MADRID 14 Jul. (EUROPA PRESS) -
El otorrino del Hospital Universitario Clínico San Cecilio de Granada, Martín-Lagos Martínez, ha comentado que los lactantes o menores de edad pueden padecer problemas de audición, los cuales se manifiestan si no responden a estímulos o determinados sonidos, así como que, estando en edad de pronunciar palabras, se limitan al balbuceo, o lo que es peor, empiecen a perderlo.
Según datos de la Federación de Asociaciones de Implantados Cocleares de España (AICE), existen en España más de 17.500 personas usuarias de un implante coclear, unas cifras que incluyen a niños y a bebés que, gracias a estos dispositivos, son capaces de escuchar por primera vez o volver a escuchar y de desarrollar el lenguaje.
Así, un niño necesita oír alrededor de 45 millones de palabras antes de los 4 años y 20.000 horas de escucha durante la infancia como base para la lectura, y es por este motivo por el que la interacción con los padres y los intercambios de comunicación son fundamentales.
En este sentido, el experto ha comentado que los signos de alerta auditivo-lingüísticos en menores de 6 meses pasan porque no manifieste respuesta ante la presencia de sonidos, que no se tranquilice con la voz de su mamá y que no preste atención o no se interese ante sonidos familiares; mientras que en los mayores de seis meses los signos son que el niño no gire la cabeza hacia la fuente sonora, que no responda con sonidos vocálicos cuando se le habla y que no responda a su nombre.
A partir de los 12 meses los signos que deben alarmar es que no comprenda las palabras de uso común, que no señale objetos y personas familiares cuando se le nombran y que no diga palabras con sílabas replicadas como, por ejemplo, papá o mamá. Durante el primer año puede manifestarse en que no entienda preguntas sencillas, que no preste atención a las canciones y cuentos infantiles y que no exprese frases de dos palabras.
Los signos de alerta a detectar en la escuela pasan por la desorganización, impulsividad o agresividad; falta o pérdida constante de atención; comportamiento inadecuado; búsqueda constante del apoyo visual o imitación de sus compañeros; falta de comprensión y seguimiento de las instrucciones; dificultad en hacer relaciones con otros niños; participación empobrecida o retracción en actividades escolares; y pérdida o inconsistencia en las habilidades demostradas.
Actualmente, gran parte de los niños que reciben implantes provienen del cribado de tipo neonatal, es decir, niños que nacen ya con hipoacusia congénita o que la desarrollan durante los primeros años. "La causa no genética más importante de la pérdida de audición es debido al citomegalovirus congénito, que es una infección que aparece en el embarazo con más frecuencia de lo que antiguamente se pensaba", ha detallado Martín-Lagos Martínez.