MADRID 11 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio dirigido por la Universidad de California en San Francisco (Estados Unidos) ha comprobado que las personas con depresión tienen una temperatura corporal más elevada, lo que sugiere que podría ser beneficioso para la salud mental reducir la temperatura de quienes padecen este trastorno.
El estudio, publicado en la revista 'Scientific Reports', no indica si la depresión eleva la temperatura corporal o si una temperatura más alta causa depresión. Tampoco se sabe si la mayor temperatura corporal observada en las personas con depresión refleja una menor capacidad para autoenfriarse, una mayor generación de calor a partir de procesos metabólicos o una combinación de ambos.
Los investigadores analizaron los datos de más de 20.000 participantes internacionales que llevaban un dispositivo que mide la temperatura corporal y que también informaban diariamente de su temperatura corporal y de sus síntomas de depresión. El estudio, de siete meses de duración, comenzó a principios de 2020 e incluyó datos de 106 países.
Los resultados mostraron que con cada nivel creciente de gravedad de los síntomas de depresión, los participantes tenían temperaturas corporales más altas. Los datos de temperatura corporal también mostraron una tendencia hacia puntuaciones de depresión más altas en personas cuyas temperaturas tenían menos fluctuaciones a lo largo de un periodo de 24 horas, pero este hallazgo no alcanzó significación.
Los resultados arrojan luz sobre cómo podría funcionar un nuevo método de tratamiento de la depresión, según Ashley Mason, doctora, autora principal del estudio y profesora asociada de Psiquiatría en el Instituto Weill de Neurociencias de la UCSF. Un pequeño grupo de estudios causales ha descubierto que el uso de jacuzzis o saunas puede reducir la depresión, posiblemente al provocar el autoenfriamiento del organismo, por ejemplo, mediante la sudoración.
"Irónicamente, calentar a las personas puede provocar un descenso de la temperatura corporal de rebote que dura más que enfriarlas directamente, por ejemplo con un baño de hielo --explica Mason, que también es psicóloga clínica en el Centro Osher de Salud Integral de la UCSF--. "¿Y si pudiéramos seguir la temperatura corporal de las personas con depresión para programar bien los tratamientos basados en el calor?", se cuestiona.
"Por lo que sabemos, este es el mayor estudio realizado hasta la fecha para examinar la asociación entre la temperatura corporal -evaluada utilizando tanto métodos de autoinforme como sensores portátiles- y los síntomas depresivos en una muestra geográficamente amplia --concluye--. Dadas las crecientes tasas de depresión en Estados Unidos, nos entusiasman las posibilidades de una nueva vía de tratamiento".