Gonzalo Pin, pediatra experto en sueño: la siesta es un derecho de los niños hasta los 5 años

Archivo - Niña pequeña durmiendo la siesta con un osito de peluche.
Archivo - Niña pequeña durmiendo la siesta con un osito de peluche. - EVGENYATAMANENKO/ISTOCK - Archivo
Actualizado: miércoles, 4 octubre 2023 9:18

   Si queremos que duerman bien se debe trabajar desde el embarazo

   MADRID, 4 Oct. (EDIZIONES) -

   El doctor Gonzalo Pin es pediatra y uno de los referentes en el estudio del sueño en España. Es coordinador del grupo de sueño y cronobiología de la Asociación Española de Pediatría y jefe de equipo de la Unidad del Sueño del Servicio de Pediatría del Hospital Quirónsalud de Valencia.

   Este pediatra con más de 30 años de experiencia en la materia, y que confiesa que su interés sobre el sueño infantil nació fruto de que sus hijos no dormían, acaba de publicar con Planeta 'El sueño es vida. El sueño infantil como nunca te lo han explicado', en el que entre otros puntos defiende que las siestas son muy importantes para el desarrollo cognitivo y la adquisición de memoria de los niños.

   Subraya que éstas representan un derecho de los niños hasta los 5 años, por lo que se les debería permitir a estos que las retiren cuando así lo consideren. "Es nuestra responsabilidad darles la posibilidad de dormir la siesta a una hora que no altere su sueño nocturno y los niños serán los que decidan si quieren dormirla y cuánto debe durar esta", sostiene.

   Explica que los niños hasta esa edad acumulan la necesidad de dormir o su presión de sueño de una forma más rápida y por eso necesitar rebajar esa presión con las siestas durante el día. "Por esta misma razón, si hacen la siesta muy cerca de la hora de acostarse pueden retrasar la necesidad de dormir por la noche", agrega.

   A su vez, advierte en el libro de que quitarles las siestas antes de que el cerebro esté preparado favorece, por ejemplo, la aparición de terrores nocturnos. ¿Y cuándo quitar entonces las siestas? Apunta que cada menor la retirará a una edad diferente, ya que depende del desarrollo neurocognitivo de cada uno y del mecanismo que regula la presión del sueño; pero suele ser entre los tres y los cinco años.

¿QUIERES QUE DUERMA BIEN? TRABAJALO DESDE EL EMBARAZO

   Otro de los puntos sobre los que este experto ha hecho hincapié en la rueda de prensa de presentación de su libro en Madrid es que si queremos que nuestros hijos duerman mejor debemos trabajarlo desde el mismo embarazo.

   Esto es así porque, según indica, la placenta es transmisora de información a los bebes y traspasa la melatonina al bebé, la hormona responsable de sueño, en función de la cantidad que tenga la madre, aunque alerta de que también permite el paso de cortisol, que es la hormona del estrés, y que igualmente depende de la progenitora.

   "De forma que a partir de la semana 30-32, de las últimas semanas de embarazo, si la madre tiene unos horarios regulares de alimentación, si se da unos paseos por la mañana a la luz natural, aparte de mantener unos horarios de sueño regulares, está informando a las células del feto de que hay un ritmo. Y sabemos que en estas madres, sus bebés adquieren el ritmo-vigilia sueño de forma más armónica, más tranquila, y precoz. Y si además el bebé toma lactancia materna, esta contiene más cantidad de melatonina por la tarde que por el día; entonces se juntan ambos ritmos", comenta este especialista.

   Por eso, y dado que el feto duerme en función de cómo esté la madre, el doctor Gonzalo Pin destaca que son tan importantes los permisos de maternidad antes de parir, pero igual de importantes tras dar a luz; momento en el que también señala la importancia de "cuidarse para poder cuidar", y donde aconseja dedicar una hora a la semana, al menos, a la pareja, en la que no hablar de hijos.

   Con ello, mantiene que si queremos que nuestros hijos duerman bien debemos mantener unos hábitos de vida saludables, mantener patrones de sueño y de alimentación regulares, evitar las tecnologías, sobre todo antes de irse a la cama. "Somos un país con déficit crónico de sueño, con pobreza de sueño", lamenta este pediatra, puntualizando que el 30% de las familias presenta dificultades con el sueño, y con todo lo que eso entraña.

CUÁNDO HAY UN PROBLEMA DE SUEÑO

   En último lugar, precisa que el "termómetro" que nos va a indicar que nuestro hijo tiene un problema con el sueño es el día, cómo 'funcionan' los menores durante el día, si mantienen un desarrollo normal, si no están irritables, si su rendimiento escolar es mayor o menor, por ejemplo. Aquí insiste en que el 60% de la varianza del sueño de un bebé al año de vida depende del ambiente en el que viva, no de la genética, por lo que si hay hábitos de vida saludables en casa el pequeño también los tendrá.

   Reconoce que en muchas ocasiones los problemas del sueño se corresponden con patrones de sueño insatisfactorios para los padres, el niño o el pediatra, pero no todos precisan de tratamiento.

   Ahora bien, sí advierte de que un trastorno del sueño es una alteración real, no una variación, de una función fisiológica que controla o se relaciona con el sueño y que opera durante el mismo, y menciona los ronquidos en los menores, o el síndrome de piernas inquietas, presente hasta en un 2% de casos. Dice que el sueño es un proceso "evolutivo y activo" y que depende de estos cuatro factores: biología, psicología, entorno social y entorno ambiental.

   Este libro pertenece a la colección 'Lucía, mi pediatra recomienda', de la famosa pediatra, quien ha participado igualmente en la presentación resaltando sobre el sueño infantil que es importante rebajar expectativas de lo que es el sueño normal de un niño menor de dos años, porque muchas veces se encuentran en la consulta a padres que se quejan de que su bebé de dos meses se despierta cada hora y media, "cuando es algo que pertenece a la evolución normal de un bebé".

   Considera que las expectativas son excesivas hoy en día en este ámbito no por falta de información sino, todo lo contrario, "por intoxicación informativa e información que muchas veces no se basa en datos objetivos sino en experiencias personales que no son la realidad de la ciencia médica", y defiende que "los niños no son adultos pequeños", y hay que comprender sus ritmos.