de consumo.
En algunos de los casos más extremos, que los médicos definen como pubertad "precoz", los nuevos datos pueden ayudar a los médicos a decidir qué niñas están en mayor riesgo y deberían considerar tratamientos para retrasar el inicio de la pubertad. A largo plazo, la focalización del IGF-1 puede convertirse en una alternativa o un enfoque adicional para frenar la pubertad temprana.
El trabajo comenzó en 2004 siguiendo a un grupo de más de 370 niñas que ingresaron al estudio a los 6 y 7 años. El estudio refleja datos de más de 180 niñas que habían permanecido en el proyecto los 14 años y habían proporcionado múltiples muestras de sangre.
El equipo de investigación rastreó numerosas medidas, incluida la altura, el peso y la "velocidad de crecimiento". Hicieron un seguimiento de cuándo comenzó el desarrollo de los senos y cuándo comenzaron los ciclos menstruales. Analizaron sangre para medir los niveles hormonales y recopilaron una amplia gama de información demográfica, geográfica, ambiental y de comportamiento a partir de cuestionarios y entrevistas.
Comprobaron que el inicio de la pubertad más temprano se asoció con una mayor velocidad máxima de altura (PHV). La duración del estirón puberal fue mayor en las niñas que maduraron más temprano y las concentraciones más altas de hormona del crecimiento se correlacionaron con una edad más temprana del desarrollo de los senos, una mayor duración de la pubertad y una edad más temprana de la velocidad máxima de altura.
Además, las niñas que comienzan la pubertad temprano también mostraron una mayor conversión de precursores de hormonas en estrógenos.
Los investigadores señalan que se necesitarán más estudios para determinar si el manejo del IGF-1 tiene valor para prevenir la pubertad temprana. Asimismo, es posible que se necesiten otros proyectos de investigación para abordar ciertas limitaciones de esta investigación.
Para Biro, la lección importante para las familias es que aprender más sobre las combinaciones de hormonas que impulsan la pubertad temprana ayudará a los médicos a descubrir enfoques que ayuden a más mujeres a reducir su riesgo de cáncer de mama.