MADRID, 31 May. (EUROPA PRESS) -
Expertos reunidos en el simposio 'Debates en Diabetes', organizado por Novo Nordisk en el marco del XXVIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Diabetes (SED), han asegurado que el tratamiento de la diabetes tipo 2 es cada vez "más intensa y personalizada" para evitar las complicaciones que lleva asociada la enfermedad.
"Aunque siempre hay que tener en cuenta las características del paciente a la hora de elegir una opción terapéutica u otra, hemos de ser ambiciosos a la hora de aspirar a objetivos de control y a reducir las complicaciones asociadas al tratamiento", ha comentado el jefe del Departamento de Endocrinología y Nutrición de los Hospitales Quirón Salud Pozuelo, Ruber Juan Bravo y San José, Esteban Jódar.
Y es que, prosigue, conforme va pasando el tiempo hay que ir adecuando los tratamientos, sumando fármacos y, en algunos casos, sustituyéndolos. De hecho, la evolución natural de la enfermedad obliga a que casi todos los pacientes con diabetes necesite en un momento dado incrementar la terapia asociada y, en último término, introducir insulina, debido a la progresión del deterioro glucémico.
Asimismo, a diferencia de las personas con diabetes tipo 1, las personas con el tipo 2 todavía cuentan con células beta en funcionamiento en las etapas iniciales de la enfermedad. Por lo general, ellos no se dan cuenta que el páncreas tiene dificultad para mantener el ritmo hasta que el médico detecta un nivel anormal de glucosa.
"Con frecuencia las personas han tenido diabetes tipo 2 más tiempo de lo que se imaginan. Es una enfermedad silenciosa en su inicio", ha destacado Jódar.
INSULINIZACIÓN BASAL
En concreto, conforme va pasando el tiempo se va reduciendo la masa de células beta que produce la insulina y la diabetes de tipo 2 con resistencia a la insulina termina transformándose con el tiempo en diabetes que requiere el reemplazo con insulina.
En estadios iniciales de la enfermedad, prosigue, lo que interesa es por una parte hacer que la insulina que el paciente tiene en concentraciones normales, e incluso altas, funcione mejor. Y, si es preciso, aumentar la secreción de forma puntual hacerlo, además de, si es posible, ayudar al paciente a bajar peso y evitar las hipoglucemias.
"Sin embargo, a medida que progresa la enfermedad se requieren progresivamente más fármacos, tanto orales como inyectados, y llega un momento en que la persona con diabetes necesita además una insulinización basal. Al ir avanzando la enfermedad no sólo se requerirá ese reemplazo de línea basal de insulina sino que además habrá que actuar en las elevaciones de después de las comidas", ha señalado.
Por otra parte, en diabetes tipo 2, los análogos de GLP-1 son fármacos que actúan a través del receptor de la incretina del mismo nombre, una hormona responsable, entre otras cosas, de estimular la secreción de insulina. En lo que se refiere a sus criterios de utilización, el doctor Jódar ha explicado que la terapia basada en análogos de GLP-1 no es un tratamiento que esté limitado a una fase concreta de la diabetes, porque, en realidad, cuando se aborda el tratamiento de un paciente, hay que tener en cuenta que puede tener distintos grados de reserva de insulina.
Por tanto, la utilización de GLP-1 puede tener efectos beneficiosos desde las fases más precoces de la enfermedad hasta las más avanzadas. "En las fases iniciales de la diabetes, los análogos de GLP-1 van a ser beneficiosos no solo en términos de control glucémico, sino también en lo relacionado con el control de peso y con la reducción del riesgo de hipoglucemias. Mientras que, en fases avanzadas, la asociación de GLP-1 con insulina basal va a permitir un muy buen control del paciente con menos bajadas de azúcar y con un beneficio a largo plazo en su calidad de vida", ha indicado este experto.
Finalmente, Jódar ha aseverado que este grupo terapéutico de fármacos es "muy valioso" tanto para diabetólogos como para endocrinos, ya que permite reducir la glucemia sin inducir hipoglucemias, las cuales no solo afectan enormemente a la calidad de vida del paciente sino que también aumentan el riesgo de problemas cardiovasculares y diversas complicaciones.
"Y, además, induce pérdida de peso y reducción del apetito tanto a nivel central como potencia la saciedad al retrasar el vaciamiento gástrico. Todo esto, junto a una reducción de la presión arterial, neutraliza en gran medida los efectos adversos cardiovasculares y mejora de forma notoria la calidad de vida del paciente con diabetes tipo 2", ha zanjado.