Gran parte de las personas que confían en pseudoterapias no dudan de la ciencia pero creen que está rodeada de intereses

Homeopatía
Homeopatía - PIXABAY/BRU-NO - Archivo
Publicado: miércoles, 20 enero 2021 17:19


MADRID, 20 Ene. (EUROPA PRESS) -

Entre los círculos de consumidores en salud de las llamadas
pseudociencias, existe, mayoritariamente, una imagen positiva de la ciencia, sin embargo creen que se pone al servicio de intereses económicos de la industria, según se desprenden de un estudio realizado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT)

El estudio, que investiga el uso y la confianza en España en las terapias sin evidencia científica, entre las que se encuentran la homeopatía, la acupuntura, la fitoterapia, el reiki o las flores de Bach, tiene el objetivo de comprender mejor las perspectivas de los usuarios de estos tratamientos e identificar discursos, actitudes, motivaciones y tendencias de su uso.

El estudio consistió en diez entrevistas y ocho grupos de discusión a lo largo de 2020. En total participaron 66 personas de diferentes ciudades, edades y clases sociales y consumidoras _habituales u ocasionales_ de pseudoterapias como la homeopatía, la acupuntura, la fitoterapia y el reiki.

"Queríamos ver en qué creen, en qué confían, cómo ven el mundo. Lo fácil es reírse y polarizar, llamarlos locos", comenta Lobera. Su intención era entender qué mecanismos llevan a algunas personas a confiar su salud a terapias que no tienen evidencia científica", explica a SINC el sociólogo de la Universidad Autónoma de Madrid y autor principal del informe, Josep Lobera.

Sin embargo, Lobera ha explicado que los participantes escogidos "se están iniciando, confían y consumen" pseudoterapias, pero no son fanáticos acérrimos. En términos generales, en las personas estudiadas no está instalado un discurso contrario hacia la ciencia y la medicina convencional.

Así, explican que se aprecian las contribuciones realizadas por los científicos, y se considera que el desarrollo de la medicina ha permitido avances significativos en la lucha contra las enfermedades. Además, es mayoritaria la opinión de que, si uno tuviese una enfermedad grave, recurriría a los servicios sanitarios como primera opción.

Sin embargo, señala el estudio, "el hecho de que no exista un discurso hostil o anticientífico (del tipo terraplanista o similar) no significa que no sea también mayoritario un discurso crítico relativo a la aplicación de la ciencia en el terreno de la salud".

En la mayoría de las entrevistas y discusiones de grupos se ha hecho énfasis en que la medicina actual está corrompida por los intereses de las grandes farmacéuticas y se ha vuelto excesivamente técnica, industrializada (química) y desligada de las necesidades humanas del sujeto.

"La clave en el éxito de la extensión de estas miradas alternativas a la salud parece tener que ver con un malestar casi civilizatorio vinculado a la gestión de la salud, que a ojos de los entrevistados ha adquirido unas prácticas muy negativas", advierten los investigadores.

Por otra parte, se han encontrado con una preocupación creciente por el consumo de fármacos para combatir las distintas enfermedades, dentro de una creciente preocupación por el consumo, en las últimas décadas, de excesivos antibióticos y ansiolíticos, sostenido por el argumento de que "nos envenenan".

El recelo por la excesiva medicación recetada en la sanidad (y su debate colateral en relación a la automedicación) está ya presente en la sociedad, y los usuarios de homeopatía constituyen una más de las reacciones frente a este fenómeno.

Además, aunque hay adeptos a misticismos diversos, la mayoría de los participantes en la investigación trataban de construir la legitimidad de algunas de las terapias analizadas con un recurso a la idea de que, en realidad, hay una base científica por detrás: tienen una larga tradición, carecen de efectos secundarios, en otros países sí que las utilizan en la sanidad pública, posiblemente la investigación las justifique en un futuro ya que las teorías sobre lo saludable van cambiando; si se silencian o desprestigian, lo es 85 solo porque hacen competencia a la industria farmacéutica, que empuja a los gobiernos a poner restricciones, etc.