MADRID, 9 Sep. (INFOSALUS) -
En las falsas creencias y el pensamiento supersticioso están implicados mecanismos mentales que intervienen en cómo asociamos entre sí sucesos que se producen cercanos en el tiempo y que son capaces de crear lo que los investigadores denominan ilusión causa-efecto, situaciones conectadas por la casualidad que se consideran válidas cuando no lo son.
SER SUPERSTICIOSO
Nos gusta creer que hay un orden en las cosas, que tenemos control sobre ellas, que no ocurren por casualidad. Estas creencias nos dan seguridad y nos permiten seguir moviéndonos y avanzando probando, desestimando o certificando conocimientos.
Según explica a Infosalus Helena Matute, directora del Laboratorio de Psicología Experimental y catedrática en este ámbito en la Universidad de Deusto en Bilbao, la ciencia del siglo XXI se basa en conocimientos desarrollados a lo largo de muchísimos años, algunos de los cuales se descartaron en siglos sucesivos pero tuvieron su vigencia, así ocurrió en ciencias como la Medicina o la Climatología.
SUPERSTICIÓN EN EL PASADO
"Nuestros ancestros no tenían conocimientos, al empezar la agricultura si no hubieran creído que podían hacer llover a través de ritos supersticiosos quizás se hubieran dado por vencidos y no haber ni siquiera plantado", comenta la investigadora.
LA SUPERSTICIÓN LLEVABA A MANTENER UNA CONDUCTA.
La superstición en estos casos llevaba a mantener una conducta, a perdurar en ella esperando las consecuencias deseadas, una persistencia sin la que no se habría avanzado. En Medicina se empleaban los remedios de los que se disponía en cada época y el curandero de la tribu podía llevarse el reconocimiento de los aldeanos si acertaba o echar la culpa a los dioses y sus designios si no tenía éxito. "Era lo único que había, tenían que creer en ello", señala Matute.
EL PLACEBO FUNCIONA PARA EL DOLOR Y PATOLOGÍAS LEVES
Sobre el placebo, la investigadora señala que no sólo se basa en la superstición ya que se ha demostrado que funciona para el dolor o en determinadas patologías leves. "Aunque depende de muchos factores, en los estudios farmacológicos los medicamentos tienen que probar que mejoran al placebo", apunta la investigadora que señala que además se ha comprobado que es más probable que el placebo funcione cuando aquello que lo provoca es más vistoso o fuera de lo normal.
Los beneficios de la superstición pueden así ser por un lado ayudar a mantener una conducta que necesita de una ciencia más avanzada para esclarecer su corrección o no y por otra parte aportar la seguridad que proporciona el creer en estas cosas: nos permite relajarnos ante determinadas situaciones si pensamos que existe un porqué y unas consecuencias conocidas.
En los niños el pensamiento mágico forma parte de sus etapas de desarrollo pero interviene de forma destacada en patologías de salud mental como la esquizofrenia o el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Quienes padecen TOC creen que se protegerán ante un mal mayor si realizan determinadas conductas o rituales y como este mal no llega la conducta patológica o el ritual se refuerza.
UNA CONDUCTA HABITUAL PERO, MEJOR, TRANSITORIA
Todos en un momento u otro de nuestras vidas desarrollamos supersticiones e ilusiones causa-efecto pero el problema se produce cuando no existe sentido crítico que evite mantener esta creencia. Esto es lo que aporta el pensamiento crítico, cuestionar las creencias y ponerlas en duda. "Debemos estar dispuestos a revisar nuestras creencias y preguntarnos ¿puedo estar equivocado?", apunta Matute.
ILUSIONES CAUSA-EFECTO
"Desarrollamos muchas ilusiones causa-efecto en la vida cotidiana, por ejemplo, al ver un partido de fútbol pensamos que si nos levantamos un momento y dejamos de ver el partido por la tele, nuestro equipo marcará un gol o si les dejamos de animar marcará el equipo contrario", explica la investigadora.
El mismo proceso mental que nos hace crear estas ilusiones causa-efecto nos permite crear asociaciones adecuadas ya que se basa en la ocurrencia de dos cosas cercanas en el tiempo. Si la asociación nos funciona, nos aporta un beneficio, se refuerza y si no es demasiado absurdo lo damos por válido, luego sobre la experiencia posterior lo vamos corrigiendo y modificando. Pero hay veces en las que creamos asociaciones que no tienen sentido, asociamos mal, es el caso de esta ilusión causa-efecto.
"Hay personas que son más propensas a esta ilusión supersticiosa pero aún se desconoce a qué se debe, no se ha descubierto ningún vínculo con una personalidad determinada o con el cociente intelectual", señala la investigadora.
Lo que sí han podido comprobar en el laboratorio de Matute de forma reciente es que las personas que creen en fenómenos paranormales como casas encantadas, videntes o telequinesis son más propensas también a creer que "hay una relación de causa-efecto entre dos sucesos que los investigadores podemos garantizar que son independientes, pues los hemos programado nosotros mismos".
APRENDER A SER MÁS CRÍTICOS
Este fenómeno de asociación entre causa-efecto es muy importante ya que nos permite aprender de la experiencia para luego poner en marcha procesos de corrección. La investigación del equipo de Matute hunde sus raíces en cómo funciona la mente humana, cómo se aprenden relaciones causa-efecto, qué variables intervienen o qué asociaciones interfieren entre sí.
"Es increíble que creemos en laboratorio situaciones programadas en las que no existen relaciones causa-efecto y todos los participantes terminen estableciéndolas", señala Matute.
La aplicación de estas investigaciones, o su objetivo de aplicación, es desarrollar métodos para reducir el pensamiento supersticioso entre la población y fomentar el pensamiento crítico. Esto supone saber fijar criterios para determinar si algo funciona o no y entender el método científico que supone poner en tela de juicio cualquier conocimiento o creencia hasta que se demuestre de forma fehaciente a través de estudios controlados con las mismas características y replicados.
El equipo de Matute trabaja con los adolescentes en los centros educativos para fomentar en ellos, a través de la enseñanza del método científico, la sensación de que se pueden equivocar y lo fácil que es que esto ocurra.
En el plano social, los gobiernos podrían poner en marcha campañas más eficientes para combatir las falsas creencias, los fraudes o la publicidad engañosa y enseñar a la población a ser más crítica con la información que reciben a través de los medios de comunicación, los soportes publicitarios o las redes sociales en Internet, entre otros.