MADRID, 29 Jul. (EUROPA PRESS) -
La genética tiene un mayor impacto en el microbioma que el ambiente materno en el parto, al menos en ratones, según un estudio publicado esta semana en 'Applied and Environmental Microbiology'. El parto vaginal, conocido por transferir la microbiota al recién nacido, en realidad no deja huella microbiana duradera en la descendencia.
"El poderoso efecto de la genética, en comparación con el medio ambiente, fue sorprendente --asegura Yechezkel Kashi, jefe del Laboratorio de Genómica y Microbiología Aplicada del Technion - Instituto de Tecnología de Israel--. También fue decepcionante, ya que sugería que los beneficios de los probióticos podrían durar solo mientras uno los tome".
En el estudio, los investigadores determinaron los microbiomas de dos cepas de ratones de laboratorio: ratones negros (C57BL / 6J) y ratones blancos (BALB / c), ylos cruzaron los blancos y negros. En una serie de cruces, la madre era negra, mientras que en la otra, la madre era blanca. En ambos casos, la descendencia era del mismo tono de gris y tenía una genética similar, independientemente de qué padre era negro y cuál blanco.
Los cruces se realizaron porque en los mamíferos, durante el nacimiento, las madres transfieren microbios de sus canales del parto a la descendencia. Así, durante el parto, las madres negras y las madres blancas transmitirían diferentes microbiotas a sus descendientes.
Y la influencia ambiental materna sobre los microbiomas de la descendencia resultó ser trivial. Los microbiomas de las crías eran similares entre sí, independientemente de si sus madres eran blancas o negras, lo que demuestra que la siembra materna durante el parto no se realizó.
Un tercer experimento probó una influencia ambiental diferente, la fuente de alimento, en el microbioma. En este experimento, los ratones negros y los ratones blancos se mantuvieron juntos.
"Los ratones son coprófagos --explica la coautora Hila Korach-Rechtman, científica principal del Laboratorio de Genómica y Microbiología Aplicada, Technion - Instituto de Tecnología de Israel--. Comen heces, y en cautiverio, comen las heces de sus compañeros de jaula". Como las heces contienen el microbioma, en este experimento los ratones blancos fueron expuestos a los microbios de los ratones negros, y viceversa.
Esto hizo alguna diferencia en los microbiomas, pero esa diferencia persistió solo mientras los ratones ocuparon las mismas jaulas. Una vez que se separaron las diferentes cepas de ratones, sus microbiomas volvieron a su composición original, apunta el doctor Korach-Rechtman.
"Obviamente, no podemos dar a entender que el mismo modelo se aplicaría a los humanos", puntualiza el doctor Kashi. No obstante, otra evidencia apoya esa hipótesis. Los estudios han encontrado que tanto en ratones como en humanos, ciertos genes se correlacionan con especies microbianas específicas.
La variación genética podría influir en el microbioma intestinal a través de mecanismos tales como "diferencias en la estructura intestinal de la mucosa, diferencias en el metabolismo como la secreción de ácidos biliares, actividad del receptor potencialmente olfativa, y péptidos antimicrobianos y otros determinantes genéticos del sistema inmunológico", escriben los investigadores.
Para analizar la influencia tanto de la cepa de la madre como de la coprofagia, los investigadores recogieron heces de diferentes líneas de ratones puros, y analizaron sus microbiomas mediante la extracción y secuenciación de ADN, y el análisis bioinformático de las secuencias resultantes. La conclusión de ambos experimentos: la genética tuvo una gran influencia en el microbioma, mientas el ambiente materno y la coprofagia tuvieron poca influencia.