MADRID, 5 Mar. (EDIZIONES) -
¿Sabías que el ser humano cuenta con más de 630 músculos? Estos nos ayudan de múltiples formas a lo largo de nuestro día. Desde levantar nuestra mochila, hasta peinarnos, sonreír, o bien bombear nuestro corazón. Los hay de diferentes tipos y algunos funcionan por sí solos, como el corazón, mientras que otros somos nosotros los que los 'activamos'.
Así, el principal músculo del organismo es el cardíaco, según revela en una entrevista con Infosalus el doctor Juan Carlos Miangolarra Page, profesor titular de Medicina Física y Rehabilitación de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. "De comportamiento autónomo, el corazón se contrae de forma involuntaria y se activa de media unas 100.800 veces al día. Existen otros muchos músculos importantes de actividad involuntaria, como por ejemplo los oculares, o los de los párpados", menciona el especialista.
A su vez, indica que, en general, los músculos de contracción voluntaria (que controlan y se contraen) son los del aparato locomotor, y estos son responsables del movimiento de las diversas partes del cuerpo.
Cada músculo está constituido microscópicamente por millones de fibras musculares y, según avisa el también responsable y coordinador del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Universitario de Fuenlabrada (Madrid), la rotura puede afectar generalmente a miles de fibras musculares.
"En determinadas circunstancias, agrupaciones celulares (varias fibras musculares) pueden sufrir una rotura, por tensiones excesivas, sobrecarga de actividad, o bien contracciones muy intensas en circunstancias desfavorables pueden propiciar el evento. Es una lesión ocasional, momentánea", precisa el doctor Miangolarra Page.
Es más, sostiene que son susceptibles de romperse todos los músculos del cuerpo en teoría, si bien reconoce que es más frecuente esa ruptura en los del aparato locomotor, los músculos responsables de mover las palancas articulares y que evidencian nuestra capacidad de desplazarnos, y de cambiar de posición a través de la actividad motriz.
El especialista del Hospital Universitario de Fuenlabrada señala que los músculos pueden romperse, por un lado, en circunstancias de elevada demanda cuantitativa, es decir, cuando tienen lugar muchas contracciones, por una actividad normal, laboral o por un deporte repetitivo; o bien por una demanda cualitativa, a través de contracciones en excesos intensas, que es cuando se favorece o desencadena la rotura fibrilar.
"También en situaciones de desentrenamiento, o cuando el músculo no está estirado adecuadamente previamente a elevadas demandas, o en situaciones biomecánicas desfavorables, por ejemplo", matiza el doctor.
Las roturas fibrilares son especialmente frecuentes entre quienes practican deporte, y son bastante habituales, por ejemplo, en los gemelos, en la zona posterior de la pantorrilla, ya que se trata de zonas de elevada demanda de actividad del organismo. "Los deportistas realizan actividades de alta demanda cuantitativa y cualitativa que, a pesar del entrenamiento, los hace susceptibles de sufrir el proceso. La población general en situaciones similares de requerimiento muy importante, con patologías previas y desentrenamiento son también diana de este proceso", asegura el doctor Miangolarra.
CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS
En cuanto a los síntomas de una rotura fibrilar, el experto menciona un intenso dolor agudo y momentáneo, inesperado, como un "pinchazo o golpe, o pedrada", en el área concreta de la anatomía de la superficie corporal sobre el músculo que sufre la rotura fibrilar.
El diagnóstico médico es clínico generalmente, según añade el profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, y las pruebas de imagen no son imprescindibles en estos casos. "Se emplean en ocasiones para evaluar la gravedad (extensión y localización en músculos concretos), además de coadyuvar a establecer un pronóstico de evolución, pero las imágenes no determinan el tratamiento", precisa.
Sobre el tratamiento, el experto aconseja siempre acudir a un médico para que se determine el diagnóstico, y apunta que el proceso suele conllevar una serie de medidas en el corto plazo (reposo, compresión, frío, y otras de carácter analgésico), y otras a medio plazo (actividad supervisada médicamente, progresiva y cuidadosa de reintegración a la vida normal y/o al deporte). "Es un proceso generalmente benigno que evoluciona lentamente a la curación (cicatrización). Puede eventualmente provocar secuelas", advierte eso sí.
En cuanto a qué no se debe hacer en el tratamiento de las roturas fibrilares, el coordinador del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Universitario de Fuenlabrada apunta a la continuación de la actividad deportiva y laboral, según sea el caso y la valoración del médico. "Se debe realizar una inmediata detención y reposo del segmento corporal afectado. No poner calor", añade.
Aquí, el responsable del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Universitario de Fuenlabrada (Madrid) advierte de que algunas medidas de actividad inmediata, sobrecarga de ejercicio precoz, masaje, calor, por ejemplo, pueden agravar la lesión especialmente en las fases iniciales del proceso.
Por otro lado, el especialista menciona que es difícil establecer un tiempo normalizado de recuperación, ya que depende de múltiples circunstancias. "En caso de personas sin entrenamiento previo se alargará el periodo de curación. En el caso de roturas fibrilares extensas, o sobre músculos con lesiones previas, también se prolongará la recuperación. Globalmente, sin matizar, periodos entre 3 y 12 semanas son frecuentes", sentencia.