MADRID, 1 Jun. (EUROPA PRESS) -
El aumento del flujo sanguíneo en el cerebro después de un accidente cerebrovascular microscópico no significa que parte del cerebro se haya recuperado, al menos en ese momento. Una nueva investigación de la Universidad de Rice, en Estado Unidos, ha demostrado que el flujo sanguíneo se recupera más rápido que el cerebro en microaccidentes cerebrovasculares, según publican sus autores en la revista 'Science Advances'.
En el estudio, realizado por la neuroingeniera de la Universidad de Rice Lan Luan y sus colegas, utilizaron tecnología avanzada de control neuronal para descubrir una desconexión significativa entre cuánto tiempo toma el flujo sanguíneo y la función cerebral recuperarse en la región de un microinfarto, un pequeño derrame cerebral en el tejido de 1 milímetro de tamaño.
El estudio dirigido por Luan, miembro de la facultad central de la Iniciativa de Neuroingeniería de Rice, muestra "una disociación neurovascular pronunciada que ocurre inmediatamente después de los accidentes cerebrovasculares a pequeña escala, se vuelve más severa unos días después, dura períodos crónicos y varía con el nivel de isquemia", escribien los investigadores.
El estudio en modelos de roedores reveló que la restauración del flujo sanguíneo en el cerebro ocurre primero, seguido de la restauración de la actividad eléctrica neuronal. Observaron que la recuperación neuronal podría tomar semanas incluso para accidentes cerebrovasculares pequeños, y posiblemente más para accidentes cerebrovasculares más grandes.
El estudio requirió implantes e instrumentos diseñados para controlar el flujo sanguíneo y la actividad cerebral simultáneamente antes, durante y después del inicio de los accidentes cerebrovasculares.
"Esto comenzó con el dispositivo --explica Luan, profesora asistente de ingeniería eléctrica e informática en la Escuela de Ingeniería Brown de Rice, quien desarrolló un electrodo neural flexible con el coautor Chong Xie mientras ambos estaban en la Universidad de Texas en Austin--. Esa fue mi transición de ser entrenado como físico de materiales a neuroingeniería".
"Tan pronto como tuvimos los electrodos, quise usarlos para comprender las funciones cerebrales y las disfunciones en un dominio que era difícil de probar con tecnología anterior --recuerda--. Los electrodos son extremadamente flexibles y adecuados para combinarse con imágenes ópticas en exactamente las mismas regiones del cerebro".
Los electrodos se combinaron con líneas ópticas capaces de medir el flujo sanguíneo mediante el registro de patrones de moteado láser. Los datos combinados, reunidos durante ocho semanas, les dieron a los investigadores una comparación precisa entre el flujo sanguíneo y la actividad eléctrica.
"Los accidentes cerebrovasculares en los que nos enfocamos son tan pequeños que cuando ocurren, es muy difícil detectarlos a partir de medidas de comportamiento --añade--. No veríamos fácilmente un deterioro en la locomoción animal, lo que significa que el animal podría alejarse muy bien, desde una perspectiva laica".
"Las implicaciones en los humanos son similares --asegura--. Estos microinfartos pueden ocurrir espontáneamente, especialmente en poblaciones de edad avanzada. Debido a que son muy pequeños, no es como si tuvieras un derrame cerebral. No lo notarás en absoluto. Pero hace mucho tiempo se hipotetizó que está relacionado con la demencia vascular".
Luan advierte de que el impacto neurológico de los microinfartos individuales es en gran parte desconocido. "Eso es lo que nos motivó a organizar una serie de experimentos para medir realmente directamente los impactos de esas lesiones a pequeña escala", asegura.
Si bien el estudio sería difícil de replicar en humanos, las implicaciones podrían mejorar los diagnósticos de pacientes que sufren microinfartos. "Hay muchas similitudes en el acoplamiento neurovascular en modelos de roedores y en humanos --apunta--. Lo que observamos en los roedores probablemente tiene una firma similar en los humanos, y espero que pueda ser útil para los médicos".
"Estamos interesados en saber no solo cómo un solo microinfarto alteraría la actividad neuronal sino también, de manera acumulativa, si el efecto de múltiples microinfartos que ocurren en diferentes momentos sería más fuerte o más débil que la suma de los individuos", señala.