¿Qué es la fiebre de Lassa?

Programa para atender a supervivientes de ébola en Sierra Leona
TOMMY TRENCHARD/MSF
Actualizado: jueves, 13 abril 2017 11:25

   MADRID, 13 Abr. (EDIZIONES) -

   La fiebre de Lassa es una enfermedad vírica hemorrágica aguda de 1 a 4 semanas de duración y que ocurre en África Occidental. Se describió por primera vez en los años 50. No hay vacuna para ella y apenas investigaciones en curso para erradicarla. La tasa de letalidad global es del 1%, pero puede llegar al 15% en pacientes hospitalizados. Pertenece a la familia de las fiebres hemorrágicas endémicas, como el ébola, y sigue siendo una gran desconocida para los profesionales sanitarios.

Los humanos suelen infectarse con el virus de Lassa por exposición a la orina o las heces de ratas 'Mastomys' infectadas. El virus también puede transmitirse entre las personas por contacto directo con sangre, orina, heces u otras secreciones corporales de personas infectadas. No hay pruebas epidemiológicas de una transmisión aérea entre personas.

   La transmisión de persona a persona puede producirse tanto en la comunidad como en el medio sanitario, donde el virus puede transmitirse por material contaminado, como agujas reutilizadas. Se han descrito casos de transmisión sexual del virus de Lassa. La enfermedad tiene lugar en África Occidental, aunque en Alemania el año pasado murió una persona por infectarse de un paciente procedente de la zona. En España no se han descrito casos por el momento.

   Otra de las dificultades que tiene esta enfermedad es que el 80% de los infectados son asintomáticos. "Sus síntomas son muy inespecíficos, como los que podrían darse en cualquier otra enfermedad viral que comienza con fiebre, malestar general, dolores de garganta o en las articulaciones. Son todo síntomas muy similares a los de un resfriado común que, pasado cierto periodo, podría tener complicaciones graves. Yo puedo ser portadora pero no manifestar ningún síntoma y entonces eso dificulta el diagnóstico del virus en sí", explica a Infosalus Cecilia López de Médicos del Mundo.

   La OMS detalla que esta enfermedad comienza de forma gradual, con fiebre, vómitos y dolor retroesternal. Entre los signos puede observarse inyección conjuntival, edema periorbitario e inflamación del cuello. Además, indica que el 25% de los pacientes manifiestan sordera, y en la mitad de ellos la audición se recupera parcialmente al cabo de 1 a 3 meses. Durante la recuperación pueden aparecer de forma transitoria trastornos de la marcha y caída del cabello.

   En los casos letales la muerte suele sobrevenir a los 14 días del inicio de la enfermedad. Esta es especialmente grave al final del embarazo, con muerte materna y/o fetal en más del 80% de los casos en el tercer trimestre. En casos graves, señala que los pacientes sufren choque, derrame pleural y hemorragia y edema cerebral. Aproximadamente el 15% de los pacientes hospitalizados mueren, agrega, aunque el simple tratamiento de apoyo puede mejorar el desenlace clínico, siempre que se administre tempranamente en el curso de la enfermedad.

   En este sentido, López añade que su periodo de incubación va desde los dos días hasta los 21, como en el ébola, y precisa que consta de dos tratamientos: "Por un lado frenar los síntomas del paciente con rehidratación, fluidoterapia, y sueros. Por otro, estaría el tratamiento específico con ribavirina, un antivírico. Lo único, hay que tener en cuenta que la ribavirina es efectiva si se da en los seis primeros días desde la aparición de los síntomas. si el tratamiento es posterior la efectividad declina".

¿POR QUÉ MÁS ES PREOCUPANTE?

   La experta de Médicos del Mundo subraya que el único diagnóstico certero sobre la enfermedad es el de laboratorio. "Un análisis específico detectará la presencia del virus en la sangre", precisa la médico cooperante. Este virus fue descrito en 1950, pero fue aislado por primera vez en 1969, en la región africana de Lassa, de ahí su nombre. Es endémica en Benin (donde se diagnosticó por vez primera en noviembre de 2014, según la OMS), Ghana, Guinea, Liberia, Malí, Sierra Leona y Nigeria.

   López, que recientemente ha participado en II curso de enfermedades por virus emergentes organizado por el Hospital La Paz-Carlos III de Madrid, alerta del peligro de contagio de este virus por el volumen de viajes entre una zona y otra debido a la globalización, un fenómeno que podría conducir a la introducción de la fiebre de Lassa en el continente.

   Finalmente, la OMS destaca que las estrategias de educación sanitaria para evitar el contagio de las personas que viven en zonas endémicas se centran en el control de los roedores y en reducir al mínimo el contacto con la excreta de estos. Las medidas para controlar la transmisión del virus a partir de los casos consisten en la adopción sistemática de las precauciones habituales, el aislamiento de los casos sospechosos y la vigilancia de los contactos.